Neuronas creadas en laboratorio han aprendido a jugar un videojuego y lo han hecho mejor que la Inteligencia Artificial, toda una revolución tecnológica que permite pensar en la creación de cerebros ciborg capaces de superar los sistemas informáticos actuales.
Un conglomerado de neuronas vivas, cultivadas en laboratorio y conectadas a un microelectrodo, no solo fueron capaces de aprender a jugar un histórico videojuego, sino que incluso lo hicieron mejor que un programa de Inteligencia Artificial.
El videojuego utilizado en esta investigación, desarrollada por la empresa australiana Cortical Labs (especializada en la fabricación de chips informáticos biológicos), y dirigida por Brett Kagan, está basado en el deporte de tenis de mesa.
Tal como informa New Scientist, cada uno de los mini cerebros creados en el marco de esta investigación tiene entre 800.000 y 1 millón de células cerebrales vivas, el equivalente aproximado a lo que es el cerebro de una cucaracha.
Algunos de estos cerebros se fabricaron a partir de células de ratón extraídas de embriones, mientras que otros se fabricaron a partir de células cerebrales humanas derivadas de células madre.
Matrices de microelectrodos
Para permitir que estos mini cerebros interactuasen con un entorno real, los investigadores cultivaron las células nerviosas en matrices de microelectrodos que pueden, tanto estimular las neuronas artificiales, como leer su actividad.
En su versión simplificada, el juego muestra en una pantalla la deriva de una bola: los científicos consiguieron conectar las neuronas a los desplazamientos de la bola, para que aprendieran a jugar con ella y llevarla a donde mejor corresponda.
El efecto conseguido es doble: por un lado, las neuronas pueden percibir la bola desplazándose por la pantalla; y, por otro lado, pueden también enviar señales para mover la bola con una orientación específica: como si estuvieran en Matrix, las neuronas se identifican completamente con la raqueta virtual del videojuego.
Rapidez y solvencia
Lo que demostró el experimento es que estas neuronas conectadas con el videojuego no solo aprendieron con sorprendente solvencia a jugar con la bola, sino que lo hicieron más rápidamente que algunos programas de inteligencia artificial.
Mientras que las IA probadas en el experimento requirieron 5.000 viajes de ida y vuelta para dominar el juego, las neuronas artificiales solo necesitaron de 10 a 15 iteraciones, es decir, unos 5 minutos de aprendizaje.
El aprendizaje automático es una rama de la inteligencia artificial que ha alcanzado sorprendentes aplicaciones tecnológicas, con una capacidad de aprendizaje superior a la obtenida hasta ahora en neuronas de laboratorio.
La nueva investigación pone de manifiesto que estos cerebros artificiales, también conocidos como cerebros cyborg, pueden alcanzar una inteligencia superior a la que se pensaba hasta ahora.
Nueva era en el aprendizaje automático
Esto demuestra que un cerebro artificial equivalente al de una cucaracha puede aprender a jugar un videojuego y, por primera vez, a realizar tareas dirigidas a objetivos.
Dado que estas neuronas aprenden mucho más rápido que los modelos de IA actuales, esto puede conducir a una nueva era en el aprendizaje automático, destacan los investigadores.
También señalan algo significativo: existe una diferencia entre la potencia de aprendizaje de las neuronas obtenidas de células humanas y de las obtenidas de células de ratón, aunque los investigadores no pueden afirmar que eso se deba a la naturaleza humana de las neuronas más capaces.
Éxito tecnológico
Puede que el siguiente paso sea repetir el experimento con mini cerebros formados exclusivamente por neuronas humanas, para enfrentarlos con una IA y observar eventuales diferencias en los tiempos de aprendizaje.
Otro aspecto destacado de esta investigación es el éxito tecnológico que representa haber conseguido que una red neuronal tan primaria pudiera entender los datos digitales proporcionados por el videojuego, así como actuar en ese entorno.
Eso significa que la posibilidad de crear cerebros sintéticos, con la capacidad de superar la inteligencia de los sistemas informáticos actuales, es cada vez más real: de hecho, es algo en lo que ya están pensando los autores de esta investigación.
epe.es