Activistas ambientales elogian el fin de la generación de electricidad a base de carbón en Portugal, aunque el lunes dijeron que la posible conversión de la última planta energética a carbón del país en una que explote madera sería un error.
La planta Pego, ubicada a 150 kilómetros (90 millas) al noreste de Lisboa, la capital portuguesa, dejó de funcionar durante el fin de semana cuando Portugal se convirtió en el cuarto país de la Unión Europea en detener la combustión de carbón para producir electricidad. Bélgica dejó el carbón en 2016 y, el año pasado, Austria y Suecia siguieron sus pasos.
Portugal importa carbón, petróleo o gas y, en décadas recientes, ha hecho fuertes inversiones en energía verde.
“Las malas perspectivas económicas del carbón y el deseo colectivo de acciones para frenar el cambio climático están llevado a la gradual desaparición del carbón por toda Europa”, dijo Kathrin Gutmann, directora de campaña de Europe Beyond Coal (Europa más allá del carbón), cuyo objetivo es que para el 2030 Europa deje de consumir carbón de forma escalonada.
La energía del carbón es la fuente más grande por sí sola de emisiones de gas que producen el efecto invernadero.
“El desafío actual es asegurar que los servicios no cometan el error de reemplazar el carbón con gas fósil o biomasa no sustentable”, dijo Gutmann en un comunicado.
Pero las propuestas para seguir con la planta Pego, que está en licitación, incluyen biomasa.
Saturday Nov 20th was the last day Portugal will get any of its electricity from coal! The Pego power pant had been responsible for 4% of the country's CO2 emissions.
But Portugal mustn't make the same mistake as the UK and switch from dirty coal to dirty #bigbadbiomass burning! https://t.co/7KylWyc2Qt
— Biofuelwatch (@biofuelwatch) November 22, 2021
El ministro de Medio Ambiente de Portugal, João Pedro Matos Fernandes, indicó que otras propuestas, que deben presentarse para el 17 de enero, incluyen energía solar y producción de vehículos eléctricos.
“Liberarnos de nuestra principal fuente de gases de efecto invernadero es un momento trascendental para Portugal. Pero se estropea con la posibilidad de que la planta sea convertida para incendiar bosques”, dijo Francisco Ferreira, director de la asociación ambiental portuguesa ZERO.
Reporte Indigo