Esta mañana, el presidente López Obrador inaugurará una de las obras más emblemáticas de su gobierno, el aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA). Lo que hace medio siglo pudo haber sido un prodigio de eficiencia y tecnología, hoy sólo confirma el desaire internacional al capricho presidencial.

Ignorada hasta ahora por las principales aerolíneas del mundo -sólo Volaris, VivaAerobus, Aeroméxico y Conviasa han confirmado sus servicios en la nueva terminal aérea-, el Felipe Ángeles será un aeropuerto internacional… ¡sin líneas internacionales! Acaso la venezolana Conviasa será la única que realice operaciones una vez a la semana, con un vuelo directo a Caracas.

Desde hace algunos días, con sus recorridos en bicicleta, el Museo del Mamut y el Museo Militar de Aviación, el AIFA funciona como un carísimo parque de diversiones morenista. En consecuencia, será también un aeropuerto con muchos visitantes -la mayoría de la grey cuatroteísta- y muy pocos viajeros.

La última ocurrencia para mitigar el desastre de su baja ocupación, ha sido la incursión de servicios de taxis aéreos para dar oxígeno al elefante blanco que nace agonizante. Curiosa paradoja: el aeropuerto del pueblo será principalmente para viajeros “fifís”.

Y a propósito de consultas populares y revocaciones de mandato. En septiembre de 2018 -a semanas de asumir la presidencia y en medio de la euforia del triunfo electoral- López Obrador efectuó una consulta pública para decidir entre continuar con la construcción del aeropuerto de Texcoco o cancelarlo e iniciar el proyecto de Santa Lucía.

En la consulta participaron un millón 98 mil ciudadanos, donde la opción de Santa Lucía obtuvo casi 70 por ciento de las preferencias. Es decir, el 1.18% de la población en edad de votar decidió cancelar un proyecto que costó cientos de miles de millones de pesos a todos los mexicanos. Basta decir que el costo financiero de cancelar Texcoco fue mucho mayor que el gasto realizado para construir Santa Lucía.

Al anunciar la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, López Obrador dijo al menos tres mentiras que hoy quedan al descubierto con su inauguración: que sería más barato y que no habría la misma corrupción que en Texcoco; que resolvería el problema de saturación del aeropuerto de las Ciudad de México; y que sería uno de los más modernos del mundo.

Primera mentira. Debido a los avances que tenía el Aeropuerto Internacional de Texcoco, su cancelación y la edificación de la nueva terminal aérea en la base militar de Santa Lucía habría representado, en su conjunto, un gasto que supera los 500 mil millones de pesos. Es decir, el costo total del capricho presidencial es superior a la construcción de cuatro aeropuertos iguales al Felipe Ángeles.

Eso sin contar que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó en febrero pasado que el gobierno federal destinó hasta ¡20 mil 243 millones de pesos más! de los efectivamente reportados en la construcción del Aeropuerto Internacional. Este monto representa alrededor de un 40.6% de los 49 mil 765 millones de pesos en posibles daños al erario detectados en la tercera entrega de los resultados de la Cuenta Pública 2020. Es decir, no sabe el destino de 4 de cada 10 pesos invertidos en el AIFA.

Segunda mentira. El aeropuerto Felipe Ángeles no resolverá la crisis de saturación en el tráfico aéreo y servicios aeroportuarios que vive la ciudad de México. Para que esto suceda, se tendría que trasladar por lo menos el 30% de las operaciones -equivalente a 12 millones de pasajeros-, lo que es prácticamente imposible para una terminal sin conectividad y escasa presencia de líneas aéreas internacionales.

Pero ante la falta de interés, el gobierno se inventó la demanda. Hace un par de semanas, la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) decidió que las terminales 1 y 2 del AICM no cuentan con el espacio suficiente para la atención del flujo actual de usuarios, lo que podría dar lugar a nuevos límites de vuelos y obligaría a desviar el resto al Felipe Ángeles, incluso sin previo aviso a los pasajeros.

Tercera mentira. Según los expertos, Felipe Angeles no fue planteado como un aeropuerto nuevo, sino para desconcentrar el AICM, por lo que podría quedar reducido a un aeropuerto regional y no como uno de los más modernos del mundo, como ha dicho una y otra vez el presidente López Obrador. Es comprensible, hace muchos años que no visita ningún aeropuerto internacional en otro país.

Finalmente, la mayoría de las líneas aéreas internacionales que operan en México han declinado la invitación a operar en el modernísimo AIFA con un diplomático “No, gracias”, justificando que requieren fortalecer su presencia en destinos turísticos como Cancún, Puerto Vallarta y Monterrey, pero no en Santa Lucía.

Hoy la 4T inaugura un aeropuerto internacional en el que todas sus líneas áreas caben en un Volkswagen.

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