La temeraria e inexplicable decisión del Presidente López Obrador de impedir que se vacune a los menores de 17 años –incluso aquéllos que tengan una comorbilidad- la justifica en dos falsos argumentos, puestos en evidencia por el propio gobierno federal.

El primero de ellos es que no hay evidencia científica de que la vacuna sea necesaria en niñas, niños y adolescentes de este grupo de población, por lo tanto, ¡resultaría un desperdicio aplicarlas!. “Hay que ver científicamente si es necesario. No debemos ser consumistas, hay que comprar lo que se necesita. No al desperdicio”, dijo mientras arremetía nuevamente contra las farmacéuticas. ¿En verdad no se necesitan?

Hace un mes, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) recomendó la aplicación de la vacuna de Moderna contra el COVID-19 a menores de 12 a 17 años, por lo que sería la primera vez que se autoriza esta vacuna en menores de edad.

En Estados Unidos, los mayores de doce años pueden recibir sin ninguna restricción la vacuna de Pfizer/BioNTech. Ya muchos países de la UE, como Francia e Italia, hacen lo mismo. En España, la campaña de vacunación para niños y adolescentes inició dos semanas antes del arranque del curso escolar.

Esa fue la razón por la que Cofepris autorizó el uso de la vacuna Pfizer a partir de los doce años. En un comunicado del 24 de junio, la Comisión dictaminó procedente la modificación a las condiciones de autorización para uso de emergencia de esta vacuna, ampliando la indicación terapéutica para su posible aplicación a partir de los 12 años.

Ese mismo día, López-Gatell tuiteó: Con gusto informo que @COFEPRIS ha autorizado la ampliación de la indicación de la vacuna Pfizer para mayores de 12 años; es la primera vacuna contra #COVID19 autorizada para adolescentes en nuestro país. Es una noticia que permitirá seguir protegiendo al pueblo de México. Eso quiere decir que hay evidencia científica suficiente. Lo que falta es la voluntad del Presidente.

La segunda mentira. Reconvenido en su entusiasmo y sin poder negar su propio dicho, López-Gatell recurrió a una de las excusas más absurdas que hoy lo tienen en la hoguera de la opinión pública: vacunar a los menores de edad que han recurrido a amparos, implicaría quitarle la oportunidad a una persona que tiene un mayor riesgo de contagio o de enfermedad grave.

“Por cada dosis que por acción judicial por esta sentencia de amparo se desviara hacia un niño o niña, cuyo riesgo en menor, se le está quitando la oportunidad a una persona que tiene un riesgo mayor”, dijo en conferencia. Falso.

Actualmente, el país cuenta con casi 20 millones de vacunas disponibles. Si bien es cierto que hay aún muchos grupos de población que aún no reciben la segunda dosis, también lo es el hecho de que el número de amparos que han presentado los padres de familia acaso rebasan los 262 en todo el país.

En su ruindad, en lugar de disponer de estas dosis, el gobierno federal decidió hacer una investigación de las motivaciones de padres de familias y jueces para promover y conceder estos amparos.

Pero si la aplicación de la vacuna implica que “se le está quitando la oportunidad a una persona que tiene un riesgo mayor”, ¿cómo explicar entonces que el país siga enviando vacunas en donación a otros países? Con esas vacunas, ¿no se estaría quitando también la misma oportunidad a miles de personas y no sólo a 262?

En junio pasado, el gobierno de México envió a Argentina las primeras 800 mil vacunas anticovid de AstraZeneca que se producen de manera conjunta; y confirmó que donó 400 mil dosis a Belice, Bolivia y Paraguay.

Si el argumento es que no se trata de una vacuna que se pueda aplicar a los menores de edad –sólo Pfizer está autorizada-, es indefendible el hecho de que esas vacunas sí se pueden aplicar a otros segmentos de población que no han recibido el esquema completo de vacunación.

No hay argumentos para negar la vacuna a los menores de edad. Existe la evidencia científica -¿acaso Cofepris autorizó la vacuna sin contar con ella?-, y hasta ahora tampoco hay escasez. Esta misma semana estarían llegando al menos otros 6.3 millones de dosis donadas por Estados Unidos.

Primero fue el desabasto de medicinas para niños con cáncer; ahora la negativa de vacunas a los pequeños incluso en situación de riesgo. ¿Qué le hicieron los niños al Presidente?

Las del estribo…

1. “Ya investigamos; no somos familiares” dijo ayer el gobernador tras designar a Dorheny García como nueva titular de la STPS. Hay tres pruebas irrefutables: nunca se lo dijo su abuelita; ya compararon sus credenciales de elector y tienen un domicilio distinto; y ella no usa el apellido García. ¡Esa investigación no la hace ni el FBI!

2. Nueve meses después, los hospitales que ganaron la rifa del avión siguen esperando que les caiga la lana. ¿Quién se les fue al agua?