Así como Andrés Manuel López Obrador dijo en varias ocasiones que lo dieran por muerto para la presidencia en 2006 y mintió, así también mintió con la construcción del Tren Maya al asegurar que no atentaría contra el medio ambiente a la hora de tender la vía.

Se tienen registradas al menos dos ocasiones en que dijo esa falacia; una fue en agosto del 2018 como presidente electo, y en diciembre de ese año ya como presidente en funciones, indicó que en la construcción de ese armatoste no se tiraría ni un sólo árbol. “Por el contrario, serán sembradas un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables para así cuidar el medio ambiente”.

Y ya ves lo que ha pasado, lector. El programa “Sembrando Vida” ha arrasado con cientos de hectáreas de bosques y su caprichito ferrocarrilero está deforestando la selva Maya.

Parte el alma ver la herida que tiene esa selva en el centro de su corazón, donde maquinaria pesada ha destruido cientos de miles de árboles para que por ahí pase el tramo 5 de la vía del tren.

A pesar de que Andrés Manuel le pidió permiso a la madre tierra para hacer su tarugada, comunidades indígenas y grupos ambientalistas protestaron desde un principio por el ecocidio, pero el presidente nunca los escuchó, por lo que recurrieron a personas de reconocida fama en busca de ayuda. Y la obtuvieron.

Mediante la campaña “Sálvame del Tren” actores, actrices y cantantes le piden al presidente que no le pegue en la torre a ese pulmón natural, pero fiel a su costumbre, Andrés Manuel les contestó de muy fea manera.

Primero dijo que de seguro habían sido convencidos o incluso comprados por grupos conservadores que se oponen a la Cuarta Transformación y luego les zumbó con todo. “¿Cuándo estos artistas pseudo ambientalistas, se pronunciaron por la destrucción que se iba a llevar a cabo del lago de Texcoco? Estamos hablando del lago con más historia que es el origen de México-Tenochtitlán. ¿Cuándo dijeron algo? Nunca, nada”.

Pero volvió a mentir.

Al menos la mitad de los más de 50 personajes son ambientalistas de casi toda su vida. Rubén Albarrán, vocalista del grupo Café Tacuba, fue férreo opositor de la construcción del aeropuerto en Texcoco. Ofelia Medina lleva años como defensora de las causas indígenas, lo mismo que Natalia Laforucade. Regina Blandón, Bárbara Mori y Kate del Castillo son aguerridas defensoras de los derechos de las mujeres.

Nada de eso importó a López Obrador que grosero como es, los echó en el mismo saco y dijo que eran adversarios de la 4T.

Pero le reviraron.

“No somos sus adversarios, somos mexicanos y queremos la vida para todos nosotros”, le dijo Albarrán. “Presidente, escuche las propuestas de los expertos en desarrollo sostenible y cumpla la Ley, no hay prisa en construirlo (el Tren Maya) y sí urge hacer las cosas bien”, le dijo Paola Núñez.

“Señor presidente, nadie nos contrató, nadie nos pagó. Este movimiento no tiene bandera política”, le dijo Stephanie Sigman. “No somos adversarios, somos la voz de muchos ambientalistas y comunidades mayas que nos buscaron porque nadie les está haciendo caso”, le dijo Roberto Aguirre. “Le invitamos a que visite la zona deforestada, a que conozca los suelos y la fragilidad de éstos”, le dijo Mariana Burelli. Pero nada, el Tren Maya va porque es parte sustantiva de la 4T.

La etapa 5 es la más brava, lector. De tan cerrada que está la selva las constructoras se negaron a entrar y quienes están haciendo la chamba son los soldados; pero el responsable del ecocidio es el presidente y nadie más.

A diferencia de otras protestas, la de los actores, actrices y cantantes puede escalar e incluso trascender nuestras fronteras, porque el daño que está ocasionando Andrés Manuel en esa zona es bárbaro y casi irreversible. De acuerdo con biólogos y ambientalistas para revertirlo tendrán que pasar de 200 a 300 años.

Claro, siempre y cuando no llegue otro loco a la presidencia y en lugar de hacer un tren, se le ocurra pavimentar toda la selva Maya y de pilón la selva chiapaneca.

bernardogup@nullhotmail.com