Promotores del escarnio y la ridiculización, del veneno esparcido generosamente en redes sociales, los simpatizantes y aliados del Presidente López Obrador hoy se desgarran las vestiduras por quienes han hecho del anuncio del contagio del mandatario una catarsis de burla e incredulidad. La sospecha de un montaje y la revancha social por los miles de muertos y millones han lastimado las buenas conciencias de un morenismo indolente ante la tragedia.

Si el cálculo presidencial era que las redes sociales y la sociedad volcarían en buenos deseos y oraciones infinitas, se equivocaron. Salió a relucir la frustración y el coraje no en contra del gobierno, sino de un personaje que tejió una mentira tras otra –descubiertas cínicamente muchas de ellas-; se convirtió en la celebración de una venganza tomada por la espada del destino. Es el reclamo de que todo lo que dijo en el pasado fue una mentira, tal vez la misma que la de su propio contagio.

Hoy valdría la pena saber, en medio de su aislamiento, ¿qué estará pensando el Presidente? ¿Se acordará de todo lo que ha dicho sobre el Covid-19 y las medidas sanitarias? ¿A qué dedicará las horas en las que predicaba desde el púlpito presidencial? ¿Sufrirá los estragos de la enfermedad o sólo construye el fatuo escenario de su reaparición como el gobernante que lo ha vencido todo, hasta la enfermedad que ha matado a millones?

Ojalá y en su remembranza, López Obrador repase en su memoria lo que Orquídea Fong ha hecho de manera magistral:

Cuando se burló, ironizó e hizo bromas.
-Dijo que el COVID-19 no era grave. Que si siquiera se asemejaba a la influenza.
-Besuqueó a una niña, ya iniciada la contingencia sanitaria.
-Se burló de los cubrebocas. Decenas de veces.
-La primera vez que usó cubrebocas fue cuando viajó a Estados Unidos, porque allá sí lo exigían. Tal cual lo dijo.
-Dijo que eso de “taparle la boca a la gente” (con cubrebocas) fue algo que hizo Calderón para quitarle libertad a las personas.
-Dijo que no había evidencia científica de la utilidad del cubrebocas. Luego, su gobierno empezó a recomendarlo… A los 100 mil muertos.
-Se reunió con gente sin guardar distancia y sin mascarilla.
-Dijo que el COVID-219 sólo le da a los rateros y corruptos.

-Dijo que no se creyeran “de eso del COVID-19, no pasa nada”.
-Dijo que estaba protegido del virus porque tenía una estampita religiosa.
-Dejó pasar 40 mil muertos para admitir que era una tragedia.
-Jamás, jamás, se disculpó por sus erróneas apreciaciones.
-Decretó minutos de silencio para “honrar” a los muertos, pero no aprobó un Ingreso Mínimo Vital para apoyar a las personas que perdieron su empleo.
-Su gobierno culpó a las comorbilidades y la emprendió (en medio de una gravísima contracción económica) contra industrias que dan empleos (los pastelitos, botanas y refrescos) para culpar a la mala alimentación de las muertes y así desviar la atención del nulo manejo preventivo y de contención de su gobierno.

-En el pico más alto de la pandemia siguió haciendo giras de trabajo.
-Mintió abiertamente cuando dijo que fue “idea de México” que la ONU hiciese un llamado a la solidaridad para que todos los países accedieran a las vacunas por igual. Llamado que hizo el secretario general de la ONU el viernes 22.
-Armó brigadas de vacunación de 10 personas, sólo 2 de ellas personal médico.
-Mintió cuando dijo que Pfizer redujo las entregas a México porque México las “cedió a países pobres”. La verdad es que se suspendieron tres semanas las entregas porque se redujo la producción temporalmente, aunque la información que pude localizar indica que dicha reducción únicamente afectó a la Unión Europea.
-No suspendió TODO para canalizar dinero para atender la emergencia.
-Sostuvo y sostiene, pese a su negligencia criminal, a Hugo López Gatell al frente de la gestión de la pandemia.
-Puso una trampa a los gobernadores “autorizando” que compraran vacunas cuando sabía bien que ya no hay disponibles en el mercado, por lo menos hasta octubre.
-“Autorizó” a las empresas comprar vacunas, cuando sabe bien que por el estatus de uso de emergencia que tienen actualmente las vacunas aprobadas, ningún particular puede adquirirlas, solo los gobiernos nacionales y estatales. De nada de eso hubo protesta.

Y entonces, las hordas indignadas salen a llamar criminales y mezquinos a quienes se mofan de la suerte del Presidente. Están cosechando el desprecio y el rencor que fueron sembrando con esmero en estos dos años. Si ellos lo olvidaron, la gente no.

Ojalá y el Presidente, en la intimidad de su convalecencia, se asome a la realidad del país que nos ha dejado tras la pandemia.

Las del estribo…

1. El gobierno prohíbe a los estados y las empresas comprar vacunas. El Presidente autoriza que se compren, sabiendo que las empresas tienen comprometida su producción hasta finales de año. Gobernadores y alcaldes –Coatzacoalcos y Orizaba, por ejemplo- dicen que sí las podrán adquirir a pesar de la demanda. ¿Cuándo dejarán usar a la pandemia como la más infame de las banderas políticas?

2. Pues resulta que siempre sí se presentó la ex Secretaria del Trabajo, Guadalupe Argüelles, a continuar con el proceso para elegir a la próxima presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH). Luego de la entrevistas, corrieron apuestas sobre el número de familiares que serán incorporados a la nómina en caso de obtener el cargo.