Con su partida, nuestro país perdió en la figura de René Juárez Cisneros a uno de los legisladores más importantes del México de la normalidad democrática; el estado de Guerrero a uno de sus hijos más entrañables; y el PRI a un líder y dirigente excepcional. René se ha llevado un poco de todos nosotros.

Con él compartí los últimos nueve años de nuestra vida parlamentaria -primero como Senadores de la República y después como diputados federales- sólo interrumpidos por honrosas distinciones: ser subsecretario de Gobernación y presidente nacional del PRI, en el caso de René, y candidato al gobierno de Veracruz, en el mío.

Esta cercanía me permitió conocer no sólo al extraordinario político, sino también a un ser humano excepcional que llevó el orgullo de su origen hasta la misma Constitución de la República, al impulsar el reconocimiento de las comunidades afrodescendientes que viven en México. Es la fuerza de nuestro origen la que define lo que somos, me decía con frecuencia.

Su origen humilde en medio de la pobreza forjó su carácter pero jamás lo envileció. René Juárez fue un hombre sencillo, sin complejos, seguro de sus capacidades, con una visión muy clara de lo que era la política y la responsabilidad social.

Su vida nunca estuvo exenta de sacrificios. A los 5 años comenzó a trabajar vendiendo mariscos en las playas de Acapulco para ganarse la vida. Con frecuencia platicaba el esfuerzo que hicieron sus padres –ella costurera y él un hombre de campo que migró a la ciudad- para sacar adelante a su familia, en medio de un entorno social de violencia y pobreza en los barrios bravos de Acapulco.

Alguna vez, siendo Gobernador de Guerrero, René Juárez visitó la cárcel de Acapulco para conocer las condiciones en que vivían los reos. En el recorrido escuchó con sorpresa que uno de ellos le gritaba con mucha familiaridad “Pelé, su apodo de la infancia debido al color y su afición por el futbol. Era, efectivamente, uno de sus compañeros de juegos siendo niños.

La experiencia de haber tenido sus primeros zapatos hasta los siete años es uno de los pasajes que marcaron su vida. Pero no fue el único. Para sufragar sus estudios, al igual que su padre, aprovechó el vértigo del desarrollo turístico de Acapulco para trabajar en un restaurante. Inició como galopino para después ser mesero y capitán de meseros y llegar a la gerencia.

La primera vez que René Juárez apareció en una nómina de gobierno fue, textualmente, como “peón de pico y pala” en la delegación de la Secretaría de Obras Públicas (la extinta SOP) en el estado de Guerrero.

Siempre vio los obstáculos como un desafío a su esfuerzo y superación. René Juárez Cisneros fue un priista de cuna, que lo mismo presidió un comité seccional, el partido en el estado de Guerrero, hasta la dirigencia nacional, en uno de los momentos más complejos en la vida del Partido. Jamás titubeó un segundo de su militancia y sus convicciones.

Lo mismo sucedió en su amplísima trayectoria como funcionario público y legislador. René Juárez, el niño descalzo que salió el barrio más humilde, gobernó el puerto de Acapulco y fue Gobernador de su estado. Fue diputado federal y Senador de la República. Siempre lo hizo con un profundo amor y respeto a México.

Como senadores, compartimos la satisfacción de que el partido me eligiera como su candidato al gobierno de Veracruz. Siendo Presidente nacional del PRI otro entrañable amigo, Manlio Fabio Beltrones, le pedí que René Juárez fuera el delegado del Comité Nacional durante mi campaña. René tuvo que declinar ante el ofrecimiento que le hizo el Presidente de la República para ocupar la Subsecretaría de Gobernación.

Ya como diputados federales, René siempre fue generoso y solidario. Antes de tomar posesión, me dijo que había pedido que nuestras curules y oficinas en el Congreso estuvieran juntas. Tuvo la deferencia de nombrarme Vice Coordinador de Comunicación Social y Vocero del grupo Parlamentario, desde donde compartí las más complejas tareas en una Legislatura marcada por un nuevo autoritarismo presidencial.

Como coordinador, mostró que la razón siempre será más importante que la fuerza. Gracias a una conducción prudente y experimentada, fuimos un Grupo Parlamentario muy sólido. Apoyamos las iniciativas que beneficiaban al país, y con mucha responsabilidad, nos opusimos a lo que representaban un riesgo, como la reforma eléctrica o la facultad discrecional de ejercer el presupuesto que propuso el Presidente.

En medio de la polarización política que vive el país, no hubo una sola voz que no reconociera, con generosidad y afecto, la vida y legado de René Juárez Cisneros.

¡Hasta siempre querido René!

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