Cualquiera es crítico recalcitrante cuando le quitan sus privilegios chuecos y deshonestos…
–Chopenjawer
Todo por la pandemia. De repente como que ya no hay mucha cosa en el «Nedflids» y de plano pos los cines es mucho riesgo para ir.
Pero lo bueno que hay series que pueden ser vistas de nuevo, porque están ahí guardadas, valen la pena y nos recuerdan que no hace mucho se convirtieron en objeto de culto.
Primero empezamos a ver «Dexter», basada en los libros de Jeff Lindsay, que tuvo temporadas muy excitantes. En resumen: es un asesino serial entrenado por su padre para ir matando escorias de la sociedad, de acuerdo a un código. Son 8 temporadas que la neta están bien chidas.
Ahorita reiniciamos a ver «Breaking Bad»: la historia de Walter White, el profesor de química que se volvió dueño de un imperio de narcotráfico, y que –a mi parecer– se convirtió en una de las mejores series de todos los tiempos.
Dentro de esta serie (spoiler alert) hay un personaje llamado Gustavo Fring, un empresario local carismático, dedicado a la venta de pollo frito, buena onda, que apoya a la comunidad, atiende sus empresas personalmente, se lleva bien con sus empleados, financia maratones de la DEA y tiene una excelente imagen en Alburquerque, Nuevo México, donde se desarrolla la historia.
Pero detrás de esa fachada de empresario «cool», también está la de un frío y calculador narcotraficante cuyo territorio de distribución es en estados del sur de Estados Unidos, algunos en la frontera con México.
«Gus» Fring no sólo tenía esa fachada para disfrazar su negocio real; usaba sus relaciones de negocio para obtener poder político y tener monitoreado a sus enemigos naturales (la policía, la DEA, etcétera). Llegó al grado hasta de estar en un hospital lleno de policías regalándoles pollo y preguntar por la salud de un agente de la ley y un sicario que estaba internado en el mismo nosocomio, al que ordenó rematar.
Según los antecedentes de Fring, éste no tiene un pasado claro. La misma DEA, cuando empieza a investigarlo, no ubica claramente su pasado, sólo que es originario de Chile y que llegó desde México a Estados Unidos.
¿Y a que viene todo este rollo? Pues que uno se pregunta cuántos Gustavo Fring no existirán en México.
Vince Gilligan, el creador de la serie (también exescritor y exproductor de otra gran serie: «The X-Files») ya ha comentado que mucho de lo que se ve en «Breaking Bad» está inspirado de noticias reales sobre el tráfico de drogas en Estados Unidos y México. Es tanta la fascinación de Gilligan por el tema, que llega al grado de crear en uno de los capítulos un intro donde se escucha el narcocorrido «Negro y Azul: The Ballad of Heisenberg», creado ex profeso para la serie e interpretado por Los Cuates de Sinaloa; rolita que se popularizó en redes sociales por una frase: «Ese compa ya está muerto, nomás no le han avisado».
¿Cuántos Gustavo Fring podrían existir en Veracruz? Con el poder político, el acceso a información privilegiada, e incluso hasta cargos de alto nivel. La fachada empresarial, mucho poder económico, conocimiento del mundo de los negocios a nivel global por el tema de importaciones, etc.
Mire que por algo insistió el presidente en tomar control de las aduanas del país apoyándose con la Secretaría de Marina, quien en últimas fechas ha destapado toda la caca que circulaba en esa cloaca: huachicol, drogas, mercancía que no paga impuesto, entre otras lindezas.
A lo anterior se han sumado protestas de la marina mercante (o sea, la civil) que pide que no se militaricen las aduanas y voces que, nomás por llevar la contraria, ahora resulta que son críticos… ¿Por qué será?
Creo que lo mejor será dejar de ver tanta tele. Maldita pandemia, lo que hace a uno concatenar.
NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Que en Coatepec se preguntan si de plano el PAN no tiene otros cuadros y van a volver a repetir viejos conocidos, que en lugar de unirse para sacar adelante al municipio (como Orizaba, donde un sólo grupo ha sacado adelante ese bello lugar) lo han convertido en botín de saqueo para hacer negocio con los fraccionamientos, la basura y Seguridad Pública. Lo anterior viene a relucir porque ya ha trascendido que no sólo el exalcalde y exdiputado local Manolo Sánchez –hoy empresario hotelero– será de nuevo el candidato a la presidencia municipal, sino que en la regidurías lleva a Andrés Cuevas Melo, ex director de Obras Públicas; también que iría la mamá o hermano del actual alcalde, en la regiduría segunda; y en la tercera a una persona conocida como «Conchis», a quien señalan de ser comadre de Everardo Soto «El Charrito de La Orduña», el panista que opera en la zona rural del distrito de Coatepec y municipios ya colindantes con el estado de Puebla, donde también tiene a familiares y cercanos en los ayuntamientos de Quimixtlán y Chilchotla, después de que al panismo lo fueron desplazando en las zonas donde opera… Se sabe que en Coatepec ya tienen a los directores de área trabajando para comenzar a operar a favor del PAN y Manolo… A ver si se aplica la oposición, más enfrascada en la lucha de poder interna.
OTRO NOTA: Vaya pleito que se traen en la Ciudad de los 30 Caballeros. Resulta que el ayuntamiento de Córdoba se puso a hacer una obra de paso a desnivel en la zona conocida como Las Estaciones, pero como existe un conflicto –casi personal– entre la alcaldesa Lety López Landero y el empresario José Abella, éste le puso de plano una traba legal para detener la obra alegando que están afectando un edificio histórico de su propiedad que se encuentra en esa parte de la ciudad. Mientras, los que pagarán el pato son los cordobeses que están a merced de unas cuantas familias que se sienten dueñas del municipio. Lamentable.
LA ÚLTIMA PORQUE –OTRA VEZ– HAY QUE MOVER MUEBLES, HACER TALACHA Y ASÍ: Precisamente en Córdoba, el día de ayer se reportó que hubo una persecución y supuesta balacera en el puente que conduce al Ingenio San Miguelito desde Amatlán. Que la persecución habría iniciado en el bulevar a Peñuela y de allí a la autopista Córdoba-Fortín. Finalmente, la Policía Estatal logró detener a un vehículo gris, pero lo único que lograron conseguir fue a unos borrachos que se les bajó el «dope» por el susto, porque ya los polis estaban a punto de soltarles plomazos directos… Todo resultó en que no hubo tal enfrentamiento, sino que la policía le marcó el alto al vehículo, pero éste se dio a la fuga y empezó la correteadera. Hasta azúcar les debe haber dado a los vatos.
@pablojair