Una de las críticas recurrentes al candidato de la coalición “Xalapa Va” a la presidencia municipal, David Velasco Chedraui, es que no representa un político convencional. Tienen razón. No lo es y no pretende serlo. Tal vez por ello, se ha propuesto ganar la elección a la buena, sin descalificar al adversario ni hacer leña de la polémica figura del presidente de la república o del gobernador del estado.

Desde el fin de semana he acompañado sus recorridos de campaña por las colonias y asentamientos de la ciudad. Han sido caminatas extenuantes en los que transita hasta diez kilómetros al día por veredas, cañadas y zurcos intrincados que simulan ser calles en medio de la pobreza y el abandono.

Es la Xalapa que pocos conocen; la que se oculta tras el frenesí del tráfico urbano y la vida cotidiana que vemos desde las avenidas que sirven de fronteras a una ciudad profunda y desigual, tan empobrecida como cualquier otra comunidad rural del estado. Ahí donde está el germen de muchos de los problemas de la ciudad.

La reflexión es obligada: si el abandono del centro de la ciudad y las principales colonias es dramática, los asentamientos que constituyen este enorme cinturón de pobreza es absoluto. Aquí no hay autoridad ni gobierno, más que las reglas que impone la supervivencia.

Pero el candidato también recorre la ciudad, eso que vemos todos los días pero nunca observamos. Una tarde, después de salvar un chubasco de mayo, camina por la avenida que lleva el nombre de su abuelo, don Antonio Chedraui Caram. Ahí donde algún día imaginó que sería el futuro de la ciudad e instaló la primera plaza comercial.

Entonces todos decían que era una locura. Que aquélla alejada llanura por donde transitaba una pequeña carretera estatal que servía de libramiento estaba destinada al fracaso porque nadie iría tan lejos a hacer sus compras. Hoy es el corazón de la ciudad, con el Congreso del Estado y el Tribunal Superior de Justicia como celosos guardianes de una zona comercial que se extiende hasta la salida al Castillo.

David camina y saluda; todos lo reconocen. Se detiene y platica sobre la inseguridad, los asaltos frecuentes, pero sobre todo, de las razones por las que muchas cortinas están abajo y los comercios cerrados. La crisis económica y la inseguridad se aliaron para tener en coma a decenas de comerciantes.

Y así ha sido durante los 23 días que lleva la campaña. Tal vez por ello, sus adversarios intenten ganar en los medios y en las encuestas lo que no han podido hacer a ras de tierra.

David Velasco no habla nunca de las mañaneras ni del Presidente, tampoco de sus decisiones polémicas y su intervención flagrante en el proceso electoral. No critica el manejo de la pandemia ni habla del precio de la gasolina. El gobernador del estado tampoco está en su lenguaje; pareciera vivir en una ciudad donde ambos personajes no existen.

Sólo habla de Xalapa. Del gobierno municipal sólo se refiere como las autoridades; de Ricardo Ahued lo reconoce, le respeta, acaso menciona que su principal problema es el partido que representa y el dogma económico que impone a sus gobiernos. “Están regresando el dinero; no lo utilizan a pesar de las grandísimas necesidades que hay. Eso impacta porque entonces al año siguiente llegan menos recursos”, explica una y otra vez.

Lo que dice es público, por ello ni siquiera menciona el nombre de los responsables. En cuatro días no he escuchado una sola vez la palabra Hipólito, sólo la referencia a las ‘autoridades municipales’. Parecería un desperdicio no insistir en la desastrosa administración del Ayuntamiento, en la arrogante ignorancia del presidente municipal o en el agravio a los xalapeños al traer a funcionarios foráneos. Pero David Velasco quiere ganar a la buena.

Recuerda que como alcalde entregó más de 11 mil microcréditos a la palabra; que creó el primer Instituto Municipal de la Mujer, que hizo una gran inversión en infraestructura para garantizar el abasto de agua, que fue reconocido como el gobierno municipal más transparente del país y que antes de marcharse dejó en caja 28 millones de pesos a la siguiente administración.

Habla con entusiasmo del gobierno municipal donde la gente dejará de hacer colas en ventanillas donde las ‘aportaciones voluntarias’ son la única forma de acelerar un trámite; que será un gobierno que recupere el empleo y que facilitará trámites para que los comercios abran el mismo día. Presume que sabe cómo bajar los recursos y que su experiencia le permitirá tener resultados desde el primer día. No hay queja, no hay crítica. Es un mensaje sin mancha.

En los últimos días, una cascada de encuestas realizadas al vapor intentan sustituir lo que verdaderamente hace ganar una elección: la campaña, el mensaje, la estructura electoral y la capacidad de movilización de la militancia de los partidos políticos. Trasladar una falsa percepción de triunfo a las urnas es la tarea para quienes no han hecho campaña en Xalapa.

Las encuestas no sustituirán la frustración y el enojo de la gente. Eso lo veremos en sólo diez días.

Las del estribo…

1. Sin discurso, sin preparación ni experiencia, los candidatos de Morena han recibido la instrucción de no participar en los debates. Deben mantenerse a la sombra del Presidente. Muchos volverán al anonimato del que un golpe de suerte los sacó.

2. La rechifla que recibió el gobernador durante el juego inaugural del Águila de Veracruz podría ser el presagio de lo que sucederá el domingo 6 de junio. La gente ve lo que ellos no: un lujoso parque de beisbol mientras madres de familia siguen afuera de los hospitales pidiendo por medicinas para atender a sus pequeños con cáncer.