Cuanto temor provoca el acecho de la muerte, cuanto miedo, cuanta preocupación, cuando se presenta una alerta de muerte progresiva e inclusiva. Ante el evento que fuera, la muerte, nos ha acompañado permanentemente;  poco es lo que hace el hombre para preservar la vida, la salud y su entorno…al contrario, la destruye y lo destruye; una sociedad que vive equivocada, con pocos actores pensantes y actuantes, pero sí, demasiados quejantes, sociedades fragmentadas, trabajadores estudiados o no, alienados como fuerza de trabajo, en competencia continua como jaurías en conflicto permanente, en sí mismos y con los otros; sistema escalafonario de vida denigrante, origen y condición, sociedades con pensamientos estatizados, salvajemente involutivos… ¡Sálvennos! exclama la humanidad a la ciencia, ¡urge la vacuna! Sin embargo esta sociedad, angustiada, con miedo, aterrorizada, escasas muy escasas ocasiones se preocupa por la ciencia, y no exige ni actúa mayores y mejores condiciones para ella, ¡sálvennos!, y una vez salvados…al olvido, al fut bol comercial, a lo superfluo a la ignominia de la condición humana. Memoria desmemorizada, pensar, capacidad otorgada al ser humano, distorsionada, desequilibrada por emociones y sentimientos que no guardan los contrapesos de la razón humana.

He releído algunos capítulos al azar en estos días, de la obra de uno de los pensadores  y matemáticos más lúcidos del siglo XX, Bertrand Russel, Fundamentos de filosofía, capitulo seis, La memoria objetivamente considerada; traslado a este espacio parte del texto: “En este capítulo me propongo considerar lo que comúnmente recibe el nombre de “memoria” en tanto que puede ser objeto de observación externa. Y quizá no esté de más en este punto, la palabra “memoria” o “recuerdo” se usa comúnmente en diferentes sentidos, que importa distinguir. Suele especialmente tener un amplio sentido en el cual se aplica la palabra a la facultad de repetir cualquier acto habitual previamente aprendido, y un sentido restringido en el que se aplica solamente el recuerdo de los hechos pasados. En su sentido amplio es el que hablan las gentes de que un perro recuerda a su amo o sabe su nombre, y en el que sir Francis Darwin habló de la memoria de las plantas. Samuel Butler acostumbraba atribuir la suerte de comportamiento que llamaríamos comúnmente instintiva a la memoria de experiencia hereditaria, y evidentemente empleaba la palabra “memoria” en su sentido más alto. Bergson, por el contrario, rechaza la “memoria-hábito” por no considerarla en modo alguno memoria. Par él la verdadera memoria está limitada al recuerdo de los hechos pasados que, según sostiene, no puede ser un hábito, puesto que el suceso que se recuerda sólo ocurrió una vez.

Sobre el behaviorismo, corriente de la psicología sobre la observación del comportamiento, estímulo-respuesta, el doctor Watson menciona “El behaviorista, no emplea jamás el término “memoria”, por creer que no tiene cabida en la psicología objetiva”. Pasa después a dar ejemplos comenzando por el de la rata blanca del laberinto: “En la primera ocasión, le costó a esa rata cuarenta minutos el salir del laberinto, pero después de treinta y cinco intentos aprendió a salir en seis segundos sin un movimiento en falso. Se la tuvo luego apartada del laberinto durante seis meses y al volver a ponerla en el mismo logró salir en dos minutos, después de cometer seis errores. Conservaba la misma habilidad que alcanzara la vez anterior en la vigésima tentativa”. “Tenemos con esto una media de la extensión en que el hábito del laberinto había sido retenido. Un experimento análogo hecho con un mono, mostró aún mayor posibilidad de retentiva; se le colocó en el interior de una caja rompecabezas que la primera vez le costó veinte minutos abrirla, pero que logró abrir en dos segundos en el vigésimo ensayo. Se lo mantuvo luego separado de la misma durante seis meses, y al volver a colocarlo en ella la abrió en cuatro segundos.

Agrega Russel: “De los seres humanos sabemos que muchos de los hábitos que adquirimos se conservan por largos períodos, aun sin usarlos: patinar, ir en bicicleta, nadar, jugar al golf, entre otros, son los ejemplos más corrientes. Probablemente el doctor Watson llega un tanto lejos cuando dice: “Si un mal tirador, o un bisoño jugador de golf os dice que lo hacía muy bien hace cinco años, pero la falta de práctica le ha hecho olvidar, no lo creáis, nunca lo hizo muy bien”. Sea como fuere, no es esta la creencia de violinistas y pianistas que tienen por esencia la práctica diaria. Pero aunque fuera un tanto exagerado es seguramente cierto que retenemos los hábitos corporales bastante bien. Algunos, como el andar parecen conservarse mejor que otros. La facultad de hablar una lengua extranjera, por ejemplo, es una de las que más fácilmente se echa a perder con el desuso. Toda esta cuestión es cuantitativa y fácilmente probada por la experimentación”. Concluye Bertrand.

Así olvidará la humanidad la importancia, la necesidad de apoyar la ciencia, con mejores, bastante mejores recursos para la investigación, altos presupuestos, deben de ser mejorados, intocables, supervisados, modernizar los laboratorios, espacios físicos, para la investigación, aportar, transformar las acciones de la Política como máxima expresión de la convivencia humana, una política de la ciencia en una evolución racional, que permita al ser humano conservar y conservarse, preservar la vida, trasladarla en un legado de humanidad, para la humanidad, para que los laberintos de esta experiencia de la pandemia SARS CoV 2 y otras vicisitudes más que pudieran presentarse puedan permanecer en la memoria colectiva para superarlos con inmediatez. Laberintos del pensamiento humano que difícilmente logran encontrar la salida.

 

Sintácticas

Del Dramaturgo francés Alfred de Musset, en su obra de teatro Con el amor no se juega:

Camille a Perdican: ¿Conoces el amor de las mujeres Perdican?  ¿Estás seguro de su inconstancia… y sabes si realmente cambian de opinión cambiando a veces el lenguaje?

La hermosa Beata al joven Joshua Galantsky, a quien pretendía que fuera su amante. Moscú 1924, película Corazón de lobo:

No puede imaginar lo difícil que es encontrar un amante decente.

De Jevs:

¡Cuánta falta les hace el exceso de dinero a los hombres con pobreza de razón!

En la serie rusa Corazón de lobo:

El amor no debemos dejarlo para después…puede pasar de largo… y nunca regresar.

En la serie rusa Anna la detective:

Espero que Andréyevich le haya puesto al día…Si señor, me ha puesto al día… ¡A tal velocidad que apenas sobreviví esa tragedia!