La tienda de autoservicio acaba de abrir y está prácticamente vacía. Acaso por los pasillos de alimentos se ven clientes solitarios. Los cajeros limpian con esmero sus espacios de trabajo, mientras el primer carrito toma un reducido carril, atiborrado de golosinas, para pagar la cuenta del “súper”.
De inmediato se levanta Julia, una mujer de la tercera edad, quien esperaba al primer cliente sentada en una banca, acompañada de otros cinco adultos mayores que trabajan como empacadores en el supermercado. La imagen conmueve. Ella acomoda su delantal y toma con sus manos temblorosas uno a uno los productos que se deslizan con rapidez desde el lector del código de barras.
Intenta apurar el empaque, pero es imposible. Las bolsas no ceden cuando trata infructuosamente de abrirlas; en un parpadeo, se ha formado una pequeña montaña de cosas. Busca acomodarlas por tamaño y peso. Por fin alza su mirada tímida y ofrece una disculpa por la demora. El cliente decide ayudarla en la tarea.
Una vez que todo está en el carrito, Julia extiende discretamente su mano para recibir una moneda de diez pesos que le han ofrecido por su trabajo. No la mira. La encierra en su mano y traza en el aire una cruz, de su frente al pecho. La guarda en la bolsa de su mandil y regresa a su banca para darle el lugar a otro compañero. Respira.
Julia es una entre miles de adultos mayores que pasaban la última etapa de su vida tratando de sobrevivir por sus propios medios ante el abandono de su familia o la falta de ingresos suficientes. Estará ahí hasta que tenga fuerzas, dice. La pandemia se lo impidió.
Esos abuelos de todos y de nadie han perdido su refugio, no solo su empleo. Muchos de ellos, tratados como un estorbo en sus propias familias, hoy luchan por volver a los supermercados a empacar y tener una vida, porque no quieren seguir siendo lo que la ignorancia y discriminación les recriminan: “un estorbo”.
Walmart, la cadena de supermercados más grande del país, anunció esta semana que no permitirá volver a las personas mayores de 60 años a sus tiendas como empacadores voluntarios porque sus clientes no quieren que toquen sus productos comestibles. Soriana en cambio ha dicho que lo permitirá una vez que demuestren que han sido vacunados y atiendan las medidas sanitarias.
Yo sí quiero que vuelvan a empacar, así que tendré que cambiar de súper.
Se calienta la sucesión en la UV
Todavía bajo los efluvios de la elección del 6 de junio, se inició la carrera por la rectoría de la Universidad Veracruzana, que deja la doctora Sara Ladrón de Guevara tras dos periodos de más luces que sombras.
Lo curioso del caso es que, encandilados con las pasadas campañas electorales, algunos aspirantes y sus grupos han empezado una especie de pre campaña como si se trata de un cargo de elección popular: presencia en medios, descalificación a los adversarios, amarres políticos lo mismo en el altiplano como en el palacio de gobierno, cuando la decisión es tomada sólo por un puñado de integrantes de la Junta de Gobierno.
Los últimos años para la Universidad Veracruzana fueron complejos. En efecto, doña Sara sorteó el vendaval de una administración estatal en crisis económica que llevó a enfrentar a la comunidad universitaria con el ex gobernador Javier Duarte; después llegó el gobierno de Miguel Ángel Yunes, quien ofreció el oro y el moro –redactar el Plan Veracruzano de Desarrollo, administrar los verificentros, prestar asesoría especializada al gobierno- y aunque no pagó la deuda heredada, al menos entregó los recursos que le tocaban.
Esta será la primera elección de un rector bajo el gobierno de Cuitláhuac García, quien ha dicho que respetará la autonomía universitaria y el proceso interno. Habrá que ver qué tan dispuesto está a cumplir su ofrecimiento y qué tanto soportan los integrantes de la Junta de Gobierno las presiones externas.
Tal vez la más evidente sea la del maestro José Roberto Ruiz Saldaña, actual consejero del Instituto Nacional Electoral, quien se beneficiaría de los vínculos que tiene en la mismísima presidencia de la república, donde están dispuestos a recompensarlo por su desempeño al interior del órgano electoral. “Amor con amor se paga”, han dicho una y otra vez el Presidente y el Gobernador cuando se trata de asuntos electorales.
Sin ningún vínculo ni trayectoria en la Universidad Veracruzana, la aspiración de Ruiz Saldaña no depende de los votos de los miembros de la Junta de Gobierno sino del sacramento bautismal del Presidente López Obrador.
Quedan dos meses para que los aspirantes recorran la Universidad. Y entonces sabremos si efectivamente la autonomía está en riesgo.
Las del estribo…
1. ¿De qué vivía Marcelo Ebrard cuando se autoexilió a Francia, luego del escándalo por las fallas de la línea 12 del Metro durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera? Tal vez la respuesta la tenga Mario Delgado y el fideicomiso por más de mil millones de pesos que creó en Singapur. ¡No somos iguales!
2. El Presidente pide al gobernador Silvano Aureoles pruebas de que en Michoacán el narco hizo ganar a Morena; también pide pruebas a periodistas que acusan ser víctimas de espionaje. ¿Cuándo presentará las suyas de lo que afirma cada mañana?