Durante varios días, a golpe de pico y pala, decenas de pobladores de la comunidad de Escalanar en el municipio de Chiconquiaco han intentado abrirse paso a la civilización luego de que el huracán “Grace” colapsara su único camino de acceso. Una semana después, ninguna autoridad les ha prestado ayuda. Los alimentos empiezan a escasear y no hay atención médica.

En su desesperación por la falta de ayuda, habitantes de Gutiérrez Zamora, Nautla y Tihuatlán realizaron varios bloqueos carreteros para protestar porque a una semana del paso de “Grace” continúan sin servicio de energía eléctrica. El Presidente López Obrador acusó de que se trataba de protestas manipuladas.

Pero lo mismo sucede en muchas congregaciones que siguen incomunicadas o sin electricidad; cientos de familias continúan a la intemperie. Más de medio centenar de municipios muestran serias afectaciones sin que a la fecha hayan recibido ningún tipo de apoyo porque el gobierno federal apenas inició el censo y evaluación de daños. Mientras, las lluvias continúan, ahora en el sur de Veracruz.

La falsa promesa del Presidente de que no habrá “límite presupuestal” para prestar ayuda a los damnificados veracruzanos vino a confirmar que la desaparición del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) sólo significó más mentiras, más burocracia y menos dinero. Hoy el gobierno federal no cuenta con ningún programa ni presupuesto autorizado por la SHCP para atender la emergencia.

Entre sus múltiples fines, el Fonden era utilizado para la reconstrucción de los daños ocasionados por un fenómeno natural a las viviendas de la población de bajos ingresos, así como a los servicios e infraestructura pública federal, estatal y municipal. Hoy ni la población, ni los gobiernos municipales, han recibido apoyo alguno; simplemente están a la buena de Dios.

El día siguiente de la entrada de “Grace” a tierras veracruzanas, el Presidente anunció que presentaría un plan integral de apoyo durante su visita a la entidad. Pero López Obrador llegó a Veracruz, otra vez, con las manos vacías. Una semana después del impacto del huracán, el gobierno no tiene la más peregrina idea de la dimensión del desastre; sólo ha realizado colectas para ayudar a los damnificados, mientras barcos llenos de víveres salían hacia Cuba y Haití.

Sin un fondo para la atención de desastres, la ayuda para miles de familias afectadas podría tardar meses en llegar o simplemente tendrán que salir adelante por sus propios medios. Las acusaciones del Presidente sobre corrupción y el uso indebido del Fonden nunca se comprobaron pero las razones que presentamos los diputados federales para tratar de impedir su desaparición, todas se han cumplido en cada desastre natural.

El gobierno no tiene dinero para la reconstrucción. El 28 de julio pasado, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se hizo oficial la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden). Ahora cada gobierno estatal deberá gestionar con la Federación, a través de esta Secretaría, recursos para la atención de desastres. Tendrán que hurgar centavos en los vacíos cajones de Hacienda.

Y como el gobierno federal no tiene dinero, entonces el censo lo realizará la propia Federación para evitar que los estados determinen el monto de esos recursos. Se dará lo que López Obrador quiera dar, no lo que se necesite. El “límite presupuestal” está determinado por la voluntad individual del Presidente.

La desaparición del Fonden significa también más burocracia. De acuerdo con las nuevas disposiciones, la evaluación de los daños puede tardar hasta 30 días y después, los estados y municipios deben esperar a que se emita una Declaratoria de Desastre para atender las afectaciones. Y en caso de ser necesario, se podrá solicitar información adicional y posteriormente, emitir la Declaratoria de Desastre Natural para la atención de las afectaciones. La cosa va para largo.

Crear un Sistema Nacional de Protección Civil nos llevó más de tres décadas. Fue un mecanismo que no obedecía partidos ni colores, sino que atendía de manera inmediata a la población afectada. La disponibilidad de recursos respondía precisamente a un criterio de emergencia. Si el actual gobierno acusaba corrupción, debió investigarla y castigarla, no desaparecer el Fonden.

Como Presidente de la Comisión de Protección Civil del Senado de la República logramos establecer un sistema de gestión integral de riesgo que reunía los mecanismos de supervisión y respuesta inmediata ante emergencias, además de una educación sobre riesgos y el desarrollo de sistemas de alerta temprana.

Hoy las autoridades del gobierno estatal no están capacitadas siquiera para alertar a la población, como lo reconoció la Secretaria de Protección Civil. Por eso los han relegado de la elaboración del censo y la reconstrucción.

El huracán de la 4T se llevó nuestro Sistema Nacional de Protección Civil y sólo nos dejó los escombros del burocratismo, la ineficiencia y el engaño.

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