Dentro del histórico Palacio Nacional, hoy rodeado diariamente por policía de la CDMX y estructuras metálicas que impiden al pueblo bueno acercarse al edificio, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó un “informe” con el pretexto de los 3 años de su “histórico” triunfo en las elecciones presidenciales. Medio sexenio se ha ido en altibajos, lo poco bueno es rebasado por lo que no se ha logrado cumplir, en hechos, pero que en dichos es presumido por nuestro presidente que nunca ha abandonado su discurso de campaña.

¿Qué esperaríamos de la presentación? Lo de siempre, un monólogo; una buena cantidad de cuartillas con logros, acciones positivas, transformación, desde la perspectiva del único poseedor de la verdad en México, el juez moral. Pero afuera del palacio donde él vive, México tiene síntomas distintos por todo el territorio. Quienes posiblemente sean los más contentos, y que bueno, son las y los beneficiarios de los programas sociales, grupos vulnerables que reciben directamente dinero como apoyo ante su limitada calidad de vida; sobre todo el sector de la 3ra edad, adultos mayores, quienes no tienen fácil una oportunidad de ganarse la vida en el mercado laboral, o son abandonados por sus familias y el único ingreso que tienen es el apoyo gubernamental.

Pero no nos equivoquemos, el dinero no es del gobierno, pero lo maneja el presidente a su antojo; los últimos años la recaudación de impuestos en el país ha sido de las más altas en la historia, está bien por los que se volaban las declaraciones y pagos de impuestos; pero ese dinero sale de la misma sociedad, desde pequeños changarros hasta empresas de nivel internacional que operan desde el país, todos entrándole parejo.

Fuera del idilio entre AMLO y sus simpatizantes, seguimos sufriendo en temas que no son novedad, por lo que es un deber ciudadano exigir resultados en ellos, pues suponemos hubo un diagnostico del presidente y su equipo al iniciar el gobierno, pero las acciones tomadas parecen no servir, por eso son asuntos que escapan a la narrativa utópica del lopezobradorismo. Principalmente la seguridad no ha cambiado, las estadísticas no han dado la vuelta; y desglosando ese ámbito las cifras de violencia, del mismo gobierno, muestran zonas del país escurriendo en sangre, ardiendo en impunidad, bajo la ley de “abrazos, no blazos”.

Los feminicidios aumentaron 7.1% durante los primeros 5 meses del 2021, con respecto al mismo periodo del año 2020, o sea, comparando a la 4T con la 4T. De enero a mayo, 423 mujeres han sido asesinadas por razón de su género. Otros delitos como las violaciones todavía han crecido más: un 30% en comparación con los mismos meses de 2020, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

De los 423 asesinatos de mujeres, el 57,4% de los casos se concentra en ocho entidades: Morelos, Sonora, Quintana Roo, Colima, Jalisco, Sinaloa, San Luis Potosí y Chiapas. Y un 8% de ellos ha tenido lugar en solo cinco ciudades (Culiacán, Tijuana, Juárez, Guadalajara y Monterrey).

Los datos del mes pasado nos ayudan a tener la perspectiva del ritmo constante en que mexicanas y mexicanos mueren, durante el mes de junio de 2021 México registró 2 mil 251 víctimas de homicidio doloso, es decir, al menos 75 personas fueron asesinadas al día, y si no me fallan las matemáticas eso equivale a tres personas cada hora.

Y no vamos a meternos en más temas que son espinosos y de espanto para el licenciado López Obrador, como la empinada que López Gatell le puso con su postura ante el desabasto de medicamentos para el cancer, y no es que nos de gusto aguarles la fiesta a las y los simpatizantes del tabasqueño, pero pareciera que no han despertado del éxtasis de su triunfo electoral del 1 de julio, para ellos un plácido sueño que apenas lleva 3 años.

Los datos duros, del mismo Estado, son eso, duros; no hay peor ciego que el que no quiere ver, sin seguridad no podrá proclamarse la 4T.