La tecnología lanzada por la compañía MyHeritage que promete dar vida a fotografías para que las personas usuarias puedan ver “a sus antepasados sonreír, parpadear y girar la cabeza” se ha difundido con rapidez en México y no precisamente para reencontrarse con ancestros. Aquí se usa para volver a ver con vida a personas que están desaparecidas.
“Tengo la sensación de que mi hija me está saludando, de que está viva, me da escalofrío verla moverse. Crece la ilusión de verla viva”, me dijo emocionada la señora Lourdes Hernández al hablar sobre la fotografía animada de su hija Pamela Leticia Portillo Hernández, a quien dejó de ver el 25 de julio de 2010 en la ciudad de Chihuahua.
“Qué bonita se ve. No me canso de verla 😢”, comentó por Whatsapp abajo de la fotografía donde se ve cómo se mueve y sonríe su hija de 22 años. No es el mismo retrato que ha llevado en brazos por todo el país y que muestra en las marchas nacionales de madres buscadoras cada 10 de mayo, con el que caminó todo México junto a la Caravana del Dolor convocada por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, y que saca en cada manifestación a la que acude para exigir al gobierno que busque a las y los ausentes, pues este tiene vida propia.
El mercado de la nostalgia que permite honrar a antepasados y recordar a personajes históricos encontró un nicho distinto en México, un país con más de 85 mil personas desaparecidas -la abrumadora mayoría a partir de 2006- y cuya lista aumenta todos los días.
El 26 de febrero fue el lanzamiento publicitario de esta aplicación denominada Deep Nostalgia (Nostalgia Profunda) y una semana después, en un pueblo en la sierra del norteño estado de Chihuahua, ya lo utilizaba la señora Karla*, quien dejó de ver a su hijo en 2011. En la entrevista que le hice, angustiada, me contó que los medicamentos que toma para dormir le están borrando la memoria y los detalles que investigó -y que la fiscalía no quiere indagar- que podrían dar con el paradero de su primogénito.
-¿Quiere conocerlo?- me preguntó la mujer al terminar la entrevista, cuando nos despedíamos. Me extendió su celular y en la pantalla vi la imagen de un guapo joven veinteañero, de tez blanca, ojos color verde amarillo, pelo rubio corto.
Me sorprendí cuando el retrato movió el rostro hacia el lado izquierdo, luego al derecho, subió la vista, parpadeó, nos encontramos con la mirada y esbozó una sonrisa tímida. Como si supiera que lo estaba viendo.
El movimiento se repitió una, dos, varias veces.
Me imaginé que, movida por una corazonada previsora antes de que lo desaparecieran, Karla le había tomado un video perfecto, con su rostro a cuadro, él posando para su madre, delatando esa intimidad de quienes se reconocen en otra mirada.
“Es de una app que mi hija bajó”. Con esa explicación Karla cortó mis elucubraciones. Deslizó el dedo en la pantalla y me mostró una fotografía distinta de su hijo, en otra pose, pero con el mismo movimiento. Antes de guardar el celular miró la foto con cariño.
Dos semanas después del lanzamiento de esta tecnología de animación de rostros que promete revivir antepasados recibí a media tarde un mensaje de mi amiga Alicia De los Ríos Merino: “Mira lo que me acaban de mandar. No puedo dejar de llorar”.
En mi Whatsapp apareció aquella fotografía de su madre que conozco bien de tanto mirarla en carteles de búsqueda y reportajes periodísticos: la fotografía a blanco y negro donde se ve a la madre de Alicia (también llamada Alicia De los Ríos) con arracadas en la oreja, pelo lacio recogido atrás que bordea su cara redonda, y la expresión de Monalisa. Esa imagen fue tomada meses antes de que fuera detenida -el 5 de febrero de 1978- y desaparecida en el Campo Militar número 1.
En esta ocasión Alicia mamá no estaba tiesa: movía la cabeza, se colocaba de perfil, a un lado, al otro, miraba hacia enfrente, y completaba esa sonrisa que se había quedado a medio camino en la foto original.
El siguiente envío era de Enrique Guillermo Pérez Mora, el papá de mi amiga, también militante político veinteañero, asesinado la misma década en la que su pareja era desaparecida, él también “revivido” por la nueva tecnología.
-¿Cómo hiciste eso?- le pregunté sorprendida.
-No sé, mi reina, me la acaba de mandar un colega de la escuela.
En Facebook la publicación de las fotografías animadas de Alicia mamá y de Enrique recibió muchos mensajes. “Qué cosa, no puedo dejar de verlos y sonreír como una idiota”, escribió Alicia en su publicación al comentar ese regalo que había recibido.
Familiares y amistades de esta abogada e historiadora que ha dedicado su vida a buscar a su madre e investigar el contexto en el que se dieron las desapariciones de la llamada “guerra sucia” escribieron comentarios sobre la belleza de las fotos, la sensación de piel erizada al ver cómo recobran vida.
Familiares confesaban que lloraron de emoción, especialmente una tía de Alicia que se dijo impresionada por ver de nuevo a su hermana, verla moverse, verla sonriente tras más de 40 años de búsqueda.
Un par de familiares de personas desaparecidas pidieron ayuda para ver en movimiento las imágenes de sus seres queridos. Alguien más mencionó que el efecto le recordaba las fotografías vivientes en las películas de Harry Potter.
“¡La sensación que ha revolucionado internet! ¡Más de 47 millones de animaciones y seguimos contando!”, arranca así la página de internet en español de Deep Nostalgia. “Anime los rostros en sus fotos familiares con una tecnología asombrosa. ¡Experimente su historia familiar como nunca antes!”.
En la fotogalería que acompaña el sitio web vemos inconfundibles imágenes del pasado: fotografías en colores blanco y negro o con esa tonalidad sepia, amarillenta o sin brillo que acompañan nuestra idea de lo antiguo; actitudes tiesas, vestidos de encaje, pelos engominados o con crepé, poses serias con espaldas erguidas.
En las reseñas en internet proclaman: “MyHeritage ahora permite animar antiguas fotos familiares”, “la tecnología que da vida a las fotos antiguas”, “pude ver sonreír a mi abuela”, “con esta app puedes ‘revivir’ a tu abuelo”, “Deep Nostalgia: App para animar fotos de personas muertas” o “anima tus fotos con inteligencia artificial”.
La crisis humanitaria que se vive en México por la desaparición de personas se refleja en este detalle: esta aplicación no la usan nietas que recrean a sus abuelas, la usan principalmente hijas que quieren volver a ver a sus padres desaparecidos, madres que quieren volver a ver a sus hijos e hijas que el Estado mexicano pocas veces busca.
La inteligencia artificial se utiliza para volver a sentir la presencia de las personas ausentes, cruzar miradas, intercambiar sonrisas, repetirles que su familia les sigue buscando.
*Por cuestión de seguridad no se pueden mencionar los nombres verdaderos de la madre y el hijo
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A dónde van los desaparecidos es un proyecto de investigación periodística sobre las lógicas de la desaparición de personas en México y las luchas emprendidas por familiares en búsqueda con una perspectiva de derechos humanos y memoria.
Marcela Turati (@marcelaturati)
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