Dados los resultados electorales, la celebración por parte del gobierno, Morena y sus candidatos fue bastante discreta. Algunas de las razones se empezaron a conocer este mismo miércoles durante los cómputos definitivos, donde la cantidad de anomalías sólo confirman que Morena ganó a sangre y fuego, con la necesaria complicidad de las autoridades electorales en Consejos distritales y municipales.
El carro completo morenista tiene el mismo origen que en los tiempos del priismo: la utilización del aparato del estado –cientos de burócratas fueron movilizados durante semanas para hacer proselitismo-, millones de pesos del erario público, la violencia política que costó la vida al menos a docena y media de candidatos y actores políticos, la abierta intimidación tanto de la policía estatal como de la delincuencia organizada, y por supuesto, la cooptación de los viejos operadores priistas que volvieron a sus tiempos de gloria con las manos llenas de dinero.
Esa fue la razón por la que ayer los consejos distritales y municipales, al igual que la mesa del Consejo General del OPLE, se llenaron de evidencia.
En decenas de municipios se contaron casos de urnas que tenían más votos que las boletas utilizadas; donde los votos registrados en el PREP eran mucho mayor que los que se asentaron en las actas, generalmente a favor de Morena. Hubo denuncias de candidatos de los partidos más pequeños que yendo a votar acompañados de sus familiares, la sábana de resultados arrojaba sólo un voto o ninguno.
A eso hay que agregar lo que todos conocen y se ha hecho desde tiempos inmemoriales: el uso de los padrones de los programas sociales, la pago en efectivo de votos –práctica realizada por todos los partidos-, y la compra de los representantes de casilla.
Hubo casos en los que se “reconocía” el error de un ciudadano y se le permitía votar nuevamente. Cientos de funcionarios de casilla se negaron sistemáticamente a incluir estas incidencias en el acta de escrutinio y cómputo, muchas de ellas firmadas sólo por algunos funcionarios de casilla y los representantes de Morena y sus aliados. Los que antes robaban la elección, hoy no pudieron impedir que se las robaran.
La violencia fue otro factor decisivo. Se intentó reventar la elección con conatos de violencia precisamente en las casillas que marcarían el triunfo de sus adversarios, además de una intervención policial para defender a funcionarios morenistas y dejar correr las agresiones en contra de sus opositores.
Veracruz registró una trágica paradoja. Siendo el estado con el mayor número de víctimas por violencia política, también fue el que tuvo el mayor porcentaje de participación y el mayor número de victorias para el partido en el gobierno.
De hecho, este martes el Consejo General del OPLE solicitó al Secretario de Seguridad Pública del estado (Oficio OPLEV/PCG/1912/2021) su intervención para brindar protección al menos en 92 municipios del estado y cuatro Consejos Distritales ante el riesgo de que ocurrieran hechos de violencia durante el cómputo, como finalmente se confirmó en la mayoría de ellos. Es decir, casi la mitad de los municipios presentaban riesgo de violencia por los resultados.
Esa fue la razón por la que los cómputos de al menos una docena de municipios tuvieron que realizarse en Xalapa. En Castillo de Teayo por ejemplo, donde el PAN llevaba la delantera, militantes de Morena quemaron los paquetes electorales por lo que podría anularse la elección por completo. A pesar del triunfo abrumador de Morena en distritos y municipios, sus seguidores también reclamaron fraude y ejercieron violencia en contra de las autoridades electorales.
Tal vez esa sea la razón por la que los morenistas no han echado campanas al vuelo como antaño, cuando Fidel Herrera o Javier Duarte se ufanaban públicamente del control electoral que les permitía, como hoy, victorias aplastantes.
Ante la gran cantidad de denuncias, al menos 10 partidos políticos han empezado a promover un frente de defensa del voto que llevará irremediablemente una buena parte de la elección a tribunales. Es muy difícil que los resultados cambien en la mesa, salvo algunas grotescas y evidentes excepciones. Lo que no se gana en la urna, difícilmente se gana en la mesa.
Al final de la jornada, a pesar del hedor del triunfo, Morena se habrá adjudicado tal vez la victoria más holgada en todo el país. Haiga sido como haiga sido.
La del estribo…
1. Eleaney Sesma es ante todo una periodista muy reconocida, con una gran trayectoria. Hace algunos años decidió incursionar en política desde las filas del Partido Verde. En el actual proceso electoral fue incluida como segunda en la lista de candidatos plurinominales por el PVEM, lo que le aseguraba un espacio en el próximo Congreso. Su integridad y madurez la llevaron a renunciar días antes de la elección. Hay aves que cruzan el pantano de la política y no manchan su plumaje; Eleaney es de esas.
2. A seis meses de llegar al palacio municipal de Xalapa, Ricardo Ahued ya tomó la primera decisión importante: rechazó la instalación de parquímetros promovida por Hipólito Rodríguez por considerar que se trata de un negocio de particulares que en nada benefician a la ciudadanía. Veremos si Hipólito renuncia a lo que sería el pago de marcha para él y su pandilla.