Un nuevo estudio ha descubierto que el cerebro percibe y analiza las voces desconocidas mientras dormimos, para decidir si se despierta o no. Es capaz de aprender, aunque esté inconsciente.
Investigadores de la Universidad de Salzburgo han descubierto que cuando nuestros cerebros duermen, están permanentemente atentos al entorno, especialmente a los sonidos que nos rodean.
Eso significa que el cerebro concilia la necesidad de descansar con la necesidad de despertarse en función de la información que llega de los sentidos.
Durante el sueño, nuestro cerebro presta atención especial a las voces que le resultan desconocidas, lo que según los investigadores significa que esa habilidad sería un mecanismo de defensa.
Es decir, cuando el cerebro oye voces familiares se desconecta con mayor facilidad, pero si aprecia voces desconocidas, incrementa su atención por si representan una amenaza.
Observación en directo
Para llegar a esta conclusión, los investigadores observaron la actividad cerebral de adultos dormidos en respuesta a voces familiares y desconocidas.
Descubrieron que las voces desconocidas provocaron más complejos K, un tipo de onda cerebral vinculada a perturbaciones sensoriales durante el sueño, en comparación con las voces familiares.
Aunque las voces familiares también desencadenan estos mismos complejos K, los investigadores observaron que solo las voces desconocidas desencadenaron complejos que estaban acompañados de cambios a gran escala en la actividad cerebral relacionada con el procesamiento sensorial, según explican en un comunicado.
Los investigadores destacan que, si bien es sabido que el procesamiento sensorial continúa mientras dormimos, lo que ellos han determinado es la capacidad del cerebro dormido para extraer y procesar información sensorial relevante.
Juego de voces
El equipo de investigación reclutó a 17 voluntarios para realizar el estudio, 14 de los cuales eran mujeres. Una vez que estaban dormidos, específicamente en el sueño sin movimientos oculares rápidos (NREM, por sus siglas en inglés), los investigadores reclutaron a alguien con una voz que cada sujeto conocía (una voz familiar o FV) y a alguien con una voz que cada durmiente no conocía (una voz desconocida o UFV).
Luego pidieron a los voluntarios con estas voces que pronunciaran los nombres de los sujetos durmientes y observaron sus efectos en las reacciones cerebrales.
La actividad cerebral de cada durmiente se registró durante la prueba mediante polisomnografía, que puede detectar ciertos tipos de actividad eléctrica en un cerebro dormido.
Cuando las voces de UFV y FV pronunciaron los nombres de los pacientes, las lecturas indicaron que el cerebro los estaba escuchando a ambos.
Sin embargo, cuando la UFV pronunció los nombres de los durmientes, una amplia gama de respuestas indicó que el cerebro estaba analizando y procesando el discurso. Esta reacción cerebral no se producía cuando la voz FV pronunció los nombres de los durmientes, destacan los investigadores.
Claras discrepancias
Estas constataciones ponen de manifiesto claras discrepancias en las respuestas cerebrales a los estímulos auditivos en función de su relevancia para el durmiente, según los investigadores.
Añaden que, cuando dormimos, el cerebro entra en un modo de procesamiento centinela durante el cual está atento a los procesos internos importantes (por ejemplo, si roncamos), al mismo tiempo que mantiene la capacidad de procesar la información que procede de los sentidos.
Eso significa que, cuando dormimos, el cerebro está por un lado pendiente de lo que pasa en el organismo, y por otro lado atento también al entorno para decidir si debe despertarse o seguir durmiendo.
La investigación es importante porque ayuda a entender mejor cómo el cerebro dormido filtra información y la procesa, aunque esté inconsciente.
Aprender durmiendo
Otra conclusión importante de esta investigación es que los participantes en el experimento estaban aprendiendo mientras dormían.
Los investigadores llegaron a esta conclusión porque, a pesar de estar dormido, el cerebro de los participantes se fue despreocupando a medida que las voces desconocidas se volvían más familiares a través de la repetición.
Es decir, el cerebro dormido fue capaz, en primer lugar, de escuchar voces en el entorno. En segundo lugar, de diferenciar las voces familiares de las desconocidas. Y, en tercer lugar, de asumir como inofensivas las voces anónimas, al aprender que no representaban una amenaza.
Según los investigadores, esto significa que, en algunas situaciones, podría ser posible aprender nueva información mientras dormimos.
Bastaría con que las voces que escuchamos mientras dormimos sean moderadamente bajas y no duren demasiado, aunque de momento esta posibilidad solo podría experimentarse en laboratorio.
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