Historiador UV disertó sobre orígenes de la violencia que afecta a México.
01/10/2020, Xalapa, Ver.- La violencia que se vive en diversas partes de México es resultado del cambio del sistema político; esto es, al pasar de un Estado benefactor a un modelo neoliberal, opinó Juan Ortiz Escamilla, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), al participar en la Cátedra “Raúl Rangel Frías”.
En el evento en línea, organizado por el Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el investigador de la UV participó en el conversatorio “Guerra y violencia en México. Pasado y presente”.
La plática, que fue transmitida a través de YouTube, se desarrolló a partir de una sesión de preguntas al académico de la UV, dando breve y rápido recorrido histórico por las diferentes guerras, revoluciones y movimientos civiles violentos que se han vivido en el país.
Empezó por la guerra de Independencia, la cual fue prolongada y violenta, donde murió el 10 por ciento de la población, en un país con seis millones de habitantes. Pese a que hay varios trabajos sobre el tema, aún pervive un sesgo ideológico; es decir, ha estado de por medio la religión católica, siendo un obstáculo para dar una explicación más amplia a un problema tan complejo como fue esta guerra.
“Podemos apreciar que en 1810 hubo una guerra de religión, una parte del bajo clero y los feligreses se insurreccionaron y en medio de la contienda estuvo la virgen María representada por la virgen de Guadalupe y la virgen de los Remedios.”
Destacó que la violencia se dio en los dos bandos, con la diferencia de que los insurgentes ejecutaban a los españoles y a los ricos; mientras que los realistas ejecutaban al pueblo, a las clases populares.
Agustín de Iturbide fue uno de los líderes más sanguinarios que tuvo el realismo en Guanajuato y Valladolid, por eso lo destituyeron en 1816, por las ejecuciones sumarias de personas inocentes; sin embargo, reapareció cuatro años después como comandante del sur.
“¿Cómo un señor (Iturbide) que andaba masacrando pueblos se presentó como libertador? No debemos olvidar que el Ejército Trigarante está conformado en su mayoría por ex realistas, quienes masacraron pueblos.”
Mencionó que la violencia y la guerra están implícitos en todos los proyectos de construcción de un Estado, a veces para bien y otras para mal, y la Guerra de Reforma no fue la excepción, hubo demasiada muerte, más que en la guerra de Independencia.
“Fue una guerra a muerte, una guerra total, con una violencia terrible para todos, hubo fusilamientos y muerte durante tres años, fue terrible, pero sentó las bases de la nación. Fue una guerra civil violenta y encarnizada.”
Posterior a la conformación del Estado, volvieron a presentarse movimientos violentos en diferentes puntos del país, dándose la Revolución Mexicana, acontecimiento en el que ya no apareció el componente religioso.
“La mayoría de los caudillos fueron fusilados o ejecutados. Fue muy distinta a las anteriores, hablamos de una guerra moderna, donde estuvieron agrupados y organizados en torno a un líder, algo que anteriormente no se dio.”
El gran reto para los próximos años fue “cómo domesticar al guerrero”, cómo hacer que las personas dejaran de hacer la guerra y creyeran en las instituciones. Los líderes tuvieron una clara idea de institucionalizar la revolución y crear instituciones, el gran mérito fue la Constitución de 1917, que sentó las bases de lo que sería el nuevo Estado.
Respecto a la violencia que se vive en el país, Ortiz Escamilla opinó que tiene relación con el cambio de sistema político en el país: del Estado benefactor al modelo neoliberal.
“Se desmantelaron las empresas paraestatales bajo la idea de adelgazar los gastos del Estado y acabar con la corrupción, lo que derivó en la privatización de la tierra y recursos naturales, siendo los campesinos los primeros afectados, al no crearse una figura que sustituyera a los vacíos dejados”, la cual fue cubierta por el crimen organizado, primero ofreciendo préstamos y luego comprándoles sus tierras.
Fue así que inició una fuerte relación crimen organizado– campesinos-sociedad y se ve a los primeros como sus salvadores, siendo el problema que se arrastra desde hace 30 años. “Lo que vivimos ahora tiene relación con una estructura que tiene raíces y ramificaciones más profundas de lo que podemos imaginar”, expresó.
Por ello la importancia de los historiadores, quienes tienen un compromiso moral con la sociedad ya que parte de su trabajo es buscar el origen de los problemas actuales y permite comprenderlos, hay experiencias del pasado que pueden ser aprovechadas.
Agregó que no se imaginó que el país atravesaría por un nivel de violencia como el actual, resultado de la disputa del territorio nacional por diferentes grupos delincuenciales. Por otro lado, está el Estado que trata de tomar el control y poner orden; la sociedad queda en medio de todo esto.
“¿Qué sucede? Es muy delgada la línea que separa al ciudadano honrado del delincuente; además, la violencia y la lucha por el control de territorios se desarrolla en las mismas poblaciones, por eso hay muchos daños colaterales.
”El Estado hace intentos por mejorar y acabar con el crimen organizado, pero se debe tomar en cuenta a la población civil, es parte del problema porque está inmersa en los frentes de guerra, es un tema muy complejo, no es solución inmediata, pero sí debemos participar todos.”
Consideró que el sistema judicial debe mejorar y modernizarse, al igual que los servicios de seguridad nacional. No debe olvidarse que la violencia aumentó cuando se retiraron del sistema educativo los libros de ética, filosofía y civismo.
“Son varios problemas que debemos estudiar a profundidad; parte de la solución está en la sociedad civil, la gente está cansada de tanta violencia.”