Algunas personas practican la solidaridad al donar sangre para salvar vidas. También se puede donar en vida médula ósea, un riñón, piel o hígado. Recientemente, se sumaron los trasplantes de materia fecal para ayudar a personas con enfermedades intestinales que no han conseguido buenas respuestas con otros tratamientos. Una investigación en ratones que se desarrolló en Irlanda abrió ahora otra posibilidad: ¿Podría el trasplante fecal a partir de personas jóvenes rejuvenecer el cerebro de los mayores?

Si bien se trata solo de un estudio realizado en animales en el laboratorio, los resultados -que fueron publicados en la revista Nature Aging- demuestran que los ratones mayores tuvieron algunos cambios en el cerebro que los acercaron a los más jóvenes. Son también una evidencia de las interacciones que ocurren entre lo que pasa en el sistema digestivo y en el cerebro.

Hoy la comunidad científica sabe más sobre lo que antes se conocía popularmente como la “flora intestinal”. Pero ya ni se habla de “flora”. Porque gracias a la secuenciación genómica, investigadores han descubierto que las comunidades de microorganismos en el interior del cuerpo de cada persona, que son conocidas como el microbioma humano, influyen mucho más de lo que se habían imaginado. Son parte integral del eje intestino-cerebro: modulan la fisiología del cerebro durante todas las etapas de la vida en la salud y la enfermedad.

Esa población de microorganismos desempeña un papel clave en el mantenimiento de la salud. Cuando se altera, puede provocar graves problemas. Por ejemplo, en algunas personas se pierde diversidad en la microbiota intestinal y hay más riesgo de que desarrollen la infección por Cristaloides difficile. Algunos pacientes no responden bien al tratamiento con medicamentos o tienen infecciones recurrentes. En ellos se empezó a realizar el trasplante de materia fecal a partir de la donación de personas sanas que dan su consentimiento para ayudar a los pacientes. Se hace en diferentes países del mundo, incluyendo México, Brasil y la Argentina.

En ese contexto, los científicos del Departamento de Anatomía y Neurociencia del Colegio Universitario Cork y otras instituciones científicas de Irlanda quisieron estudiar qué impacto podía tener el trasplante de material fecal en el cerebro. Encontraron que la intervención con trasplante de parte del microbioma desde los ratones jóvenes a ratones viejos puede hacer retroceder parcialmente el reloj del cerebro que envejece.

Los científicos tomaron muestras fecales de ratones de 3 a 4 meses. Es decir, que eran animales adultos jóvenes, y las trasplantaron a animales de 20 meses. Lo hicieron al alimentar a los ratones viejos con una papilla de heces mediante una sonda dos veces por semana durante 8 semanas. Como controles, otros ratones viejos recibieron trasplantes de otros ratones viejos, y hubo ratones jóvenes que recibieron trasplante de otros jóvenes.

Como consecuencia, se observó que los microbiomas intestinales de los ratones viejos que recibieron microbios de los jóvenes empezaron a parecerse más los de los más jóvenes. También se produjeron cambios en el cerebro. El hipocampo de los ratones viejos, que es una región del cerebro asociada al aprendizaje y la memoria, se volvió más similar física y químicamente al de los ratones jóvenes.

Los ratones viejos que recibieron material fecal de ratones jóvenes también aprendieron a resolver laberintos más rápidamente y recordaron mejor el trazado del laberinto en intentos posteriores. Ninguno de esos cambios se observó en los ratones viejos a los que se les administraron heces de ratones viejos. Aunque los científicos reconocieron que después del trasplante, los más viejos no se volvieron más sociables, un punto que habían pensado porque hay estudios previos que asocian al estado del microbioma con más interacción social.

Tras los resultados, el doctor John Cryan, líder de la investigación en Irlanda, señaló: “Es casi como si… pudiéramos pulsar el botón de rebobinado en el proceso de envejecimiento”. Si bien reconoció que era solo un experimento en animales, sostuvo que ofrece una esperanza. “Lo bueno de tu microbioma -a diferencia de tu genoma- es que puedes cambiarlo”, resaltó.

¿Cuán lejos está la humanidad de rejuvenecer el cerebro con los trasplantes fecales? Tres investigadores en gastroenterología y neurociencias contestaron a Infobae, y coincidieron en afirmar que aunque el experimento parezca muy futurista podría llegar a ser una opción viable en algún momento.

Carlos Waldbaum, de la división Gastroenterología del Hospital de Clínicas José de San Martín de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ha realizado 60 trasplantes fecales en pacientes en la Argentina desde 2017 bajo diferentes protocolos de investigación. Contestó a Infobae: “Existen evidencias que apoyan la relación entre la microbiota y el sistema nervioso central. Pero aún queda por establecer su papel en la patogenia de algunas de las más prevalentes enfermedades neurológicas. Por ahora, la única indicación validada que se ha incorporado en la práctica clínica del trasplante de microbiota fecal es la infección por Cristaloideos difficile, y aún las agencias de salud no terminan de definir el carácter de este tratamiento”. En noviembre del año pasado, el doctor Waldbaum publicó con su equipo un trabajo sobre su experiencia en trasplantes fecales en la revista Medicina.

Durante los últimos diez años, “han aumentado las evidencias a través de diferentes líneas de investigación en el mundo sobre la interacción entre la microbiota intestinal y su impacto en el sistema inmune, nervioso y metabólico del ser humano. Todo ha motivado a numerosos científicos ha explorar el papel del trasplante fecal más allá de la gastroenterología, pero aún falta recorrer un camino”, señaló Waldbaum.

En tanto, Agustín Ibáñez, director del Centro de Neurociencia Cognitiva de la Universidad San Andrés en Argentina, y del Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (Brain Lat), con base en la Universidad Adolfo Ibáñez, en Chile, comentó a Infobae: “El estudio de los investigadores de Irlanda es buenísimo. Proponen que el trasplante fecal tiene un impacto en el hipocampo del cerebro, con cambios en la conducta cognitiva”. Aunque el investigador también consideró que el rebobinado del cerebro no sería total.

“Hoy sabemos que la microbiota tiene su impacto en el desempeño cognitivo y la salud cerebral. Pero se trata de un proceso muy complejo y hay una gran heterogeneidad en las microbiotas de las personas. Considero que falta más investigación para que el trasplante fecal sea un tratamiento más estandarizado y eficiente en general”, afirmó Ibañez.

“La declinación cognitiva e inmunológica se asocia con la alteración de la microbiota intestinal en el envejecimiento. Por esto, el trasplante fecal podría llegar a ser una opción en el futuro. Considero que está muy bien hecho el estudio en Irlanda. Pero se deberá demostrar su eficacia y seguridad con ensayos clínicos para indicarlo en seres humanos”, opinó Pablo Bagnati, del Servicio de Neurología Cognitiva de Fleni en Argentina. “Hoy hay mucha investigación que apunta al bienestar de las personas a medida que pasa el tiempo. Se sabe que las personas pueden ser protagonistas de su propio envejecimiento. Antes, no sabíamos que el 40% de las demencias se pueden prevenir”, resaltó Bagnati.

En la actualidad, el 5% de los adultos mayores tiene un “envejecimiento exitoso”, explicó Bagnati. “Son personas mayores que tienen rendimiento psicofísico similar a personas menores de 50 años. Han heredado genes longevos y no tienen las enfermedades prevalentes del envejecimiento típico”, precisó. “Pero la gran mayoría de las personas mayores tienen el llamado envejecimiento típico, con una o más enfermedades prevalentes, como hipertensión arterial, colesterol elevado, diabetes, artrosis o glaucoma, entre otras”, agregó.

Todas las personas mayores puede adoptar vivir un “envejecimiento saludable”, subrayó el doctor Bagnati, y recordó que la Comisión impulsada por la revista The Lancet dedicada a la demencia puntualizó cuáles son los factores que hay que tener en cuenta: buen control de la hipertensión, colesterol, glucemia, del sobrepeso y la obesidad, y evitar consumo de tabaco. Además, hay que realizar más actividades de aprendizaje, adoptar una actividad social integrada, evitar el consumo excesivo de alcohol y el sedentarismo, controlar la depresión y otros trastornos de la salud mental, y prevenir el traumatismo de cráneo.

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