Honestamente, los trabajos para terminar la ciclovía de Xalapa parece que van a marchas forzadas, se comenta que podría inaugurarse en febrero próximo. Chulo que está el carril confinado para las y los ciclistas, el cual es utilizado, previo estreno, como apartado de estacionamiento, proporcionando un área exclusiva para dejar el auto.  Además, la prematura instalación vial ha generado en los conductores de autobuses de transporte público una nueva visión, un cambio a su rutina y ha explotado sus habilidades ruleteras para lograr orillarse donde les toca, y no estropear el dignísimo proyecto.

La obra que se ve, ahí va, pero la obra que no se ve está pendiente; tantos foros, tantos conversatorios, diálogo, campañas certeras que impactan profundamente en la conciencia ciudadana, el escuchar a todas las partes, nada de eso se refleja en las fotos que circulan en redes sociales desde hace días; imágenes que ejemplifican lo que hemos descrito al inicio del texto.

Extraña mucho la falta de sentido, de parte del gobierno municipal, para operar estrategias efectivas que resulten en una percepción positiva general sobre la dichosa ciclovía, una obra de 14 millones de pesos, nada despreciable cantidad que podría ser utilizada para urgencias de la misma infraestructura urbana y vialidades. Pero no puede ser así, acá tenemos el lujo de contar con un alcalde “progre”, de mundo, no cualquier burócrata que se empolva los zapatos en las jornadas cotidianas. Hemos sido afortunadas y afortunados por que, al fin, un gobierno municipal ha elevado su concepto discursivo y sus políticas públicas al primer mundo, en un contexto de ciudad en desarrollo.

Da gusto, eso si, que ciclistas puedan contar con un espacio especial para transitar, que al tratarse de un enorme sector de la ciudadanía hayan sido atendidos, que la arraigada costumbre Xalapeña de andar en bicla para arriba y para abajo sea reconocida; el problema es que no son las y los usuarios de ese tipo de transporte los únicos que ocupan la avenida Ruíz Cortines. Faltará mucho trabajo por hacer, para que automovilistas y la comunidad de la bicicleta convivan en la vialidad sin problema, la educación vial no es nuestra especialidad en la capital veracruzana.

Se han gastado saliva desde el Ayuntamiento con esto de los paradigmas, se han querido ver tan expertos en materia que parecen estar defendiendo la tesis doctoral frente al sínodo más encumbrado, y no se han dado cuenta que deben hablarle a una sociedad heterogénea, sin la preparación académica suficiente para entender sus exquisitos discursos. Pero bueno, ahí la llevan con la especializada obra, ojalá dure, ojalá de ella se apropien de verdad las y los ciudadanos para quienes la construyen.

No es lo que queremos, pero al primer chingadazo, al primer llegue, al primer altercado estilo “supercívicos”, el paradigma del adoctrinamiento a través de la política pública se romperá. Y como siempre, entre todas y todos nos tendremos que hacer bolas.