La negativa del Presidente López Obrador de reconocer el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris abrió un nuevo debate sobre la impericia presidencial en la arena internacional. La oposición saludó con entusiasmo el triunfo del candidato demócrata mientras que Morena y la 4T cerraron filas en torno al Presidente y su aliado Donald Trump. ¿Qué le debe AMLO a Trump? ¿Qué es lo que teme?
A diferencia de otros jefes de Estado que felicitaron casi de inmediato al Presidente electo de Estados Unidos, el presidente López Obrador reaccionó siete horas después –durante una tardía gira por Tabasco a causa de las inundaciones- para hacer pública la posición de su gobierno y señalar que, “por prudencia y respeto a la autodeterminación de los pueblos” esperará a que legalmente se defina la contienda, aun cuando sabe muy bien que las impugnaciones legales no cambiarán el resultado
Aludió a la misma “prudencia y respeto a la autodeterminación de los pueblos” que no observó durante su gira oficial a Estados Unidos en la víspera del inicio de las campañas electorales; entonces, incluso permitió que su imagen fuera utilizada en uno de los promocionales de televisión de Donald Trump dirigido a la comunidad mexicoamericana.
A pesar del desaire, el mandatario mexicano bien se pudo haber refugiado en nuestros principios de política exterior y el derecho internacional, sin embargo, sugerir que Estados Unidos y su nuevo presidente estaban en un escenario similar a la elección presidencial de 2006 en México fue un acto desafiante y ofensivo que la nueva administración estadunidense no olvidará.
En su torpe y absurda justificación, el Presidente recordó que durante aquélla elección que ganó oficialmente Felipe Calderón, como candidato opositor padeció de las “cargadas” cuando “nos robaron la Presidencia”. “Todavía no se terminaban de contar los votos y ya algunos gobiernos estaban reconociendo a los que se declararon ganadores”, dijo el sábado en Tabasco.
La diferencia es abismal. Biden no se robó la elección y el sistema electoral norteamericano permite que se reconozca un ganador con el voto del Colegio Electoral y no el voto universal de los ciudadanos. Tal vez López Obrador lo ignore, pero Hillary Clinton obtuvo más votos ciudadanos que Donald Trump en la pasada elección presidencial. Sin embargo, la diferencia que obtuvo el magnate en el Colegio Electoral le permitió celebrar el triunfo mucho antes de que finalizara el conteo oficial.
Aún no están claros los motivos del Presidente. Su alianza con Trump ha ido más allá del sentido común o simplemente la fotografía del ex presidente Felipe Calderón acompañado de su amigo Joe Biden lastimó al tabasqueño debido a su obsesión personal por la elección presidencial de 2006.
A López Obrador no le interesa cuidar las formas como justifica. Además de elogiar a Donald Trump, equiparó lo que ocurre en Estados Unidos con el supuesto fraude cometido en su contra, algo que nunca ha podido demostrar. Su mensaje de apoyo abierto al Presidente Trump y a su delirante estrategia de dinamitar el sistema electoral de su país pondrá al gobierno de México –la relación entre ambos países se cuece aparte- en una condición muy complicada a partir del mes de enero.
Si el Presidente no quería salir a reconocer y felicitar a Joe Biden lo podía hacer; lo que nunca debió haber hecho fue secundar un discurso vinculado al fraude electoral y acusar a los líderes del mundo de orquestar una “cargada” a favor del Presidente electo de los Estados Unidos. La autodeterminación de los pueblos de AMLO se convirtió en el acto más injerencista que haya cometido un presidente mexicano en contra de los Estados Unidos.
Es posible que Marcelo Ebrard y sus asesores ya estén construyendo un amplio catálogo de argumentos para justificar la decisión del Presidente una vez que Joe Biden tome posesión. Podrán decir que México respeta la no intervención, el derecho internacional o que Trump los presionó debido a los favores prestados frente a la OPEP, el suministro de ventiladores para pacientes de Covid o las amenazas de deportaciones y nuevos aranceles. Ante el pragmatismo norteamericano de poco servirán las excusas.
La cargada que acusó López Obrador no es menor. El primero en felicitar a Biden fue Justin Trudeau (Canadá), el mismo que se negó a asistir al encuentro Trump-AMLO en la Casa Blanca. Detrás de él siguieron la canciller alemana, Angela Merkel, el jefe de Estado francés, Emmanuel Macron y el premier británico, Boris Johnson, los principales aliados de EU en el mundo. ¡Hasta el venerado Nicolás Maduro envió su felicitación al presidente electo! Sólo los mandatarios de Israel, Rusia, China y Turquía prefirieron guardar silencio.
Como en la fábula del alacrán y la rana, es inevitable la resistencia de López Obrador a reconocer resultados electorales que no son afines a sus intereses; está en su naturaleza. Sin embargo, los americanos no son una nación que olviden agravios con facilidad.
Por cierto, el próximo año habrá elecciones en México…
Las del estribo
- Así es el karma. El mismo día que el Presidente publicó el decreto de desaparición del FONDEN, Tabasco cumplía una semana bajo el agua. En una tardía gira por su estado natal, López Obrador acusó de politiquería el reparto de despensas de algunos actores políticos. Él quisiera que fuera como en Veracruz, donde sólo Morena reparte despensas aunque no haya inundaciones.
- El Gobernador y sus enemigos en casa. Una cosa es la austeridad –que no la hay- y la otra es la falta de creatividad y talento. La campaña institucional por el Segundo Informe de Gobierno es digna de estudiantes de secundaria aunque nos cueste una fortuna.