El alba aparece y él cierra los ojos. Sus labios rojos mojados están saboreando aún el recuerdo de una carne blanda de inquieta vena, pero ¡cuánto desea, por encima de todas las carnes, deleitarse con un trozo de pastel de blanco merengue!

Cansado de cazar en las noches, Nosferatu, quiere tanto llegar a casa hallando en la mesa la cena hecha. «¿Por qué no es fácil comer?», se pregunta cuando el estómago ruge sobrevolando los tejados del pueblo quieto. Mientras va volando vislumbra de entre las ventanas al sueño en calma que tiene su alimento y recuerda, casi como si no fuera cierto, sus noches durmiendo.

A veces, cuando el día tiene un sol resplandeciente que le hace víctima de insomnio, quisiera el valor de correr las cortinas y mirar a la golondrina cantar sin antes quemarse. Otras veces desea saber si su capa no está al revés o si su cabello le sienta bien, mas el espejo su enemigo es.

El alba aparece y él cierra los ojos, seguro que sueña, ¿con qué?, nadie lo puede saber, tal vez con el cielo o a lo mejor con un plato al mojo de ajo, con visitar a la iglesia en la que fue bautizado o en encontrar el descanso entre la luna y una almohada en vez de en una fría caja.

 

 

 

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