Ayer domingo celebramos el 17º encuentro anual de Alianza Generacional en lo que fue una invaluable oportunidad para la reflexión y las definiciones.
Decidimos volver al origen que dio razón y sentido a nuestra Asociación Política, en un momento en el que no debe haber espacio para la nostalgia complaciente ni para la autocompasión política. Lo hicimos porque no debemos ser omisos ni sumisos, sino que debemos alzar la voz para recuperar nuestro origen y nuestra esencia.
Hoy Veracruz está hundido en la oscuridad. Lo mejor del talento político veracruzano se ha diluido. Hay, por tanto, ausencia de conducción, déficit de bienestar y exceso de violencia. No hay rumbo ni timón. Y muy pronto, es posible que tampoco haya barco.
Hemos perdido años valiosos en medio de la confrontación, la pillería, el rencor y la ocurrencia. Por eso, la gente ha dejado de confiar. La certeza sobre el futuro se ha perdido. El orgullo de haber nacido en esta tierra prodigiosa se ha opacado.
Sólo quienes se han enriquecido al amparo de una falsa honestidad y una austeridad cínica, se pueden sentir satisfechos de sus propios resultados y eso, a los veracruzanos, nos llena de coraje e impotencia.
Las cifras no mienten. En política sólo cuentan los números duros y son estos: el crecimiento económico ha caído en -1.8% de finales de 2018 a 2021. Hoy 5.2 millones, es decir, más del 60% de nuestra población no gana lo suficiente para tener una subsistencia digna; dos millones y medio de personas no tienen acceso a la salud.
La supuesta reducción de la pobreza en los últimos dos años no es mérito de un gobierno con visión incluyente, sino de la transferencia directa de 30 mil millones de pesos en remesas por parte de millón de veracruzanos que, antes y ahora, han abandonaron nuestra tierra. Al menos 250 mil lo han hecho en los últimos dos años.
El aumento al salario mínimo es un espejismo. Por un lado, debemos entender que el salario lo paga el patrón, no el gobierno; y por el otro, que el aumento que no veíamos desde hace mucho tiempo, se esfumó antes de entrar en vigor con una inflación proyectada superior al 7%, más del doble de la esperada y la más alta en lo que va del siglo.
En seguridad y gobierno también hay una crisis profunda. Frente al optimismo desbordado está el aumento de ejecuciones, feminicidios, secuestros y otros delitos de alto impacto.
Hoy, la inseguridad en Veracruz se recrudece con la figura de “ultraje a la autoridad”, delito de manufactura cuatroteista y de reciente creación, como la principal herramienta del gobierno en la persecución de sus adversarios políticos.
Veracruz no merece este tiempo de autoritarismo, de mediocridad, de ignorancia y de perversión. Como veracruzanos bien nacidos, no podemos mantener un silencio cómplice. Tampoco llegar al extremo del cuestionamiento burdo y pendenciero. Por eso, si esperamos el próximo proceso electoral para organizarnos, será demasiado tarde.
Nos asumimos como opositores. Pero no por el hecho de pertenecer a partidos diferentes o de militar en organizaciones diversas, sino por oponernos a entregar a Veracruz a un futuro de pobreza, desempleo y miedo.
Somos opositores a la idea de que debemos resignarnos a este estado lamentable de condiciones sociales, de carreteras y calles destrozadas, a que nuestro patrimonio histórico esté abandonado y nuestros recursos naturales devastados.
Somos opositores a una política de liliputienses y canallas. También de los acuerdos que no se cumplen y de los partidos de puertas cerradas. Pero somos también postulantes de soluciones a los problemas de la gente.
Darle nueva vida a Veracruz implica, primero, recuperar la fe de que esta tierra está destinada a ser potencia, orgullo de México. Que no hay sitio con mayor cultura, historia y potencialidad que Veracruz, ni talento más grande que el de los veracruzanos.
Es momento de cerrar filas y de sacar a Veracruz de su letargo. Esa debe ser nuestra causa. Liberar a Veracruz del secuestro de los presuntos rescatistas que nos han hundido en la mediocridad. La gente ha votado una y otra vez por cambiar y han tenido razón. Pero hoy cunde la decepción y el abandono.
Hoy los aliancistas nos declaramos listos para participar en la articulación de un gran frente opositor que recupere a Veracruz. Lo hacemos sin protagonismos, con el compromiso de hacer prevalecer el proyecto sobre los nombres, incluyendo el mío.
El momento es ahora…. y somos nosotros.
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