Endulza mi ingenuidad el roce de tu boca muerta, la boca que sabe mentir, la que te salva de marchitar mis ojos que no te creen, la boca misma que regala palabras y va de mujer en mujer. Labia; tu salvavidas continuo. Podemos pensar que es cierto, y aun entre mis pestañas se grabaron letras como balas, rostros que se anidaron en tus ojos, los pechos, caderas, cabellos que hallaste entre el mar de falso oleaje. Cruje tu mentira entre cada uno de mis dientes; así, como quien come la miel, me trago esta tristeza.

 

 

 

 

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