El pasado domingo, 30 de mayo, habitantes de Santa María Zacatepec, Puebla, reportaron un socavón que inició con un diámetro de no más de cinco metros y que ha crecido a los entre 70 y 80 metros.

Por otra parte, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, apareció otro socavón de 20 metros de diámetro y ocho de profundidad.

Un socavón es un “hundimiento del suelo por haberse producido una oquedad (hueco) subterránea”, señala la Real Academia Española (RAE).

En tanto, Sergio Rodríguez Elizarrarás, investigador del Instituto de Geología de la UNAM, explica que la palabra socavón viene de socavar, es decir, algo que se erosiona y se desgasta; en este caso, el suelo.

Estos hundimientos, de acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés), se producen cuando el suelo ya no puede soportar la superficie de tierra sobre él.

Lo anterior puede ocurrir por, entre otras razones, la erosión bajo la superficie de un terreno cuando el agua subterránea la atraviesa, dejando un vacío en el que la superficie se derrumba.

En el caso concreto del socavón de Puebla, el vulcanólogo del Instituto de Geofísica de la UNAM, Claus Siebe Grabach, estimó se debe a un ducto que atraviesa las tierras agrícolas y que está arrastrando la tierra y el material colapsado.

“Evidentemente se trata de un ducto que está arrastrando el agua, y por donde se está yendo el material colapsado; tiene que ser un ducto de por lo menos de un metro de diámetro”, comentó.

Resaltó que el fenómeno es resultado de la construcción humana, luego de aclarar que los hundimientos de tierra ocurren de manera frecuente en las grandes ciudades y es extraño verlo en zonas agrícolas.

Por su parte, Alejandra López, investigadora del Cupreder, explicó que el hundimiento puede tratarse de un drenaje o un acuífero, aunque no hay por el momento una explicación simple.

Con información de medios

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