Ahora que los líderes del PRI, ante la polémica reforma eléctrica que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión, están haciendo malabares para no quedar mal con el PAN y PRD, pero sobre todo con los millones de ciudadanos que en las elecciones federales pasadas votaron por el bloque opositor para hacerle contrapeso a Morena en la Cámara de Diputados, ha llamado la atención el mutismo de Pedro Joaquín Coldwell, ya que además de haber sido dirigente nacional del partido tricolor en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto también fue secretario de Energía durante el sexenio del priista mexiquense, cuya reforma energética ahora pretende echar atrás el obradorismo.

Pedro Joaquín –primo del actual gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, del PAN-PRD–, al igual que muchos otros ex funcionarios peñistas sigue sin sacar la cabeza aparentemente por temor a que el régimen de la 4T le inicie cualquier indagatoria a través de la Fiscalía General de la República o de la Unidad de Inteligencia Financiera, como ha sucedido con Rosario Robles, ex titular de Sedesol y Sedatu, o Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex.

Y es que el quintanarroense, como presidente del CEN del PRI en 2012, debió estar enterado de los supuestos sobornos que el consorcio brasileño Odebrecht entregó para la campaña presidencial de Peña Nieto, pues en ese año, cuando la trasnacional carioca construía a través de la sociedad Braskem-Idesa el Complejo Etileno XXI en la región de Coatzacoalcos, quien gobernaba el estado era Javier Duarte de Ochoa, cuyo padrino de boda fue precisamente Pedro Joaquín por su estrecha amistad con el empresario Tony Macías, padre de Karime Macías, recién separada del ex mandatario veracruzano actualmente preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México por asociación delictuosa y lavado de dinero.

Hace una semana, casualmente, se anunció que las “diferencias históricas” entre Petróleos Mexicanos y Braskem-Idesa quedaron zanjadas luego de que la empresa de capital brasileño y mexicano anunció un acuerdo con Pemex para construir en el municipio de Nanchital una terminal para la importación de etano, gas utilizado para producir plásticos, en la cual se invertirán 400 millones de dólares.

Con la construcción de estas instalaciones que se ubicaran en la laguna de Pajaritos quedó resuelto el conflicto que la empresa méxico-brasileña mantenía con el gobierno obradorista, el cual consideró que el contrato de suministro del hidrocarburo era leonino, pues Braskem-Idesa pretendía que el gas tuviera un subsidio de 75 por ciento en el costo, como lo había negociado con Pemex desde la administración del ex presidente Felipe Calderón y que luego avaló Peña Nieto.

Ahora el compromiso de volumen mínimo de Pemex para suministrar 30 mil barriles por día de etano cambió hasta la puesta en marcha de la terminal de importación, programada para finales de 2024 o febrero de 2025 si es que se extiende el plazo en caso de posibles retrasos en la obtención de licencias. Braskem-Idesa tiene el derecho hasta 2045 de adquirir todo el etano disponible de Pemex que no haya consumido en su propio proceso de producción.
Agradecimiento

Ante la imposibilidad de hacerlo de manera personal con cada uno, aprovecho este espacio para agradecer infinitamente a todos los amigos, familiares y lectores por sus mensajes de felicitación y presentes que con motivo de mi cumpleaños me hicieron llegar ayer. A todos, muchas gracias por sus generosas muestras de afecto.
Por cierto, también le deseo a nuestro entrañable amigo, el doctor Hilario Ruiz Zurita, de Martínez de la Torre, una pronta recuperación de su estado de salud. Primero Dios, pronto lo volveremos a ver por Xalapa seguramente.