La información se transmite de manera creciente a través de imágenes, gráficos y videos, por lo que frecuentemente las personas con discapacidad visual suelen quedar excluidas. Actualmente, científicos alemanes trabajan en una tecnología que les facilite el acceso a los mundos digitales.

Gadija Gonsalwes, por ejemplo, quiere estudiar abogacía. Sus calificaciones en la escuela son muy buenas y tiene casi garantizada su plaza de estudio.

Sin embargo, no hay certeza de que esta sudafricana de 18 años pueda trabajar alguna vez como abogada, ya que la joven es ciega. Procede de una familia sin recursos y prácticamente no cuenta con acceso a tecnología que posibilite a personas con discapacidad visual acceder a los mundos digitales.

Incluso en la nación más avanzada de África, Sudáfrica, las personas con discapacidad visual prácticamente no cuentan con este tipo de equipamiento.

De parte del Estado existe solamente poco apoyo financiero. Tanto Gonsalwes como sus compañeros de clase en la escuela para ciegos Athlone, cerca de la turística Ciudad del Cabo, aprenden principalmente con las sencillas máquinas de escribir Braille.

En total, los 322 alumnos disponen de tan solamente 15 computadoras de escritorio y ordenadores portátiles equipados con software parlante especial. Los estudiantes se encuentran aislados del mundo visual de Internet, donde la información se transmite cada vez más a través de imágenes, gráficos y vídeos.

«Con la tecnología que momentáneamente tenemos solamente podemos transmitir conocimientos básicos», afirma John Philander, director de la escuela, en el marco del Día Mundial del Braille, que se celebró el 4 de enero. Y admite que prácticamente no pueden enseñar las materias científicas.

Gonsalwes sueña con una carrera y un futuro en el que pueda desenvolverse y llevar una vida independiente. Pero solamente el tres por ciento de los discapacitados visuales de Sudáfrica encuentra un trabajo, según datos del Consejo Sudafricano de Ciegos. En otros países del continente, la cifra es aún menor.

Según informaciones de la revista especializada «The Lancet Global Health», en 2020 había más de 300 millones de personas ciegas y con discapacidad visual severa en todo el mundo.

Según advierte la publicación, el creciente manejo de información a través de Internet les plantea importantes problemas a estas personas. Porque la tecnología que hace que la información pueda ser utilizada por los discapacitados visuales tiene un costo prohibitivo para muchos.

Por ejemplo, hay empresas que han desarrollado monitores que pueden mostrar al menos gráficos sencillos en Braille, pero estos aparatos grandes y pesados pueden valer decenas de miles de euros.

Actualmente, un equipo de investigadores alemanes se encuentra trabajando para revertir esta tendencia. «Para ello tiene que haber una solución económica», pensó la ingeniera mecánica germana Elisabeth Wilhelm.

Como parte de su tesis doctoral, Wilhelm desarrolló un prototipo de monitor que convierte las imágenes y los gráficos del ordenador en patrones táctiles en braille.

Según cuenta esta mujer de actualmente 34 años, su objetivo fue crear un dispositivo liviano y que pueda utilizarse de forma móvil en tamaño A4, que costara unos 3.000 euros y que no tardara más de diez segundos en crear imágenes.

El prototipo, por el que Wilhelm recibió el Premio Alemán de Estudios de la Fundación Körber en 2016, era un módulo del tamaño de un teléfono móvil con 300 puntos tangibles, en relieve.

«El prototipo demostró que funciona, pero se debe continuar investigando», afirmó Wilhelm. Actualmente se encuentra trabajando en este terreno un equipo liderado por Bastian Rapp en la Universidad Albert-Ludwig de la ciudad alemana de Friburgo.

«Estamos en los primeros estudios previos, también probándolos con personas con discapacidad visual», afirma Rapp. Y especifica que el próximo paso será un gran estudio, con la expectativa de que las primeras pequeñas series del aparato puedan llegar al mercado hasta fines de 2023.

Tanto a Gonsalwes como a su amiga de la escuela Avril Wessels, de 22 años, les gustaría «mirar» YouTube como a otras jóvenes, o bien navegar por Instagram.

Pero, y por sobre todo, charlan sobre la apasionante vida universitaria y sobre sus planes para el futuro profesional. Sin embargo, en el fondo de sus corazones saben que esto podría seguir siendo solamente un sueño.

infobae.com

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