Por ti puedo amordazar a la boca de mi alma para que no se me escape yendo hacia la boca de tu cara sembrando en ella la causa de la lluvia en mi noche blanca, y puedo ser muchas caras con tal de que no conozcas a la que reza tu nombre en las madrugadas.

Puedo a veces congelar al tiempo en tus ojos para, en lo ínfima que soy, adornarme con tu recuerdo; corona de oro y espinas; incluso, puedo fingir tenazmente que la verdad de mis letras se esconde tras otro nombre que no es el tuyo.

Puedo controlar mi espíritu para que nunca sepas, ni por nimiedad sospeches, que este oleaje tórrido de mi sangre que hierve es a causa de tu luna; poesía de tus pupilas.

 

 

 

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