¿Prefieren tener puesto un cubrebocas

o un respirador artificial?

Con el inminente regreso a clases en México, además de la polémica sobre los riesgos, vienen otras incógnitas que la autoridad educativa federal apenas va despejando; primeramente no existe todavía el decreto que coloca a las clases como “actividad esencial”, pretexto que ahora se inventó el gobierno mexicano para servir a los deseos del presidente López Obrador, luego está la duda sobre las condiciones en que las instituciones se encuentran, a lo que el SNTE lambisconamente reaccionó con una campaña de revisión “escuela por escuela”, porque si de verdad les interesaban los planteles pudieron darles mantenimiento antes y quedar bien como sindicato.

Sumemos a la maraña de dudas la lista de útiles de cada año, compras que hoy no se sabe si serán aprovechadas, además de los uniformes; ante ello la SEP comunicó recientemente que los útiles pueden reutilizarse y el uso de uniforme no será obligatorio, faltaba más.

Lo que ninguna autoridad educativa ha explicado, porque el gobierno federal solamente se fija en limpiar superficies y gastar en cloro, es qué tipo de cubrebocas es el adecuado y cómo deberá utilizarse en las espacios educativos a partir del 30 de agosto; hoy la ciencia nos ha demostrado que el coronavirus se transmite por aerosoles, viaja una distancia limitada en al aire y podría mantenerse flotando en espacios sin ventilación adecuada, por eso es que las barreras entre el entorno y la boca, y nariz, de las personas son fundamentales para la prevención.

El mercado de cubrebocas en México está plagado de producto chino, imitaciones no certificadas de mascarillas desechables, sus bajos e irrisorios precios son evidencia de su mala calidad, aunque es con lo que mucha gente cuenta y de algo han servido, a pesar de su durabilidad. Pensemos entonces en la mayoría de mexicanas y mexicanos que enviarán a sus hijos a clases, deberían hacerlo con la mejor protección, pero no a todos les alcanza para comprar una mascarilla certificada y reponerla con otra después del uso determinado que se recomienda por el fabricante.

Luego, si tenemos acceso a una mascarilla hay que usarla bien, no va en el mentón, no debe colgarse, no hagan visiones; debe ir pegada a la cara, cubrir completamente nariz y boca; deben filtrar las partículas del aire de manera efectiva, por eso se pide que tengan 3 capas como mínimo. Las caretas no funcionan solas, aunque se vean mamalonas, el aire entra por los costados, por arriba, por abajo, no es un accesorio de moda.

¿Si en lugar de invertir en inútiles tapetes sanitizantes la SEP compra cubrebocas para el alumnado?

Aquí les comparto algunas recomendaciones en un hilo de Twitter:

Otra de las recomendaciones que de verdad deben ponerse en práctica es la ventilación adecuada, que no significa nadamás que toda ventana esté abierta, para cerciorarse de la calidad del aire que respirarán en los salones existen aparatos que muestran la cantidad de concentración de dióxido de carbono en un área, a menor concentración del mismo es mayor la existencia de oxígeno, lo que demuestra que la calidad y flujo de aire es una medida más, que sumada a barreras físicas en el rostro son verdaderas opciones de protocolos basados en la ciencia. Y cuidado, no lo digo yo, lo se porque ha sido una responsabilidad como ciudadano el buscar información de fuentes médicas, no políticas.

No voy a meterme en la polémica de si deben o no regresar niñas, niños y jóvenes al aula, es lo mismo que polemizar sobre los decretos estatales que no tienen efectos directos, es la falta de congruencia en la comunicación de mensajes, todo originado por el ánimo del presidente que debe ser interpretado y obedecido por sus lacayos, dejando a la sociedad a la buena de Dios, cada quien cuidándose como pueda. Ahora nos toca pensar en cómo el regreso a clases puede tener el menor impacto en el número de contagios, que tristemente creo que será durísimo, vivir con el miedo de ver a una niña o niño en riesgo de contraer una enfermedad que, de no ser letal, puede dejarle días de sufrimiento que podrían evitarse.

Nuevamente tuvimos tiempo como país, como gobierno, de ver ejemplos en otros latitudes, una oportunidad de no repetir errores, tiempo para pensar y diseñar protocolos; pero al gobierno mexicano se le van los días en pensar en el pasado, en los adversarios, en la campaña eterna. Mamás, papás, un buen cubrebocas y desinfectante de manos en la mochila no deberá faltar.