Desde que la pandemia del COVID-19 alcanzó al territorio mexicano, la estrategia nacional para hacerle frente –encabezada por el subsecretario de Salud, Dr. Hugo López-Gatell– ha desestimado dar prioridad a la realización de pruebas. Expresamente lo ha dicho en reiteradas ocasiones. Más bien se priorizó mitigar los casos (aminorar el azote del virus) e incluso se puso sobre la mesa (al menos al principio) el famoso concepto de la “inmunidad de rebaño”.

Así, a días de que se cumpla un año del primer caso positivo registrado en México, ese país está ubicado entre los que menos pruebas de COVID-19 hace a sus habitantes, al menos en el continente americano. Por ejemplo, el sitio de estadísticas en tiempo real Worldometer registra que en el país azteca se hacen 37,782 pruebas por cada millón de habitantes, es decir, solo se testea al 3.77% de la población.

Este martes, en su habitual conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador celebró que, de acuerdo al número de contagios contabilizados por las autoridades sanitarias, se está reduciendo el nivel de contagios a nivel nacional.

Ahí mismo, el Dr. López-Gatell detalló: “24 de 32 entidades federativas tienen al menos dos semanas de reducción de la intensidad de la epidemia, reducción tanto de nuevos casos, como de defunciones y de hospitalización”.

En una primera impresión parecería que tales dichos podrían distar de la realidad, al tratarse de un país de 126 millones de habitantes, de los que aquellos que han sido testeados al COVID-19 no representan ni el 4%, o que de esa cifra de pruebas, al menos la mitad es positiva.

No obstante, para el doctor en Ciencias Matemáticas, Arturo Erdely, en lo que se refiere al comportamiento del virus en México, el número de pruebas no afecta drásticamente, ya que para saber si el nivel de cotagios realmente está subiendo o bajando, él apunta a un aspecto clave: el porcentaje de positividad.

“Si la positividad está bajando de la mano de los contagios y las pruebas, entonces sí”, dijo a Infobae el experto en estadísticas. Es decir, si solo estuviera bajando el número de pruebas pero no el nivel de contagio, se tendrían más casos. “Y no es lo que hemos estado viendo las últimas semanas; la positividad ha ido disminuyendo a la par de los contagios y de las pruebas aplicadas. Eso es una señal de que efectivamente hay un descenso en el número de contagios, al menos en la cifra oficial”.

Entonces, de acuerdo con la dinámica del gobierno federal, en enero –por ejemplo– subió el número de pruebas y el de casos positivos porque aumentó la cifra de personas que presentaron síntomas. Ahora están bajando los contagios y los testeos porque hay menos personas actualmente que presentan signos del virus, es decir, sí están bajando los contagios.

Pero el analista insistió en que el nivel de contagio solo se puede calcular basado en las cifras reportadas por el gobierno. “La positividad real no tenemos forma de medirla, es todo basado en los datos oficiales”.

En lo que sí afecta el número de pruebas

Durante la pandemia, el Dr. Arturo Erdely ha realizado (y compartido públicamente) gráficas propias, basadas en las cifras oficiales, para analizar el comportamiento del virus en México desde las distintas variables. De ahí también el que esté tan familiarizado con el tema. Y desde su seguimiento señala que en lo que sí afecta considerablemente la baja cantidad de pruebas de Covid que se hacen en el país es en las tasas de positividad y letalidad que arroja.

“Por eso la tasa de positividad en México es de las más altas del mundo: no porque haya mucho más contagios que en el resto del mundo, sino que si se reservan las pruebas para los casos que lucen más graves, obviamente se va a tener más alto porcentaje de casos positivos. En contraste con los países que hacen pruebas masivas, pues ellos registran tasas de positividad mucho menores”.

Entonces tenemos que, por ejemplo, en el registro llevado por la Universidad Johns Hopkins, México aparece con el mayor nivel de letalidad por el virus a nivel mundial. Pero eso no quiere decir que sea el país en el que el COVID-19 es más mortal. Si no que, debido a que México limita sus pruebas a los casos con síntomas y de gravedad, no se toma en cuenta a los contagios leves o asintomáticos en la cifra con la que se calcula el nivel de letalidad.

“El número de pruebas tan restringido que se aplica en México provoca niveles de positividad y letalidad artificialmente elevados, que hacen que no sean comparables con otros países”, subrayó el Dr. Erdely.

El experto ejemplifica esto con la tasa de mortalidad por el COVID-19 en México. “(Ahí) juega artificialmente a favor: como se aplican pocas pruebas, se detectan pocos casos, de esos pocos mueren, entonces se dividen unas pocas defunciones entre el tamaño de la población. Entonces así como la tasa de letalidad resulta artificialmente elevada, la de mortalidad resulta artificialmente baja”.

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