Bella, de delicada piel blanca y tersa, muñeca de ropero. Sentada analiza sus pensamientos, rememora el tiempo, ¡oh! hermosa creación. La niña mira su mano, mano dulce, aún cálida. Y ahí, al pie de la cama, las paredes blancas se machan de materia gris. El cerebro reventó a causa de la bala.
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