El ruido de militares corriendo de un lado al otro y el polvo que levantan máquinas que trabajan con velocidad, haciendo excavaciones y colocando sistemas eléctricos en las pistas de despegue y aterrizaje, quedan atrás cuando se cruzan las puertas de cristal que marcan la entrada al edificio terminal del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Dentro del recinto, los sonidos de las obras se enmudecen y se percibe un olor a nuevo.

Al interior del inmueble no se observa la prisa de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) por terminar uno de los principales proyectos de infraestructura del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay música regional mexicana de fondo, los sillones ya están colocados —aunque todavía tienen el plástico protector encima—, plantas decoran el lugar y pantallas muestran imágenes del aeropuerto, de las columnas y de indicaciones relativas a las salas de abordaje y los baños.

Las mesas también ya están puestas frente a los locales comerciales. Cada uno, todavía con las cortinas abajo, tiene letreros que informan sobre lo que ahí se venderá: “tortas”, “dulcería”, “librería”.

En el piso de arriba, los suelos lustrados y los juegos infantiles listos para estrenarse contrastan con las decenas de trabajadores que suben y bajan andamios en una tarea contra el reloj para afinar los últimos detalles.

Cada una de estas acciones refleja un objetivo claro: terminar a tiempo para que el gobierno inaugure el aeropuerto de Santa Lucía el próximo 21 de marzo.

El presidente López Obrador fijó esa fecha para que coincida con el natalicio de Benito Juárez —figura histórica a la que frecuentemente dice admirar— y desde el inicio de su administración en 2018 ha defendido el proyecto frente a cuestionamientos y críticas. Por ejemplo, las dudas en torno a si bastará o no para satisfacer la demanda de movilidad aérea en el Valle de México o los señalamientos de que el cancelado Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) representaba una mejor opción.

Ahora, el compromiso para que todo esté listo el 21 de marzo está tan firme que los boletos para los vuelos programados para ese mismo día ya están vendidos. Viva Aerobus y Volaris despegarán de las pistas del AIFA con cuatro salidas hacia Tijuana, Cancún, Monterrey y Guadalajara.

“Tal como lo pidió el alto mando (el presidente López Obrador), se tendrán que hacer todos los trabajos y los esfuerzos para que así se haga y que el 21 de marzo se inaugure este aeropuerto en tiempo y forma”, dice a Grupo Expansión el capitán ingeniero constructor Jorge Adán Díaz Baltasar.

Foto: Jesús Almazán/Expansión MX

Cultura mexicana, de la entrada al abordaje

El AIFA no solo busca ser un punto de llegada y salida de aeronaves comerciales, sino también un sitio donde los usuarios tengan una experiencia cultural y turística diferente, sin dejar de lado la modernidad y el diseño.

Para ello, en el recinto se explota cada rincón. Desde los estacionamientos hasta las salas de última espera, los espacios están ambientados con temáticas alusivas a la historia de México, los pueblos mágicos o la cultura popular del país.

Cualquiera que llegue al AIFA —sea en transporte público, en vehículo particular o en taxi— tiene como punto principal de entrada la llamada Plaza Mexicana. Se trata de una extensión de más de 30,000 metros cuadrados para exposiciones y eventos culturales y artísticos. Ahí mismo, se observa el logo gigante de la marca país “México”, similar a los que atraen a los turistas en ciudades de todo el territorio nacional.

Al interior del edificio terminal, se conjugan acabados de madera con pantallas gigantes que proyectan paisajes o atractivos turísticos, como Chichén Itzá o el Ángel de la Independencia.

“Se usaron materiales muy mexicanos: cantera, pecho paloma, pinturas alusivas a los pueblos. Tenemos nuestro hito nacional, que es el calendario azteca, pendones que representan a cada uno de los estados de la República”, explica el teniente César Mendoza Garibo, responsable del frente de obra número 7.

Incluso, los 36 baños que se ubican en toda la terminal aérea están diseñados con temáticas diferentes que hacen homenaje a la cultura popular mexicana. Uno está dedicado al cine mexicano, con espejos que imitan a los de los camerinos y fotografías de celebridades como Pedro Infante, Germán Valdés ‘Tin Tan’, Jorge Negrete, Cantinflas y María Félix, entre otros.

La mayoría de los baños distribuidos en las salas de espera y comerciales está terminada en un 90%. Aunque muchos ya se encuentran completamente funcionales —con servicios de agua y luz—, los sanitarios fueron sellados con plástico para ser abiertos hasta el día de la inauguración.

Jesús Almazán/Expansión MX

Obra bajo mando militar

Para los ingenieros y supervisores de obra, la construcción del AIFA no es un trabajo más. Significa poner por delante su formación militar y entregar las instalaciones bajo tres principios: puntualidad, calidad y austeridad.

“Aquí se trabaja día y noche, estoy orgulloso de que nuestras acciones tengan beneficios a nuestra nación, porque a final de cuentas somos militares y esa es una de nuestras misiones, servir al país, y qué mejor que hacer lo que nos gusta y para lo que estudiamos”, dijo el teniente Mendoza Garibo, ingeniero constructor.

A lo largo de poco más de un kilómetro de extensión, en el entorno del edificio terminal se abrieron diferentes frentes donde decenas de trabajadores realizan sus labores a marchas forzadas. Ahí, personal militar se conjuga con elementos de la Guardia Nacional que hacen recorridos de reconocimiento y capacitaciones. También hay equipos de instalación de las bandas mecánicas para los pasajeros, iluminadores y decoradores que trabajan entre cincelazos y el ruido de esmeriles.

En dos años de obra, el cuerpo de ingenieros de la Sedena, con Gustavo Vallejo como cabeza, construyó un inmueble con capacidad para recibir a 19.5 millones de personas al año, así como una base aérea militar, en un área de 211,000 metros cuadrados.

La infraestructura es capaz de albergar aeronaves clasificación 4 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) —como el Airbus 380— y las pistas de aterrizaje y despegue son categoría III, lo que indica que se permiten operaciones incluso sin altitudes de decisión.

¿Qué aerolíneas operarán en el aeropuerto de Santa Lucía?

“La capacidad del aeropuerto en cuanto a los pasajeros a los que dará servicio de forma anual también es mayor a los otros dos aeropuertos que se encuentran cercanos, que es el de Toluca y el de la Ciudad de México. Se tiene contemplado que dé servicio en su primera fase hasta a 19.5 millones de pasajeros”, afirma el capitán Díaz Baltasar.

Las pistas tienen 4.5 kilómetros de longitud por 45 metros de ancho. Entre ellas habrá una separación de 1,600 metros cuadrados, lo que ayudará a que se realicen operaciones de forma simultánea. Serán las más largas del país y su presupuesto es de 7,715 millones de pesos.

Con todo esto, se espera que el AIFA pueda realizar 190,000 operaciones aéreas anuales, dirigidas por una torre de control de más de 80 metros de altura, la segunda más alta del país, que comenzó a hacer pruebas este mismo mes.

A 53 días de su inauguración, el aeropuerto de Santa Lucía, una de las megaobras que el presidente López Obrador quiere dejar como legado de su sexenio, vive los preparativos finales para poder emprender el vuelo.

Expansión MX

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