Ante la crisis política e institucional, la denuncia de casos graves de corrupción y nepotismo, la cuestionable actuación de jueces que lo mismo venden la justicia que condicionan su trabajo a prebendas y el conflicto interno entre grupos de Morena por controlar el Poder Judicial, el gobernador del estado Cuitláhuac García Jiménez echó mano de la salomónica excusa foxista: ¿Y yo porqué?

Este martes el mandatario estatal “autorizó” que el Tribunal Superior de Justicia se convierta en una de las peores instituciones del Estado, justificando una falsa autonomía. Los oídos sordos que han hecho a las denuncias presentadas en contra de la Presidencia convierten al Gobernador en cómplice de la corrupción y la impunidad que campea desde el Palacio Judicial hasta el más remoto juzgado municipal.

Cuitláhuac García dijo ayer, con absoluto cinismo, que “toda transformación convulsiona”, y se limitó a hacer un exhorto al Poder Judicial de Veracruz a lograr los acuerdos que permitan la continuidad a su trabajo, por el bien de los veracruzanos. Eso es falso e irresponsable. Aluden a la gobernabilidad para controlar a los otros poderes pero le echan la culpa a la autonomía del caos que han provocado.

En efecto, las transformaciones convulsionan. Pero la convulsión resulta de la transición entre lo que no acaba de irse y lo que no termina de llegar. En este caso, la epilepsia judicial es resultado de la pelea por el poder y el dinero de quienes acaban de llegar y se deslumbran con lo que nunca imaginaron. Los conflictos son entre las tribus morenistas que se disputan el pastel mientras la justicia sigue paralizada  bajo el pretexto de la pandemia.

En entrevista, el mandatario reconoció ayer que los cambios que se han llevado a cabo en el Tribunal Superior de Justicia reflejan una trasformación positiva con la llegada de los nuevos magistrados. Adentro y afuera se preguntan dónde radica lo positivo en un Tribunal cuyo Pleno no se ha reunido en lo que va del año, donde el Consejo de la Judicatura exige a la Presidenta que explique el destino de 60 millones de pesos, donde se realiza un tráfico descarado de cargos y sueldos, mientras que los juzgados siguen semiparalizados. Hoy sólo el dinero de las víctimas es lo que mueve a los jueces.

En las mesas de seguridad para la construcción de la paz, -donde la Presidenta Sofía Martínez Huerta ha decidido no asistir por lo que supone un acto de autonomía-, el propio Gobernador ha sido un crítico constante de la actuación de los jueces que liberan a delincuentes cuya responsabilidad está plenamente acreditada. Hoy se excusa irresponsablemente de poner orden en el máximo tribunal del estado.

Y cito: “Yo soy respetuoso, la gente sabe que hay tres poderes, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo y tengo que ser respetuoso pero sí podría ayudar en este exhorto al Poder Judicial que también hay que decirlo, se está transformando, a partir de la llegada de nuevas Magistradas, se está transformando y toda transformación convulsiona en ciertos momentos.”

La transformación judicial es la misma que enarbola el gobierno morenista: improvisación, inexperiencia, arrogancia y corrupción. La convulsión ha sido provocada precisamente a la llegada de los nuevos magistrados, quienes se ven a sí mismos como enemigos a partir de su pertenencia a tal o cual corriente política.

Contrario a lo que piensa –o pretexta- el mandatario, no fue la situación derivada de la pandemia lo que paralizó el proceso de transición y ajuste en el Poder Judicial. El Covid19 no impidió el nepotismo ni la lucha interna por los cargos; tampoco fue obstáculo para que se asignaran obras y servicios de manera directa sin aprobación del Consejo de la Judicatura ni llenó el Tribunal de amigos y familiares.

Según el gobernador, al interior del Poder Judicial existe la voluntad de todos los actores, para poder retomar el trabajo donde varios magistrados laboran fuera de sus horarios para avanzar y tratar de sacar los pendientes. Tal vez no le han dicho que los magistrados han convocado lo mismo a sesionar al Pleno que al Consejo de la Judicatura y no han tenido respuesta; que han iniciado una serie de acciones que podrían derivar en un juicio político; que ni siquiera han sido capaces de resolver el conflicto sobre la permanencia de los magistrados en retiro.

La autonomía no debe ser pretexto para la ingobernabilidad. Lo que sucede en el Tribunal Superior de Justicia le compete al mandatario estatal porque de él depende la gobernabilidad del estado. Excusarse alimentará el encono al interior y fomentará la corrupción frente al ejemplo de impunidad que ha puesto la Presidencia de Poder Judicial y la permisividad de Cuitláhuac García.

Nadie ha pedido al gobernador que se convierta en el poder de poderes. Lo que se exige es que las instituciones funcionen en beneficio de los ciudadanos y no de una nueva clase política rapaz. Si ellos impusieron a la Presidenta y a los nuevos magistrados, son ellos los responsables del caos que han provocado.

Sin gato que gobierne, los ratones han hecho fiesta…

Las del estribo…

  1. Días difíciles para nuestro amigo Luis Antonio Pérez Fraga. Ayer se anunció la cancelación del carnaval de Veracruz; será un golpe brutal a la economía pero en las condiciones de un probable rebrote, realizarla hubiera sido literalmente un suicidio. En medio de la pandemia, es algo que lamentar que debemos de aplaudir. Un abrazo al “pollo” y a su familia.
  2. Ejecuciones y desapariciones se han disparado en los últimos días en el estado. En lo que va del año han asesinado al menos a los jefes de las policías municipales de Isla, Jamapa y Jesús Carranza, en lo que desnuda la lucha por el control de la plaza de los cárteles. La violencia vuelve a enlutar a Veracruz, a días de cumplirse los 2 años que prometió el gobernador para erradicarla, igual que Miguel Ángel Yunes.