En 2022 viviremos la más cruda cuesta de enero de las últimas dos décadas, con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) alrededor de 83 bienes y servicios del índice nacional de precios al consumidor alcanzaron incrementos, de los cuales 58 son referentes a la alimentación.

En efecto, si hubo un concepto que imperó durante el último mes de 2021 fue el de la inflación. Con el se vislumbraba ya desde entonces el considerable aumento de precios, que por ahora ya sabemos será histórico; y tras de él seguirá un encarecimiento generalizado que hasta los mas optimistas ya empiezan a resentir.

Aunado a la pulverización del poder adquisitivo de la moneda, a la disminución de la capacidad de compra y a la reducción de las tasas de interés para ahorradores, así como el aumento de gasolinas, transportes y demás.

No perdamos de vista por favor, el aumento de las tasas de interés que se pagarán por los créditos, por citar uno básico me referiré a los créditos hipotecarios otorgados por los fondos de vivienda, como Fovissste e Infonavit, pues como es sabido cada año aumenta en el mes de enero el monto de la mensualidad que se pagará durante el año, debido al factor de actualización aplicable.

Factor que hasta el año 2017 lo fue el salario mínimo (VSM) y que posterior a la desindexación del salario para la tasación, fue sustituido por la unidad de medida y actualización (UMA), la que rige cada año y que para el año 2021 alcanzó un valor diario de 89.62 pesos mostrando un incremento del 3.15% respecto del año 2020.

Por lo que para quienes tienen créditos hipotecarios contratados con los fondos les impactará directamente en el costo de su mensualidad, quizá en parte ello explica el por qué, por mas que se paga un crédito, pareciera que lejos de terminar de pagar, la deuda sube y sube.

También habrá que referirse a quienes perdieron el empleo, casos en donde la situación se torna aun mas grave.

Casi para el cierre del año pasado se echaron campanas al vuelo, por considerar que hubo un aumento en la colocación de crédito sobre todo en tarjetas de crédito, consumo, y préstamos de nómina.

Desafortunadamente el crédito que tenemos en México es un crédito que no abona al crecimiento por las altas tasas de interés que se cobran y también porque no existe una franca revisión de las políticas que siguen las instituciones de crédito para la colocación de sus productos, las que resultan en abusos y atropellos a los usuarios.

Si a eso sumamos una baja supervisión a las causas que generan la moratoria y escasa sanción a quienes atropellan los derechos de sus clientes o usuarios, y una sordera total a los reclamos de quienes han sido afectados por altos cobros, fraudes o publicidad engañosa, tenemos como resultado, que la cuesta de enero este año será solo la punta del iceberg en materia de deudas y lo que vamos a experimentar el resto del año.

Tan solo para el año 2019 según la encuesta sobre finanzas en los hogares, elaborada por el INEGI ya daba cuenta de que el 60% de los hogares mexicanos tenían alguna deuda, año en el que aún no se conocía el covid; con lo que sucedió los dos años posteriores, sin duda esa cifra está mas que rebasada.

Y este año el gran dilema no será pagar, sino comer o pagar. Pues ya desde el año pasado los expertos hablaban sobre que para el 2022 era muy probable que se presentara una crisis alimentaria.

Total que los tiempos son difíciles, los mejores sensores sobre el desempeño de un gobierno se da en los hogares, en la mesa, en los bolsillos de las familias en el estrés que se vive por no poder pagar a tiempo y solventar las necesidades básicas de una familia.

¿Ahorrar? Bueno, eso es ya de nuevo algo muy complejo, pero sí podemos hacer la promesa de ser mejores consumidores, comparar precios, y no comprometer la capacidad de pago mas de lo que ya esté.

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