Nada simbolizaba más la cruzada del presidente Andrés Manuel López Obrador para combatir la corrupción en México que el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (Indep), una oficina gubernamental que creó para hacer precisamente eso.
Pero a fines de septiembre, el entonces jefe del Indep, Jaime Cárdenas, renunció a su cargo tras señalar presuntas irregularidades al interior del organismo que administra los recursos decomisados a corruptos, narcotraficantes y miembros del crimen organizado.
Cercano aliado del mandatario desde hace décadas, Cárdenas denunció en una carta pública la supuesta manipulación de subastas para beneficiar a ciertas personas y dijo que a más de una decena de joyas listas para remate les desengarzaron piedras preciosas como diamantes, esmeraldas y zafiros.
“Si hay denuncias se van a investigar como tiene que ser, pero esto es, más que nada, un asunto politiquero, no hay nada de qué preocuparnos”, se defendió el presidente, conocido por su acrónimo AMLO.
Las acusaciones, sin embargo, no fueron las primeras grietas en la lucha anticorrupción encabezada por el mandatario.
En los últimos meses surgieron videos de uno de sus hermanos recibiendo sobres con dinero en efectivo, su cuñada renunció al ayuntamiento en su ciudad natal en medio de señalamientos de desfalco y un hijo de un alto funcionario cercano a López Obrador vendió ventiladores mecánicos con sobreprecio al servicio de salud.
Aquellos y otros casos recientes de supuesta corrupción dentro de las filas del propio AMLO están perjudicando su promesa de luchar contra este mal enquistado en el país y podrían pesarle al oficialismo que, a mediados del próximo año, buscará conservar la mayoría en la Cámara de Diputados.
Para Eduardo Bohórquez, director del capítulo local de Transparencia Internacional, los escándalos también son un recordatorio de que erradicar la corrupción política no es algo que se puede lograr sólo con un buen ejemplo.
“Si el presidente cree que basta que él sea honesto para que se acabe la corrupción, esa afirmación es falsa”, opinó Bohórquez, advirtiendo de que la actual crisis económica, agravada por la pandemia, podría hacer que aceptar sobornos sea aún más atractivo para los políticos necesitados de liquidez.
“Las amenazas son muchas y muy grandes: en un momento de contracción económica global, se van a acercar (…) a ofrecer desde mecanismos de financiamiento de las campañas electorales en 2021 hasta negocios jugosos”, agregó. “La corrupción es una amenaza permanente de todo sistema político y administrativo”.
En junio del 2021, el gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tentará, además, 15 gubernaturas, 30 congresos estatales y cerca de 2,000 otros cargos locales en un proceso que ha sido catalogado por el árbitro electoral como “el más grande” en la historia del país.
Si el partido de AMLO pierde la mayoría en la Cámara de Diputados podría tener dificultades para continuar con su “transformación” del país y, entre otras cosas, revertir la apertura del mercado energético promulgada por su predecesor que, según él, tiene visos de corrupción.