A Rodolfo lo despidieron entre música de arpa, no hubo abrazos y a su sepelio sólo pudieron acudir 10 personas; su familia no se pudo despedir de él, tuvieron que confiar, como dice su hijo, en quienes les aseguraron que en el féretro iba el cuerpo de su padre.

El músico con una carrera de más de 30 años contrajo covid-19 en julio pasado y seis días después de haber sido internado en el Centro de Alta Especialidad “Doctor Rafael Lucio” su salud había mejorado, ya comía y su oxigenación había aumentado, por eso pudo hacer una videollamada con su familia en la que les dijo que quería irse del hospital, pero ya no pudo hacerlo porque horas más tarde sufrió un paro cardiaco que les arrebató las esperanzas de volverse a ver.

Las restricciones generadas por la pandemia obligaron a que una funeraria recogiera el cuerpo y aunque no fue cremado como dicta el protocolo, tampoco se les permitió verlo a la familia; pasó solo una hora entre la entrega del cuerpo y el sepelio.

Sus seres queridos no pudieron hacer un velatorio como parte del rito funerario y sólo se permitió el ingreso de 10 personas al cementerio, uno de ellos su hijo Rodolfo que para entonces tenía síntomas de covid-19 y su mejor amigo que logró llevar un arpa para despedirlo con la música que tanto le gustaba.

“Enterarse que te van a dar un cuerpo embolsado, que no lo puedes reconocer, que no sabes si en verdad te dieron su cuerpo o el de otra persona; no lo cremamos , fue sepultado, fue todo muy rápido (…) A mi papá nos lo dieron a las 4:30 de la tarde y a las 5 ya estaba sepultado, en el cementerio solo nos dejaron pasar a 10 personas, había una lista pero no la revisaron, yo fui al sepelio cuando ya estaba saliendo de la enfermedad; todo fue raro porque la gente te quiere tocar o abrazar y yo ponía mis barreras”, cuenta Rodolfo su hijo.

Aunque prefiere no dar a conocer el apellido de su padre, era famoso, mucho y su muerte impactó a su familia no solo por la rapidez con que los médicos reportaron primero su mejoría y luego su paro cardíaco, sino porque temen que haya existido negligencia médica.

“Estuvo seis días internado, boca abajo con oxigenación pero no fue intubado; un día antes de fallecer ya se sentía bien porque se comunicó con nosotros; los médicos nos dijeron que estaba comiendo y respondiendo al tratamiento, pero el día que falleció él ya no quería estar en el hospital, nos decía que fuéramos por él, la doctora fue muy grosera porque dijo que no se haría responsable de un paciente que no quería estar ahí y que si se moría era responsabilidad de él, mi papá murió de un paro cardiaco derivado del estrés que le generaron en el hospital”, revela Rodolfo.

Una de las medidas dictadas por los panteones es limitar el tiempo de permanecen al interior, en este caso sólo les permitió estar mientras el féretro era sepultado con los restos de Rodolfo, después el adiós quedó en pausa porque no pudieron hacer misas, ni rosarios, ni nada.

“Solo te permiten el tiempo en que lo bajan, lo terminan de sepultar y vámonos, ya no se hacen velorios ni misas ni rosarios como se acostumbra entre los católicos y todo el proceso de duelo es complicado porque siempre que muere alguien es difícil pero cuando es tan repentino te quedas con dudas de todo, se siente mucha impotencia, es doloroso y da mucho coraje por todo lo que estamos pasando”.

A su familia el deceso los dejó en pausa en muchos proyectos, le quitó a un pilar que “siempre estaba ahí”, por eso estos días han buscado levantar un altar para que en Todos Santos Rodolfo regrese y pueda llenarse de los aromas que en vida lo hicieron feliz; además de las fotografías y comida para los abuelos, este año la familia también pondrá empanadas argentinas y chimichurri, sus favoritas.

“A veces no entiendes que ya no está y quisieras tener esa respuesta a la pregunta ¿ahora quién me va a ayudar? ¿Cómo voy a resolver? Nos ha pegado mucho (…) Fuimos el jueves al cementerio, arreglamos la tumba, llevamos flores, platicamos al aire y lloramos; en la casa pusimos un altar que este año es más significativo, por su trabajo mi papá viajó por todo el mundo y sabía cocinar, su orgullo era hacer empanadas argentinas y chimichurri y eran las mejores que he probado”, cuenta su hijo.

Ahora su familia espera “la visita” de Rodolfo este 1 de noviembre y será recibido también con su bebida favorita, un refresco de cola, mole, tamales; además de velas y flores para guiar su camino, porque el adiós dolió pero para los mexicanos el Día de Muertos permite nuevamente reconectar con aquellos que se han ido, ahora más por la pandemia.

“Yo quiero que sepa que lo estamos pensando, que a pesar de la distancia sigue habiendo amor, para nosotros como familia es una parte importante de volver a vivir el duelo porque es revivirlo, es recordar que ya no está, es volver a sentir esa impotencia de los primeros días y por eso buscamos esmerarnos en los detalles de la ofrenda”, revela Rodolfo.

AVC

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