Cuando el cambio se transforma en desilusión.

La forma de atender la crisis económica y de salud.

Las obras por capricho de la actual administración.

Como no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla, este martes 31 de noviembre, se cumplen los dos primeros años de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la llamada política de la Cuarta Transformación.

Habría que comenzar, por decir que las cosas se ven muy diferentes, con otros datos, a cómo se aprecian desde las conferencias de prensa mañanera -transmitidas por televisión y YouTube en vivo a todo el país- a como las aprecian la mayoría de los mexicanos, incluidos los que votaron por el cambio y los que no lo hicieron así.

Lo cierto es que los índices de aceptación con que comenzó la actual administración federal, en los hechos y el día a día, se han ido disminuyendo, para transformarse en desilusión.

Posiblemente lo que más ha decepcionado, es la forma en que se ha venido atendiendo la crisis económica, el cómo se han manejado los recursos millonarios del gobierno, para destinarlos a los mega proyectos favoritos del presidente López Obrador.

Empezando por la construcción del aeropuerto en el estado de México, dejando en el abandono las obras que ya se tenían avanzadas en la capital.

Pero también el llamado Tren Maya, que todavía no se tiene claro, cuanto es lo que se está invirtiendo en su construcción y si al final de cuentas justificará su operación para atraer al turismo internacional.

El otro proyecto emblemático es el de la construcción de la refinería en Dos Bocas Tabasco, que esta es la hora en que siguen colocando los pilotes de la obra, en un terreno que cada vez que llueve se les inunda.

Del llamado Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, que ya se dijo que no va a ser un canal para cruzar mercancías y cargas como el de Panamá, sino que se van a establecer parques industriales a todo lo largo, para manufacturar productos.

Como esos son los proyectos favoritos del presidente López Obrador, porque según habrán de ser un detonador del desarrollo nacional, cuando se terminen, pues todos los recursos que se han recortado al gasto público federal y hasta estatal, van a ser invertidos en las mega obras del actual gobierno.

Otro de los factores que ha incidido en la desilusión y el desencanto popular, es la forma en que se ha venido atendiendo o desatendiendo el problema de salud de la pandemia del COVID-19.

Aunque en un principio se nos trató de hacer creer que la pandemia “nos vino como anillo al dedo” y que incluso no era necesario usar el tapabocas, ahora con el transcurrir de los meses y el creciente número de muertos, no se puede justificar el que no se hayan tomado otras medidas para atenderla.

Porque por esa política de tratar de convencernos de que todo está bien y que nada nos afecta, es que miles y miles de personas han muerto.

Todos los días, se informa en conferencia de prensa, a nivel nacional y estatal, de los casos de fallecimientos, sospechosos, confirmados y quien sabe cuántas cosas más, pero lo cierto es que se informan con datos y cifras, pero no se logra comunicar la gravedad del problema y la necesidad de tomar las medidas precautorias.

Por eso es que cada vez más numerosas familias, andan paseando por las plazas y centros comerciales, comiendo en restaurantes y hasta celebrando fiestas, porque no creen y en consecuencia no temen morir por la pandemia.

Para no ir muy lejos, hasta hace unos meses, la noticia de que en nuestro próspero estado de Veracruz ya rebasamos los cinco mil muertos, hubiera sido nota nacional e internacional, pero ahora pareciera que es normal, que nos enteremos del fallecimiento de algún amigo, conocido o hasta familiar.

La otra pandemia que nos afecta a todos es la económica, independientemente de los negocios y empresas que han tenido que cerrar, los miles de desempleados que han quedado en el abandono por parte del gobierno para poder seguir llevando el sustento de sus familias.

En otros países en donde la pandemia no les vino como anillo al dedo, se han venido destinando cantidades millonarias, para ser entregadas a quienes se han quedado desempleados.

Pero no como un préstamo bancario -disfrazado de apoyo- porque al final de cuentas se tiene que pagar, sino como una forma de resolver el problema social.

Claro que en esos países, los recursos del gobierno no están empeñados en proyectos faraónicos, sino que en verdad, se destinan a resolver los problemas que enfrenta la población.

Que se supone, es lo que tiene que hacer un gobierno democrático, atender a las necesidades reales del pueblo.

Pero como bien dice Pancho López el filósofo de mi pueblo, el pueblo es sabio y el año entrante habrá elecciones, donde seguramente se manifestarán las opiniones diferentes y se habrá de valorar en la consulta que más cuenta, la del voto.

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