Debe ser muy católico para que le pida a Dios que dirija su vida. Ricardo Ahued Bardahuil, el empresario del plástico, comerciante de la política y oportunista profesional, atiende a la pregunta de una comunicadora sobre qué hará con su vida política, si sigue de Senador de la República apoyando todas las iniciativas del Presidente Andrés Manuel López Obrador, las que tienen que ver con la desaparición de los fideicomisos, las que subirán el costo de la energía eléctrica, y las que le están poniendo en la madre a la sociedad, don Ricardo responde: pediré a Dios que dirija mi vida. Es la hipocresía, la inseguridad, el saberse acorralado y a punto de perder todo, lo que lo mueve a responder de esa huidiza manera. Por si no lo saben Ahued ha sido uno de los principales promotores del desorden y la anarquía en Xalapa, el municipio que hoy le ordenaron ganar para luego dejarlo en manos de un Morenista auténtico. ¿Porqué le conviene a Ahued que haya anarquía en Xalapa?, porque así garantiza que sus tiendas que, según Reynaldo Escobar se surten de contenedores con mercancía robada procedente de China, tengan clientela permanente: que haya multitudes en el centro de Xalapa representa dinero para don Ricardo. Por eso no hizo nada Ahued cuando fue alcalde por mandar la línea Banderilla, que para en el centro de la ciudad, a la central de abastos?, porque se la va la clientela de sus tiendas. Ahued ha cerrado infinidad de sus changarros por no calcular bien el flujo de personas.

Pero hoy le pide a Dios que lo ayude, ya no a José Antonio Meade que le cancele millonarios impuestos o a AMLO que le perdone sus pecados en las aduanas, ahora recurre a Dios porque sabe que si pierde la elección en Xalapa, donde lo obligaron a participar, se le acaba su carrera política al árabe cuya apariencia de cura lo tiene en las preferencias electorales y su ignorancia muy lejos de quienes en Xalapa cuentan con sentido común.