En las últimas semanas corre con mayor frecuencia la especie de que el Presidente no terminaría su sexenio. Estas versión ha cobrado fuerza por sus propias declaraciones en el sentido de que ya ha logrado sentar las bases de la Cuarta Transformación y que en diciembre podría irse tranquilo o que estaría «dispuesto a dejar el gobierno, si los mexicanos deciden que continúe la corrupción” en una clara alusión al resultado de la consulta sobre la revocación de mandato.
En la lógica del Presidente, la revocación de mandato no sería una evaluación de su gobierno por parte de los mexicanos, si no la decisión de continuar o no en un régimen de corrupción y privilegios. Por tanto, la culpa de que la corrupción siga igual o peor que en el pasado no será culpa de su gobierno, sino de la trágica autoflagelación de la gente.
López Obrador sabe que la revocación de mandato no es una elección convencional. Ahí no se puede polarizar el voto entre tantos partidos sino sólo entre un SI y un NO. Que aún los 30 millones de votos que obtuvo para ser Presidente no serían suficientes para contrarrestar la suma de los votos de la oposición, más los millones de personas que en el 2018 se abstuvieron de votar y que hoy estarían dispuestos a hacerlo para remover al Presidente.
Otra de las versiones que corren es que el año 2021 será catastrófico para la economía y que por tanto, las elecciones serán muy complicadas para el partido en el poder. El gobierno ya no tendrá guardaditos ni fondos de estabilización; llegará el momento que hasta sus elefantes blancos (Tren Maya, Salta Lucia y Dos Bocas) se queden sin alimento.
Aunque las encuestas aún marcan como favorito a Morena, la crisis interna del partido, los problemas que traerán la caída de la economía, el desempleo, la falta de atención médica, la pandemia, la escasez de recursos para sustituir los fideicomisos y la descapitalización del gobierno podrían hacer que se pierda el Congreso federal y la mayor parte de las entidades federativas, por lo que la revocación de mandato en el 2022 podría ser un mero trámite.
Por eso llamó la atención lo dicho ayer por el presidente: si los mexicanos deciden que continúe la corrupción, él está dispuesto a dejar el gobierno, como si fuera responsabilidad de la gente la rapacidad y cinismo con el que ha actuado su administración, los gobiernos estatales de Morena y sus representantes populares en todo el país –diputados federales, locales y presidentes municipales-.
¿Es culpa de los mexicanos que su hermano Pío López Obrador aparezca en decenas de videos –hasta ahora sólo conocemos uno- recibiendo grandes cantidades de dinero ilegal “para el movimiento”, sin acreditar su origen y destino, o que el Congreso de Tabasco haya tenido que desaparecer el gobierno de su tierra natal, Macuspana, por el desvío de millones de pesos en los que participó directamente su cuñada quien ocupaba el cargo de síndica?
¿Somos los responsables de que Jesús Seade Kuri, Subsecretario de América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores haya utilizado más de 865 mil pesos de recursos públicos y falseado comisiones de trabajo para usarlo en viajes personales hacia Hong Kong, lugar donde radica su esposa y su familia. Y que se haya presentado ante la Secretaría de la Función Pública para que detengan la investigación en su contra sólo por que “él es la imagen de México en el extranjero”?
¿Fue porque los mexicanos aman la corrupción que Jaime Cárdenas renunció a su cargo como titular del Instituto para Devolver al Pueblo o Robado tras señalar presuntas irregularidades al interior del organismo que administra los recursos decomisados a corruptos, narcotraficantes y miembros del crimen organizado y que en una carta pública haya denunciado la supuesta manipulación de subastas para beneficiar a ciertas personas y que a más de una decena de joyas listas para remate les desengarzaron piedras preciosas como diamantes, esmeraldas y zafiros?
¿La gente celebrará que la empresa Cyber Robotics Solutions, propiedad de León Manuel Bartlett Álvarez —hijo del director general de la CFE, Manuel Bartlett—, ha obtenido al menos siete contratos por asignación directa para proveer equipos médicos al gobierno a un sobreprecio y que además haya incumplido las condiciones de entrega y calidad? Los casos de corrupción se cuentan por decenas.
¿Es voluntad de los veracruzanos que el cuatroteísmo aldeano sean tan corrupto y rapaz como los anteriores? ¡Que hayan hecho del gobierno, el congreso y el poder judicial nichos de negocios para dar cabida al nepotismo y negocios millonarios justificando que ellos no son corruptos aunque todos sepan que son unos cínicos?
¿De dónde saca el Presidente que a los mexicanos les gusta la corrupción y que sus funcionarios son honestos? Si los mexicanos deciden revocarle el mandato, no será porque prefieran la corrupción, sino porque la 4T resultó la más corrupta de todos.
Y entonces sí, López Obrador y su falsa indignación podrán irse a su rancho.
Las del estribo…
1. En entrevista con la televisora estatal, el Gobernador acusó que los “aviadores” son un tema muy grave para su gobierno. Que lo hubiera dicho en mayo del año pasado –a seis meses de iniciar su gobierno- se entendería. Han pasado dos años y no sólo no han resuelto el problema sino que se ha agravado resultado del influyentismo y tráfico de influencia de diputados federales, locales y funcionarios públicos. Si quiere realmente cerrar el enorme aeropuerto en que han convertido a la 4T, ya sabe por dónde empezar.
2. Mientras niños con cáncer y enfermos de Covid19 siguen esperando que el gobierno abastezca las medicinas, el Presidente dedica su tiempo a hacer un recuento sobre los periodistas que hablan mal de él. Se quejó de ser cliente de alguno de ellos. Sin embargo, López Obrador olvidó mencionar a la crítica más despiadada de su gobierno: la realidad.