Aprovechando la estridencia de los asuntos públicos -la absurda consulta aprobada por la SCJN, la desaparición de fideicomisos, las marchas al Zócalo, entre otros-, este lunes el Senado de la República pretendía someter a votación un dictamen en comisiones para hacer posible que niñas de 12 años en adelante puedan solicitar la interrupción del embarazo sin necesidad de presentar el consentimiento de sus padres o tutores.

No es propósito debatir, como ya se ha hecho en todos los foros posibles, sobre los alcances del derecho a la vida y el derecho que tienen las mujeres a decidir libremente sobre su cuerpo. Todas las posiciones son respetadas y respetables, aun en la forma en que estas se manifiestan.

Se trata de la sinrazón del cuatroteísmo en su forma de interpretar e imponer derechos y libertades. Luego de la aprobación en Oaxaca de la iniciativa que prohíbe la venta de comida chatarra –misma que ya se encuentra en discusión en al menos una decena de estados del país, entre ellos Veracruz-, podríamos estar ante un escenario tan absurdo donde una niña de doce años puede tomar libremente la decisión de practicarse un aborto pero el Estado no le permite comprarse por sí misma una bolsa de Sabritas.

El fundamento de la ciudadanía radica en que la madurez de un individuo, y lo que le podría dar mejores condiciones de tomar decisiones tan importantes, ronda por ahí de los 18 años. En muchos países del mundo, la mayoría de edad se ha concebido sobre ese número, en el que coinciden no sólo la civil sino también la edad penal. Por ello, en otros países suceden fenómenos parecidos: un joven de 18 años puede enlistarse en el ejército pero no puede comprar un trago en un bar.

No se trata de posiciones ideológicas o religiosas, sino las consideraciones que hace el propio Estado. Para la ley, un joven menor de 18 años no tiene la capacidad ni la madurez para tomar decisiones sobre elegir a un gobernante –la credencial de elector se otorga hasta cumplir los 18 años- iniciar un negocio que le implique pagar impuestos y convertirse en contribuyente o algo tan necesario como obtener una licencia de conducir.

En cambio, un adolescente puede tomar la decisión de casarse –desde los 16 años en caso de los hombres y de 14 en el caso de las mujeres-, y de acuerdo a la iniciativa en mención, de practicar un aborto sin el consentimiento de los padres, el cual sí se exige para otras normas administrativas. Lo que diferencia a un cerebro adolescente de uno adulto son cambios muy sutiles que, según los científicos, no ocurren a los 18 años sino hasta después; esta edad la ha impuesto la cultura sin ninguna correlación neurocientífica, algo que no entienden quienes elaboran las leyes.

El dictamen que permitiría el aborto entre adolescentes iba a ser sometido a votación en comisiones, pero debido a la inconformidad sobre todo de senadoras de oposición y de diversas organizaciones religiosas y civiles, el Senado decidió llevar su discusión a un parlamento abierto, antes de votarlo.

Por supuesto que el aumento significativo de adolescentes que tienen embarazos no deseados es un problema social y de salud pública. Sin embargo, el Estado pretende sacudirse la responsabilidad y endosar a las niñas una decisión que está más allá de su entendimiento. El gobierno ni siquiera ha sido capaz de garantizar un aborto legal y seguro como lo demandan los grupos feministas.

Pero esta iniciativa ni siquiera marca un nuevo derrotero para resolver el problema. La Norma Oficial Mexicana 046-SSA2-2005 de Violencia familiar, sexual y contra las mujeres y Criterios para la prevención y atención establece que las instituciones prestadoras de servicios de atención médica, “deben ofrecer de inmediato y hasta en un máximo de 120 horas después de ocurrido el evento, la anticoncepción de emergencia, dando previamente la información completa sobre la utilización de este método, a fin de que la mujer tome una decisión libre e informada.”

Actualmente en caso de embarazo por violación, las instituciones de salud deben prestar el servicio de interrupción voluntaria del embarazo. Para ello, y de acuerdo a la NOM-046-SSA2-2005, sólo es necesario presentar una solicitud por parte de la usuaria mayor de 12 años de edad, en donde, bajo protesta de decir verdad, manifieste que dicho embarazo es producto de violación sexual. En caso de que la usuaria sea menor de 12 años, la solicitud debe ser presentada por el padre, madre o tutor(a).

El gobierno naufraga entre el derecho y el prohibicionismo absurdo. ¿Qué pensarán nuestras hijas e hijos de vivir en un país donde podrán abortar desde los doce, pero será hasta los 18 cuando pueden comprar libremente una coca cola o una cerveza?

La confusión también es el origen del caos.

Las del estribo…

1. Magdaleno destapó la cloaca del nepotismo que existe en el Congreso. No lo hace como un acto de transparencia sino de venganza por la exhibición pública que hicieron de su hijo, quien cobraba como su asistente a pesar de que sólo cuenta con educación primaria. Si no presenta denuncias, no pasará de ser un ejemplo más del cinismo y complicidad del cuatroteísmo legislativo.

2. La decisión del Tribunal Electoral de validar la encuesta de Morena sólo confirma de que la política se convirtió en una gangrena dentro del Poder Judicial. Como nunca, ahora las decisiones del máximo tribunal deben pasar por el tamiz de Palacio Nacional. Es eso o desaparecer, aunque en los hechos ya lo hicieron.