El conflicto bélico que se vive en Ucrania tras la invasión de este país por tropas rusas ha conmocionado al mundo por la ruptura de la legalidad internacional y la grave amenaza a la paz mundial por todos los actores involucrados, más allá de las partes directamente en conflicto en este momento.

El saldo de esta guerra que libran Rusia y Ucrania crece día a día. El asedio de las tropas rusas a Kiev la capital de Ucrania y a las principales ciudades y puertos de esa nación, los bombardeos indiscriminados y la dureza de los ataques, nos muestran una invasión que, según el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, busca “borrar” al país.

Los cruentos combates en el territorio de Ucrania y las fuertes escenas de millones de ucranianos abandonando su patria, la destrucción en las ciudades, los bombardeos en hospitales y otras instalaciones que no deben ser por ningún motivo objetivos militares, actualizan el debate sobre los límites que deben tener los ejércitos en conflicto en toda guerra y la necesaria y urgente protección de la sociedad civil, de los cuerpos de socorro, de los heridos y aún de los prisioneros. Todo lo que regula el derecho humanitario internacional, que por lo que hemos podido ver poco importa a las fuerzas rusas decididas a someter a Ucrania.

Para muchos analistas internacionales la cuestión económica es sin duda uno de los factores que han imperado en las decisiones del gobierno ruso para embarcarse en esta aventura bélica, ya que debajo de Ucrania hay gaseoductos que surten a Europa de gas ruso y de países de Oriente Medio, recurso considerado de vital importancia para el abastecimiento de la energía europea. Además, Ucrania es el país con más reservas de uranio recuperable de Europa.

Y como sabemos, en respuesta a la ofensiva militar rusa el mundo occidental ha puesto en jaque a la economía de ese país con una serie de medidas y sanciones para obligar al gobierno de Putin a cumplir con la resolución de la Asamblea General de la ONU que condena la invasión y que fue ratificado por 141 de los 193 países miembros de Naciones Unidas, México entre ellos.

Así, la economía rusa se ve golpeada por las sanciones impuestas tras la invasión de Ucrania el 24 de febrero, dirigidas prioritariamente contra el Banco Central y los principales bancos rusos. Occidente ha bloqueado unos 300 mil millones de dólares de las reservas de oro y divisas del Banco Central de Rusia, casi la mitad de sus reservas. Y las sanciones pasaron a un nivel mayor, cuando el presidente Joe Biden decretó un embargo sobre las importaciones estadounidenses de petróleo y gas rusos.

Preocupante sin duda el rumbo que van tomando los acontecimientos.

Sobre todo, porque la ofensiva de Rusia en territorio ucraniano afecta de manera muy importante las cadenas de suministro mundiales, que ya están al límite luego de más de dos años de la pandemia del Covid 19 y la pérdida de dinamismo de la economía global. Aunque Rusia sólo representa una pequeña proporción de las importaciones de los principales países fabricantes, como Alemania y Estados Unidos, es proveedor esencial de materias primas y energía para muchas cadenas de suministro fundamentales, por lo que las sanciones impuestas por las naciones occidentales han dado por resultado una grave crisis en la materia, la más severa que se recuerde.

De acuerdo a datos de analistas económicos, Rusia es uno de los principales exportadores de muchas materias prima y exporta, por ejemplo, el 78% del gas a Europa, el 69% del platino a Reino Unido, un 27% del paladio a los EEUU, el 24% de fertilizantes a Brasil y el 22% del trigo a Egipto. Además, China recibe de Rusia níquel (44%), crudo (35%) y aceite de girasol (24%).

No debemos olvidar además que Rusia es el segundo mayor exportador de crudo del mundo, por detrás de Arabia Saudita, por lo que la falta de petróleo repercutirá en las refinerías y en su capacidad de producción de productos derivados del crudo. Además, Rusia es el segundo mayor exportador de gasolina y diésel, justo por detrás de Estados Unidos, y su mayor mercado de exportación es Europa, donde Francia, Alemania, Turquía y el Reino Unido son los países que más gasolina y diésel ruso consumen al día en volumen. Solo Francia consume 125 mil barriles diarios.

Rusia también es el mayor exportador de gas natural, con cerca de 198 mil millones de metros cúbicos. Y la mayor parte va a parar a Europa. De hecho, Alemania, con algo más de 56 mil millones de metros cúbicos, es el mayor país receptor de gas natural ruso a través de gasoductos. Y Rusia es, por si fuera poco, el tercer país del mundo en exportaciones de carbón utilizado en centrales eléctricas y Europa es el mayor comprador de esta materia prima.

En cuanto a las exportaciones agrícolas, el trigo ruso se exporta a todo el mundo, por lo que la interrupción de envíos repercute ya en el suministro mundial de alimentos, aunado a la falta de exportaciones de fertilizantes, donde Rusia es el principal proveedor mundial, lo que a juicio de algunos analistas económicos podría generar una crisis mundial alimentaria. De hecho, la FAO, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha convocado a una sesión urgente para analizar la situación.

Moscú es también un proveedor clave de metales industriales y preciosos. Está entre los principales exportadores de níquel, un metal fundamental para las baterías de los coches eléctricos. China, Europa y Estados Unidos son los mayores compradores de níquel ruso.

Como si todo esto fuera poco, la mayor parte del mundo depende del aluminio ruso. Es que Rusia es el segundo exportador mundial de paladio y platino. Y Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Hong Kong son los principales importadores de paladio ruso, utilizado principalmente en los catalizadores de los automóviles, lo que explica el alza en el precio de los automóviles.

Y para rematar, Rusia es también el tercer exportador mundial de acero, por lo que es fácil imaginar las consecuencias del embargo a su producción en Occidente.

El intento, en suma, de las principales potencias de aislar a Rusia de la economía mundial con sanciones y restringir su comercio en todo el mundo produce ya una inflación acelerada en todas las naciones que podría llevar al mundo a un infierno de estanflación, cuando la inflación y la falta de crecimiento económico se juntan como el peor de los escenarios para una nación.

El costo humano y económico de la guerra en Ucrania es todavía muy incierto y dependerá en gran parte de cuánto se extienda la ofensiva rusa. Por lo pronto los apoyos económicos y el empleo que requieren los más de 3 millones de refugiados ucranianos en varias naciones europeas es otro drama de esta terrible historia.

Estas primeras estimaciones son impactantes y no son nada halagüeñas, ni humana, ni económicamente. La guerra le va a costar al mundo al menos un punto porcentual en su crecimiento este año, así como un añadido de casi tres puntos porcentuales a la ya de por sí alta inflación global, según una primera estimación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Todo esto no es más que una repasada rápida de los efectos económicos de la guerra y que de no encontrarse una salida diplomática al conflicto armado o, peor, si este escalase a una guerra europea o mundial, el futuro se observa ominoso para todos.

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