Hasta ahora, no he leído a un solo especialista financiero que hable con optimismo del Presupuesto que ha presentado el gobierno federal para el próximo año 2021, en el que viviremos los estragos de la peor crisis económica en casi cien años. Los ingresos y las proyecciones económicas no cuadran frente a un gobierno aferrado a sacar adelante sus tres proyectos: El Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el nuevo aeropuerto de San Lucía. Lo demás, ahí se verá.

Según las cifras del Secretario de Hacienda, se prevé un crecimiento económico del 4.6% el próximo año, siempre y cuando llegue a tiempo la vacuna y evite que la economía termine de colapsar. Sin embargo, esta cifra por si sola resulta incomprensible: es muchísimo mayor al -0.1% que registró el país en 2019 -antes de  la llegada de la pandemia-, y casi el doble de la proyección inicial para este año (2%) en el que tendremos una caída superior al 10%.

En 2019, sin pandemia, sin crisis económica, sin la pérdida de millones de empleos y con un colchón financiero de cientos de miles de millones de pesos de fondos de estabilización, el gobierno ni siquiera pudo mantener el PIB en cero. Ahora en 2021, con una disminución muy importante de los ingresos petroleros, la caída de la recaudación fiscal a causa del cierre de empresas, comercios y el desempleo, y sin ninguna red de protección financiera, López Obrador nos dice que creceremos al 4.6%, más que Alemania.

La expectativa podría tener sentido si considerara la inyección al sector productivo y el impulso a la generación de empleo; sin embargo, no habrá apoyos para las Pymes y el sector industrial y comercial tendrá que ingeniárselas para salir adelante. Al mismo tiempo, los estados verán disminuidos sus ingresos en más de 108 mil millones de pesos, lo que también provocará una parálisis económica en la provincia.

Veracruz es un caso tan relevante como preocupante. Sí suponíamos que la cercanía de Cuitláhuac García con el Presidente nos representaría una ventaja financiera y presupuestal, nos equivocamos rotundamente. El estado se ha convertido en una especie de laboratorio y caja chica donde miles de millones de pesos de subejercicios van a parar a la hacienda federal, mientras que nos castigan con recortes de hasta 15 mil millones de pesos de participaciones federales.

Hoy el Presidente le mete la mano al cajón en un estado donde sabe que no habrá conflictos. Haberlo hecho en otras entidades donde gobierna la oposición, sólo hubiera azuzado la hoguera de la ruptura de la Conago.

En lo presentado por la Secretaría de Hacienda al Congreso, la prioridad del gobierno es salvar sus proyectos y sus votos. Se mantienen los programas sociales, aunque el de Jóvenes Construyendo el Futuro tendrá una merma de 17 por ciento en su presupuesto, al pasar de 24,956 millones de pesos este año a 20,600 millones de pesos en 2021.

No hay ningún paquete de estímulos para nadie. No hay un plan de reactivación económica ni apoyos a las pequeñas y medianas empresas -cero apoyos a las Pymes-; además, no se incluyeron estímulos a la inversión ni habrá programas para reactivar la vivienda. Tampoco se ha considerado ayuda a las familias mexicanas: no habrá deducción en colegiaturas, gastos médicos o aquéllos gastos que millones de personas han hecho derivado de la pandemia.

El ingreso vital propuesto incluso por legisladores de Morena parece ser hasta ahora una utopía. No hay de dónde, a menos que se sacrifique alguno de los tres elefantes blancos del cuatroteísmo. El endeudamiento es inevitable.

El programa relativo a los Proyectos de Construcción de Carreteras para el próximo año se presupuesta en 2,788 millones de pesos, es decir, casi 50 por ciento menos que en 2020 y más del 80 por ciento menos en términos reales respecto a 2018. Para el campo se propone un presupuesto de 49 mil millones de pesos, lo cual representa apenas un incremento del 0.2 por ciento en términos reales, comparado con 2020 y casi 40 por ciento menos en términos reales si la referencia es 2018.

En síntesis, no habrá carreteras, hospitales ni escuelas; no habrá dinero para la cultura, la ciencia y el deporte. Fuera del interés del Presidente, no habrá dinero ni para cambiar un foco.

En medio de este escenario, el gobierno federal piense alcanzar un crecimiento del 4.6 por ciento; no es más que un nuevo embuste, casi del tamaño del que viviremos el próximo martes con la rifa del avión. Mañana les cuento…

Las del estribo…

  1. Hace algunas semanas, los medios aliados del gobierno difundieron con vano afán información sobre los montos que recibió la revista Nexos producto de sus convenios con el gobierno federal: 140.5 millones de pesos en doce años (2006-2018). ¡Están enojados porque eran subsidiados por el gobierno”, dijo López Obrador. Pero resulta que a La Jornada –un medio al borde de la extinción antes del inicio de este gobierno- se le otorgaron contratos por 250 millones de pesos tan sólo en el primer año de la presente administración. Tiene razón el Presidente, eso explica porqué unos están tan enojados y otros tan contentos.
  2. La elección de Morena se ha convertido en una pachanga, un carnaval donde los arlequines y doncellas terminarán en los tribunales electorales. El INE dio a conocer el lunes por la noche que recibió un total de ¡105 candidaturas a cargos a la dirigencia de Morena, 51 a la presidencia y 54 a la secretaría general! Convertido en otro partido de tribus, antes de que termine el sexenio correrá la misma suerte que el PRD: la serpiente sólo cambiará de piel… una vez más.