Hace noventa y cuatro años, el 25 de enero de 1927, en Río de Janeiro, Brasil, nació una de las grandes luminarias de la música brasileña, americana y mundial: Antonio Carlos Jobim. Estará cometiendo insensateces con de Vinicius de Moraes, celebrando con su agua de beber. Hasta donde esté, desde esta columna le deseamos un feliz cumpleaños.
Tom Jobim, noventa y cuatro
años hace que llegaste
a este mundo al que adornaste
con música que idolatro.
En el foro, en el teatro
o en el club, en cada tema
pusiste, siempre, un poema,
y sembraste muchas huertas
sobre As praias desertas
de La chica de Ipanema.
Acaso fue tu secreto
decir Chega de saudade,
que viva A felicidade.
A Lígia hiciste, discreto,
un Retrato em branco e preto;
clamaste, bajo la brisa;
el exorcismo de Luiza;
y entre amantes y olvidados
viviste Anos Dourados
sin pausa pero sin prisa.
Llegaste a la Insensatez
y fuiste Desafinado,
pero serás recordado
no por ser tu propio juez
sino por tu lucidez
que dejó huella tenaz
en la bossa y en el jazz.
Jobim, Por toda a sua vida
habrá una llama encendida
y un eterno Amor en paz.
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