El Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington estimó hace dos meses que México alcanzaría, para marzo de 2021, 152 mil muertes por Covid-19 si se relajaban las medidas sanitarias; esa cifra la rebasaremos antes de que concluya el mes de enero. Pero eso no importa, lo que importa es que el Presidente se ha contagiado por haber puesto su vida al servicio de la patria.
Frente al discurso y escenografía oficial, los datos que arrojamos al mundo nos colocan como el peor país para vivir en tiempos de pandemia. Somos uno de los países donde menos pruebas se hacen y hay una altísima positividad: 62 de cada 100 personas que se hacen la prueba son positivas. Donde la tasa de letalidad es más alta: mueren 8 de cada cien personas con Covid-19. Es el país donde ha fallecido más personal médico, y lo peor, no se cuenta con un plan efectivo de vacunación.
Además, el real o ficticio contagio de Covid-19 por parte del Presidente López Obrador ha confirmado por enésima vez la fallida estrategia para enfrentar la pandemia, el fracaso del plan de vacunación y la sistemática mentira como medio de propaganda: el coronavirus nunca ha estado controlado y hoy el Presidente, el hombre más rico de México –alguna vez del mundo- y un millón 771 mil personas se han contagiado.
El Presidente no sólo ha cosechado las tempestades de la polarización y la confrontación social; ha cosechado algo peor, un país que se ha convertido en un gigantesco cementerio donde los peores escenarios se han rebasado por creces. Pasamos de un “máximo de decesos de 8 mil” al escenario más catastrófico de “60 mil muertes”, para llegar hoy a más de 150 mil muertes por Covid-19.
La próxima elección no será más que la disputa entre quienes lo han perdido todo –la vida y el patrimonio- y quienes pretenden conservar lo poco que este gobierno del ha dado. Las redes sociales sólo son el espejo de nuestra pobreza. Por eso es que somos el peor país para vivir durante la pandemia.
Las vacunas nunca llegaron de Bélgica
Que el Presidente pretenda conservar el poder es legítimo. Lo hacen todos los gobiernos del mundo no importa su forma de gobierno. Lo grave es que se quiera hacer sobre las más deleznables mentiras. Una de ellas fue revelada ayer por el diputado federal Héctor Yunes, a partir de información sobre el vuelo que supuestamente habría traído el primer lote de vacunas desde Bélgica, cuando en realidad el avión se encontraba en Estados Unidos.
En un artículo publicado este lunes, Yunes Landa explicó que hay una aplicación llamada flightradar24 con la que se puede rastrear en tiempo real los aviones en todo el mundo y guardar un histórico de cada avión y los vuelos que ha hecho. Así se puso al descubierto el gran timo del gobierno mexicano.
“El avión de la empresa DHL con matrícula N371CM –el mismo que aparece en decenas de imágenes y videos difundidos por el gobierno como el acto heroico que habría de salvar millones de vidas- nunca estuvo en Bélgica. Tampoco hizo escala en Cincinnati como intentaron justificar las autoridades cuando la mentira empezó a descubrirse”, reveló el legislador veracruzano.
Así, como si se tratara de recibir a héroes nacionales, el canciller Marcelo Ebrard, los Secretarios de Hacienda, Arturo Herrera; de Salud, Jorge Alcocer y los subsecretarios de Salud Hugo López-Gatell y de de Asuntos Multilaterales, Martha Delgado, convirtieron en frenesí la decepción nacional: el avión proveniente supuestamente de Bélgica no traía 1.4 millones de dosis como se anunció un día antes en Palacio Nacional sino sólo ¡3 mil dosis! ¿Para qué estibar una mentira sobre otra?
La historia de que México nunca compró las vacunas a los laboratorios –razón por la cual habría reservado la información por cinco años- fue una de las razones que permitieron que su propio contagio le cayera como “anillo al dedo” al Presidente y presentarse como un mexicano cualquiera que adquirió la enfermedad. Sólo así se podría detener la cascada de denuncias sobre influyentismo y favoritismo para aplicar las pocas vacunas con que cuenta el país.
Barbechan el camino a Namiko
Ante las señales inequívocas de la reelección de Namiko Matzumoto al frente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), este lunes tres de los aspirantes a sucederla declinaron a continuar con el proceso. Guadalupe Argüelles, ex Secretaria del Trabajo del actual gobierno estatal, Lauro Ramos Olmos, actual Fiscal Especializado en Delitos Electorales de la FGE y el rector de la Universidad de Xalapa (UX), Carlos García Méndez no se presentaron a la etapa de entrevista para continuar con el proceso.
El destape hecho por la influyente diputada Rosalinda Galindo a favor de Namiko Matzumoto –imposible pensar que apostaría a un perdedor dada su cercanía con el Gobernador-, las manifestaciones de los colectivos afuera del Congreso y la intervención de influyentes personajes cercanos al morenismo federal barbecharon el camino a la actual Presidenta, convirtiendo el proceso en un mero trámite.
Namiko estrenará su reelección compareciendo ante el Congreso el próximo 2 de febrero. Más allá de los resortes que impulsaron su permanencia, lo cierto es que seguía siendo por mucho la más calificada de las aspirantes, a pesar de la lastimosa y confesional carta publicada hace unos días. Habrá logrado lo que nadie: mantenerse con tres gobernadores distintos y totalmente antagónicos.