Aunque de manera virtual, ayer los presidentes de México y Estados Unidos se reunieron por primera vez. Trataron tres temas: migración, Covid-19 y cambio climático. A decir del orden de prioridades, se impusieron las del gobierno de Joe Biden.
En el tema del Covid-19, los mandatarios acordaron “colaborar de cerca para responder a la pandemia, incluyendo el fortalecimiento de la capacidad sanitaria, el intercambio de información y el desarrollo de políticas fronterizas” pero de compartir las vacunas nada. Antes del encuentro, el gobierno de Estados Unidos advirtió que no podría atender la solicitud del presidente mexicano, así que se evitara la pena de insistir.
La Casa Blanca confirmó que el presidente Biden no ha considerado todavía compartir vacunas contra el Covid-19 con México u otros países vecinos. El objetivo de la administración de Biden, dijeron, es asegurarse que todos los estadounidenses sean vacunados. Esto fue en respuesta a la mañanera, en la que López Obrador dijo que esperaba una respuesta de su homólogo estadounidense en la reunión que sostendrían por la tarde.
Y es que el mandatario mexicano ha pedido al gobierno de Joe Biden hasta en tres ocasiones el acceso a la vacuna contra el Covid-19, a pesar de que se nos ha dicho hasta el hartazgo que México ha comprado, apartado o firmado contratos para contar con millones de dosis de todas las vacunas que existen en el mercado mundial y a las que Cofepris ya ha otorgado su autorización.
Hasta este domingo, en poco más de dos meses, apenas 2 millones 455 mil 95 millones de personas en México habían recibido al menos una dosis, lo que representa un 0.44% de población total. Esta cantidad de vacunas es poco más de las que se aplican en Estados Unidos en sólo un día. De hecho, Estados Unidos ha vacunado a muchos más mexicanos que viven en aquél país que nuestro propio gobierno.
Los desplantes del López Obrador al entonces candidato y luego al presidente electo Joe Biden nos empiezan a pasar factura. No somos capaces de conseguir vacunas ni siquiera con nuestro principal socio comercial. Y eso podría ser un error estratégico del presidente norteamericano que serviría al presidente mexicano para justificar su nuevo antiamericanismo.
La negativa llega apenas días después de que el Departamento de Estado habría advertido sobre las consecuencias que en materia de inversión y energías limpias tendrían la reforma al sector eléctrico aprobado por el Congreso. El discurso lopezobradorista se ha construido solo: les molesta que hagamos reformas que favorecen al sector eléctrico de México, pero no nos quieren compartir vacunas para nuestra población. La decisión de Biden ha caído como anillo al dedo a la 4T.
A causa de la pandemia de Covid-19, las vacunas se han convertido en el nuevo lenguaje de la economía y la diplomacia en el mundo. El desarrollo y acceso de cada fórmula nos ha vuelto a la realidad de una sociedad profundamente desigual, en el que los países ricos no tienen compromiso alguno con países pobres a los que antes reconocían como amigos y aliados.
Pero eso no es casual que luego de las dos primeras negativas por compartir las vacunas, el gobierno de México se haya lanzado –al menos mediáticamente- a la búsqueda de millones de dosis de las desarrolladas por Rusia (SputnikV) y China (CanSino), lo que es una clara insinuación de que nuestro país estaría buscando tender puentes con los países que disputan el liderazgo global.
Es evidente que Biden no es Trump. Que entiende y ejerce la lógica del expansionismo norteamericano. Sin embargo, estaría cayendo en la trampa de la polarización de López Obrador que tan buenos resultados le ha dado. Si los neoliberales y los conservadores han estado en contra del pueblo de México, ahora lo estará el gobierno de los Estados Unidos.
López Obrador construye a un nuevo culpable del fracaso de su cuarta transformación: el imperio. Eso lo pudo evitar Biden tan sólo con un millón de vacunas y ganado adeptos en la población mexicoamericana.
Ahora está haciendo más por el presidente mexicano de lo que hizo su gran aliado Donald Trump.
Las del estribo…
1. Ayer el gobernador acusó que los diputados de su partido en el Congreso se portan como meseros: por más que alza la mano no lo pelan. Se quejó de que la reforma para evitar que familiares hereden cargos públicos está congelada. Olvidó dos cosas: la mayoría legislativa es de Morena y las reformas en materia electoral ya no son posibles
2. En las semanas por venir, el Congreso sufrirá una verdadera parálisis. La solicitud de licencia de quienes aspiran repetir o buscar una presidencia municipal obstaculizará el trabajo en comisiones hasta en tanto no se incorporen los diputados suplentes, muchos de ellos, sin el menor antecedente de los asuntos en trámite. ¡Y faltan las campañas!