Hasta el momento no hay registro de una administración del Poder Judicial de Veracruz que haya tenido en su dirección y subdirecciones tantas mujeres y, sobre todo, jóvenes. El dar oportunidad a gente joven en el servicio público tiene sus riesgos, sobre todo en puestos directivos, pues la experiencia que se debe adquirir para un responsabilidad que implica manejar recursos público es grande y no se adquiere de la noche a la mañana. Pero hay excepciones, como la Maestra Nallely García Hernández y Manuela Saldaña, quienes están al frente de Recursos Humanos  y Financieros del PJEV, mujeres con un perfil medio en cuanto a organigrama, sin una función política ni jurídica que estén relacionadas con la impartición de justicia; ellas, curiosamente, han sido atacadas recientemente en redes sociales bajo una narrativa que raya en la violencia de género, un discurso ofensivo al que se han sumado actores políticos del PAN y el PRI. “Ladran Sancho, señal de que avanzamos” dice El Quijote, y en este caso parece que el trabajo de transparencia y freno a los malos manejos administrativos en el PJEV provocan reacciones virulentas, que vienen desde que la Directora de Administración, Joana Bautista, empezó a poner orden y ahora le tocó a dos compañeras suyas. Parece que a alguien, o algunos, no les gusta que se trabaje con orden, responsabilidad y cortando añejos privilegios. Y si la perspectiva se volteara, parece que el trato misógino de abajo hacia arriba les alcanzó, pues en un Poder que tradicionalmente ha sido manejado por hombres, también ha sido una mala costumbre denigrar el desempeño de las mujeres que conforman la base trabajadora del Poder Judicial en Veracruz. ¿Fuego amigo o metralla de lejos?