Ximena comenzó su transformación a mujer a los 22 años, cuando era niña, recuerda que en su familia había comentarios de rechazo hacia las mujeres trans ¿ Quién iba a decirles que les iba a caer yo?, ríe orgullosa en su impecable departamento, desde donde enfrenta las dificultades de la vida misma y da batalla contra la ignorancia.
Originaria de México, radicada desde hace diez años en Xalapa, Ximena decidió comenzar de cero, vivir bajo sus propias condiciones, sin hacer caso al rechazo de la sociedad, en una ciudad desconocida, donde por fortuna ha recibido el cariño y afecto de sus amigas y colegas.
“Comencé mi transformación ya grande, en cuanto terminé la universidad. Venía arrastrando muchos miedos… Me daba miedo dar el paso y saber que mi familia me podía rechazar, pero decidí vivir mi vida y ser feliz”, dice.
Por fortuna, su familia ha aceptado sus cambios, sus transformaciones y actualmente tiene todo su apoyo. Para ella, el camino no ha sido fácil, transformarse conlleva una gran responsabilidad y sobre todo una enorme suma de dinero en inversión.
Ximena se dedicó durante años a ser trabajadora sexual para poder solventar sus gastos, cirugías y tratamientos, dice que cada uno de esos esfuerzos y experiencias han valido la pena, hoy goza de ser ella misma y de mostrar la identidad con la que se siente feliz.
“A veces la gente nos juzga porque nuestra transformación es un poco lenta, o porque no sale como lo esperamos, pero deben comprender que nosotras, las mujeres trans, aprendemos con base en la prueba y el error el cómo ser mujer. Es un aprendizaje de todos los días”, explica.
Actualmente, Ximena se define como artista de shows, “encueratriz”, apasionada del maquillaje.
Confiesa que cada una de las cicatrices, lágrimas y dolor causado por las cirugías y sus procesos ha sido un escalón hacia el éxito y su felicidad.
Asegura que las próximas generaciones de chicas trans tienen en ella una aliada y sobre todo un ejemplo a quien seguir, aunque sabe que el camino hacia la tolerancia a la diversidad, es aún largo.
AVC/ Héctor AD Quintanar