Hemos llegado a una de las épocas de mayor reflexión y acercamiento con nuestros seres queridos, pues a pesar de encontrarnos en invierno, se viven momentos de especial calidez; los abrazos, las sonrisas y la alegría forman parte de nuestras tradiciones y de nuestra esencia como mexicanos.

Sin embargo, el júbilo que caracteriza las fiestas decembrinas se ha visto opacado como consecuencia de la pandemia por covid-19, no obstante, la ilusión y la magia de estas fechas permanece viva en nuestros corazones, pues más allá de las celebraciones multitudinarias, es una época que nos invita a la reflexión, sobre todo durante estos tiempos difíciles que hemos vivido durante el 2020.

A principios de este año nos enterábamos a través de los medios de comunicación sobre la existencia de un virus surgido en la provincia China de Wuhan, situación que puso en alerta al mundo entero.

En las primeras ediciones 2020 de “De los Ángeles a los Demonios”, se hacía alusión al origen del virus y a la situación que probablemente estaría por venir, supuestos que se vieron rebasados por la magnitud de la epidemia, declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo.

Este difícil escenario, nos hizo recordar lo vulnerables que somos como especie humana, además de acentuar las desigualdades sociales, económicas y de género que se viven tanto en nuestro país como en el resto del mundo, pero también puso de manifiesto la empatía y generosidad de muchas personas que han hecho todo lo posible por ayudar a quienes más lo necesitan, así como la valentía y compromiso de los médicos, enfermeras y personal de salud quienes diariamente dan la batalla frente al covid-19.

Las clases virtuales, el trabajo en línea, el uso de mascarillas y la aplicación constante de desinfectante nos colocó en una “nueva normalidad” en la que aún nos encontramos inmersos, lamentablemente, el distanciamiento social también tuvo efectos negativos relacionados con el cierre parcial o total de negocios y la perdida de empleos.

El SARS-CoV-2 también se convirtió en un acelerador de la transformación digital, apresurando la transición del papel a los medios electrónicos en muchos ámbitos, incluso en la administración y procuración de justicia, poniendo de manifiesto las ventajas que trae consigo la implementación de la ciberjusticia.

Esta pandemia nos está dejando innumerables lecciones, ha transformado nuestra vida personal y nuestra interacción como sociedad, pero también nos ha motivado a ser mejores en todos los ámbitos, así como a aprender a convivir en armonía con nosotros mismos.

Sin duda este fue un año que cambió nuestras vidas, pero a pesar del confinamiento, la pandemia hizo que nos uniéramos más que nunca; 2020 nos ayudó a creer, crecer y aprender, pero sobre todo a valorar y agradecer.

Es momento de realizar un balance de lo ocurrido durante estos 12 meses y agradecer por todas las lecciones y bendiciones recibidas; es tiempo de restructurarnos, reinventarnos y recargarnos de energía para empezar el año nuevo siendo más solidarios, positivos y empáticos, dejando atrás un 2020 desafiante que paralizó a la humanidad.

En virtud de tal situación, en esta ocasión el título de este artículo semanal será utilizado a la inversa: “De los Demonios a los Ángeles”, en alusión a todas las oportunidades, bendiciones y retos que nos esperan en 2021.

Estamos viviendo un fin de año de muchos contrastes y nostalgia, pero también de gratitud y sensibilidad, a pesar de que, en esta ocasión no tendremos la oportunidad de abrazar a todos nuestros seres queridos, debemos estar agradecidos porque juntos hemos logrado superar las adversidades que se nos han presentado.

Mis mejores deseos para todos ustedes en este ciclo que está por comenzar, que 2021 sea un año de mucha salud, armonía y prosperidad para todos.