“El feminismo no es solo un movimiento para las mujeres, sino para todos los que queremos vivir en un mundo de igualdad radical”, advirtió la filósofa profesora de la Universidad de California de Bereley, Judith Butler.
Durante su mensaje en la ceremonia de entrega del Doctorado Honoria Causa que le fue otorgado por la Universidad Veracruzana (UV), señaló que el feminismo busca la creación de espacios en los que se pueda disfrutar de un carácter interdependiente de las vidas y eso significa cambiar la vida en la familia, la calle, el campo, la plaza y en generar todos los escenarios actuales.
“Aunque hay quien dice que el movimiento feminista destruirá la civilización o la cultura tal como la conocemos creo que no es justo, exigir la transformación de todos esos lugares, incluida la universidad, significa que valoraremos la vida de nuestros estudiantes, apoyarlos en lugar de negarles el acceso a sus propias mentes”, dijo.
Por ello, aseguró que la discusión sobre feminismo y género en las universidades no buscan enseñar una ideología ni adoctrinar a los estudiantes.
“Esas caracterizaciones son falsas, pero sí buscamos abrir la mente de las personas a las diversas formas de vivir en el mundo, que no son necesariamente nuestra, para entender mejor nuestro mundo; lo que buscamos es ampliar la imaginación propia y comprender no solo nuestra propia localidad sin nuestra interconexiones con el mundo”.
En el caso del feminismo dijo que no se puede negar que las mujeres están desproporcionadamente expuestas ante la violencia, que las mujeres tienen muchas más probabilidades de ser analfabetas que los hombres, y que sufren con la amenaza de la violencia sexual contra ellas más que los hombres.
“Es un momento de incrementar las solidaridades, si algo bueno tiene la pandemia es que nos recuerda nuestra interdependencia global, que nuestras vidas están ligadas a otras, vemos que para sobrevivir a la pandemia debemos de afirmar en lugar de atacar el carácter interdependiente de nuestras vidas”.
Aseguró que las injusticias son claras de ver y las mujeres constituyen el grupo con más probabilidades de ser mal pagadas, de vivir en pobreza, más propensas a la violencia doméstica y el feminicidio.
“Recordemos que las universidades deben responder a sus comunidades en sus planes de estudio y en sus compromisos públicos, tienen la responsabilidad de dar lugar a un debate abierto sobre cuestiones en las que muchas personas no están de acuerdo. Si no oponemos a la discriminación y valoramos la igualdad, si nos oponemos a la violencia y valoramos la no violencia tenemos que ser capaz de explicar lo que entendemos por igualdad; no podemos decir que nuestra nación honra a la igualdad si las mujeres y las indígenas no son iguales, no podemos decir que valoramos la no violencia si la violencia se desata sobre el pueblo por parte de actores estatales y no estatales”.
A ello agregó la violencia que vienen mujeres y hombres trans, ya que dijo si nos apartamos de la violencia contra personas trans nos convertimos en cómplices y facilitamos que continúen los agresores cometiendo estos actos.
“Cuando pensamos en la libertad no solo pensamos en la libertad de hablar, sino también de moverse en la calle con otros o a solas sin miedo a la violencia; nos preguntamos en la academia cuáles son los motivos que existen contra la igualdad de hombres y mujeres y antes de escuchar una respuesta debemos entender lo que se refiere por igualdad”.
Dijo que en un mundo de igualdad radical nos replantearíamos el concepto de individualismo, nos preguntaríamos quién califica cómo individuo.
“Cuando luchamos por el feminismo sin duda luchamos por los derechos de las mujeres, pero qué entendemos por derechos. La universidad pública es el lugar que se arriesga a permitir que las preguntas más difíciles se debatan de forma abierta, sin castigo ni miedo. Honramos la impresionante y continua lucha que han emprendido las mujeres por su derecho al voto, a ser tratadas de manera igualitaria ante un tribunal de justicia, en el espacio de la política”.
Recordó que la desigualdad está profundamente arraigada y que aquellos que desean mantener a las mujeres menos iguales tienden a no valorar sus vidas porque cuando una vida es considerada sin valor cualquier acto violento puede ser cometido en contra de ese cuerpo e incluso destruido.
“Sin valor, no tiene derechos a vivir y por lo tanto el asesinato es la expresión extrema de la desigualdad, y prepara el camino para la destrucción de aquellas vidas consideradas inferiores”.
AVC
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