Las instituciones políticas que llamamos “partidos” (literalmente así están hoy), idealmente deberían ser plataformas para impulsar a ciudadanas y ciudadanos que busquen ocupar cargos de elección popular, para desempeñarse al servicio de la ciudadanía; nada de eso es realidad, tanto los partidos como las y los políticos se han desgastado y el resultado de ello lo vimos capitalizado en el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

El escenario actual hace que los partidos debilitados por el sistema hegemónico instaurado por Obrador tengan que ir juntos buscando adeptos, con la intención de equilibrar el escenario legislativo y reforzar los hoy ligeros contrapesos del poder. Cuando AMLO fundó su partido, Movimiento de Regeneración Nacional, echó mano de una secta de mercenarios políticos, sumados a una masa social llena de rencor por los “malos gobiernos”, de entre esa multitud muchos jóvenes se dedicaron a soportar la talacha de campo para trabajar en favor del partido.

De esa mezcla heterogénea MORENA empezó a delimitarse como institución, dejando la figura de movimiento; pero tenían un pendiente que hoy es su angustia, no contaban con un desarrollo de cuadros como, de manera tradicional, los otros partidos habían desarrollado. ¿De dónde jalaron para su primer etapa como partido en el poder? Pues la cuota de partido se dividió entre la inocente muchachada que repartía el periódico Regeneración, los incondicionales de Andrés Manuel y ungidos que abordaron la 4T, políticos con antecedentes que van contra los principios de “la esperanza de México”.

De frente a una nueva elección, el sueño de ser partido/gobierno terminó rápido y hoy MORENA busca, a como de lugar, seguir mandando el las plazas ganados y obtener muchas más; para ello apostarán por personalidades muy conocidas en la política nacional, con ellos pretenden ganar las gubernaturas disponibles en la elección del 2021; chapulines, expriístas y perdedores de otros procesos son hoy paladines de la transformación por obra y gracia de Mario Delgado, líder nacional de dicho partido.

Sus cartas demuestran que la brecha generacional en esa institución sigue dividiendo visiones, de sus aspirantes a gubernaturas solamente 3 tienen menos de 50 años, otros 3 superan los 70. Luego el “chapulineo”, tan criticado en administraciones anteriores, hoy no es defecto; es el caso de Maria de Pilar Ávila, candidata al gobierno de Baja California, ocupó dos cargos de elección popular en los últimos 2 años, primero fue diputada federal, pidió licencia al cargo para buscar la alcaldía de Mexicali que ahora tendrá que dejar porque quieren que sea gobernadora.

Juan Carlos Loera, aspirante al gobierno de Chihuahua, igual que su colega morenista era diputado federal en 2018, pidió licencia para convertirse en superdelegado en el mismo estado y ahora debe dejar el cargo para su candidatura. Y así casi todas y todos, han brincado de puesto al más puro estilo charro priísta, y habando del PRI hay muchos exmiembros del tricolor y de otros partidos que hoy se envuelven como caudillos en la bandera morenista.

Ese grupo de los “ex” es encabezado por la veterana Layda Sansores, la aspirante de mayor edad que contenderá por Morena el próximo año y la que más derrotas electorales en su entidad suma, con 3. Para alcanzar su cuarta oportunidad, la exmilitante del PRI, PRD, MC y PT tuvo que dejar inconcluso su encargo al frente de la alcaldía de Álvaro Obregón en la Ciudad de México. Se suma a la honorable causa el famoso Félix Salgado Macedonio, sobre quien pesa una acusación de violencia de género en su entidad desde 2017, buscará por tercera vez ser gobernador de Guerrero, luego de fallar en 1993 contra Rubén Figueroa y 1999, contra René Juárez, actual presidente de la bancada priista en San Lázaro. El “Toro”, como es conocido Ha sido dos veces diputado federal, alcalde de Acapulco y senador otras dos ocasiones, la última con licencia para esta contienda.

Pero no todo son arrugas, antecedentes de derrotas y brincoteo; también hay talentosas novedades, como Índira Vizcaíno, otra de las primerizas en la búsqueda de la gubernatura de su estado y la candidata más joven de Morena en las entidades, con apenas 33 años. La experredista colimense fue diputada federal por el sol azteca en 2009, presidenta municipal de Cuauhtémoc entre 2012 y 2015. En 2016 colaboró con la campaña para la gubernatura del PRI en la elección extraordinaria, que ganó Ignacio Peralta, con quien ocupó la Secretaría de Desarrollo Social estatal entre 2016 y 2017.

Y si seguimos con la lista, notaremos que hay un común denominador entre casi todas y todos los hoy candidatos del partido del pueblo, han sido perdedores en contiendas electorales, repetidamente, incluso buscando los puestos que hoy quieren ganar.

En nuestro estado, en la capital, se están dando golpes de pecho por Elizabeth, pues el escenario completo amerita jarakiri político. El pueblo es sabio, el pueblo pone y el pueblo quita; la militancia morenista de hueso colorado no está contenta y como sociedad hemos dado muestras suficientes de saber castigar a los falsos mesías con el voto. A medirse con la misma vara y construir un MORENA desde sus valores, no desde sus intereses.