Tanto para combatir la pandemia por SARS-CoV-2 como cualquier otra enfermedad, la vacunación ha demostrado ser sumamente efectiva, evitando millones de muertes al año. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que más del 50% de estos preparados se desperdician anualmente.
El principal problema es que aún existen desigualdades entre países desarrollados, en vías de desarrollo y pobres en relación a mantener las vacunas a temperaturas frías estables.
La mayoría de ellas deben almacenarse entre un rango de 2 a 8 ºC para evitar una degradación, y si estamos hablando de vacunas con tecnología ARNm, estas deben mantenerse en temperaturas aún más frías y bajo cero.
Para mitigar la brecha de inoculación, el equipo de científicos del CSIRO Australia desarrolló un material poroso, soluble y cristalino llamado marco metal-orgánico (MOF), capaz de recubrir las moléculas de las vacuna, protegiéndolas de una degradación del calor.
“Los MOF son un material cristalino poroso que puede crecer alrededor de la vacuna para formar un andamio que protege contra las variaciones de temperatura (…) funcionan de manera similar a un andamio que podrías poner alrededor de tu casa, una vez que retiras el andamio, tu casa permanece, que es lo que sucede cuando disolvemos los MOF en una vacuna”, explicó Cara Doherty, científica senior del proyecto en un comunicado.
Para comprobar su eficacia, el estudio publicado en Acta Biomaterialia detalla que el equipo experimentó con dos vacunas, una para una enfermedad avícola y otra para la gripe.
Los resultados demostraron que al recubrir con MOF las vacunas, estas quedaron protegidas y viables hasta por 12 semanas a temperaturas ambiente y hasta 37 ºC.
“Este enfoque pionero en el mundo de estabilizar una vacuna con MOF es simple, rápido y escalable porque toma un paso”, indicó Ruhani Singh, autor principal del estudio.
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